Según el comunicado oficial del Estado Mayor ucraniano, el ataque al submarino Rostov-on-Don tuvo lugar el pasado viernes. La información preliminar indica que el submarino se hundió en el mismo lugar donde estaba atracado, aunque el Estado Mayor no ha presentado pruebas visuales o fotográficas adicionales para corroborar el hundimiento. El submarino, que se encuentra en el puerto de Sebastopol, ha sido un objetivo para Ucrania debido a su capacidad de lanzar misiles de crucero Kalibr, utilizados frecuentemente por Rusia en ataques a infraestructuras críticas ucranianas.
El Rostov-on-Don es un submarino de la clase Kilo II, que fue puesto en servicio en 2014. Con una longitud de 73,8 metros y un desplazamiento de 3.100 toneladas, este submarino está equipado con misiles de crucero Kalibr, que son un componente esencial de la capacidad de ataque de la Armada rusa. La pérdida de este submarino es un serio golpe a las capacidades ofensivas de Rusia en el Mar Negro, donde la presencia de estas unidades de misiles ha sido un factor clave en los ataques contra objetivos ucranianos.
El Ministerio de Defensa de Ucrania ha celebrado el ataque como un logro. En una publicación en redes sociales, el ministerio describió el hundimiento del submarino como una «gran victoria», subrayando el impacto estratégico del ataque. La estrategia ucraniana se ha centrado en eliminar activos militares rusos armados con misiles Kalibr, dada su importancia en los ataques contra instalaciones ucranianas. Este enfoque forma parte de una táctica más amplia para reducir la capacidad ofensiva de Rusia y proteger la infraestructura crítica en Ucrania.
El Rostov-on-Don ya había sido atacado anteriormente en septiembre de 2023, cuando resultó «gravemente dañado» por un ataque con misiles ucranianos. Fotos de inteligencia de fuentes abiertas, incluidas algunas citadas por el Ministerio de Defensa del Reino Unido, habían mostrado daños significativos en el submarino. A pesar de los daños, el submarino fue reparado y volvió a operar en las aguas de Sebastopol, hasta el ataque reciente.
Rusia ha mantenido el control sobre Crimea desde la anexión de la península en 2014, y desde el inicio de la guerra en Ucrania hace más de dos años, ha enfrentado una serie de ataques por parte de las fuerzas ucranianas. El gobernador de Sebastopol, designado por Rusia, Mijail Razvozhayev, ha intentado minimizar el impacto del ataque, afirmando que la situación en la ciudad es «tranquila» y que se están llevando a cabo ejercicios de defensa submarina.
Sin embargo, la comunidad de analistas militares y observadores internacionales han destacado la importancia del ataque. Cedric Leighton, analista militar de CNN, ha señalado que la eliminación de submarinos armados con misiles Kalibr es crucial, dado que Rusia ha utilizado estos misiles para atacar infraestructura vital en Ucrania. La pérdida del Rostov-on-Don es un indicativo de que no hay un lugar seguro para la flota rusa en las aguas territoriales ucranianas del Mar Negro.
Además del hundimiento del submarino, las fuerzas ucranianas también lograron dañar gravemente cuatro lanzadores de misiles antiaéreos S-400 en el mismo día. La destrucción de estas baterías antiaéreas podría tener un impacto en la capacidad de Rusia para proteger sus activos en Crimea y permitir a los aviones de guerra ucranianos llevar a cabo ataques más efectivos en la península ocupada.
Flota del Mar Negro
El hundimiento del Rostov-on-Don es parte de un patrón más amplio de éxitos ucranianos contra la Flota del Mar Negro rusa. Desde el inicio de la invasión en 2022, Ucrania ha logrado inutilizar o destruir más de 20 buques de guerra rusos, lo que representa un tercio de la flota del Mar Negro. Esta serie de victorias, aunque logradas con una armada ucraniana limitada, ha demostrado la capacidad de Ucrania para desafiar a una potencia naval significativa.
El hundimiento del crucero de misiles guiados Moskva en abril de 2022 se mantiene como la peor pérdida naval de Rusia en el conflicto. Los ataques ucranianos han llevado a Rusia a reubicar algunos de sus buques de guerra lejos de Sebastopol, como se evidenció en imágenes satelitales de octubre del año pasado. La reciente destrucción del Rostov-on-Don y los lanzadores de misiles S-400 son tendencia creciente de debilitamiento de la capacidad naval rusa en la región.