El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha decidido prolongar por un año más la emergencia nacional relacionada con el terrorismo, la cual fue declarada tras los trágicos ataques del 11 de septiembre de 2001. La extensión de esta medida se debe a la supuesta persistencia de las amenazas terroristas que, según el mandatario, aún constituyen un riesgo significativo para la seguridad del país. Esta decisión fue oficialmente comunicada al Congreso el lunes, como parte de los procedimientos requeridos para mantener vigentes los poderes y las autoridades otorgadas tras la declaración original de la emergencia.
En su comunicado, Biden explicó que “debido a que la amenaza terrorista continúa, la emergencia nacional declarada el 14 de septiembre de 2001 y los poderes y autoridades adoptados para hacer frente a esa emergencia deben seguir en vigor más allá del 14 de septiembre de 2024”. Por lo tanto, el presidente optó por prorrogar la emergencia nacional hasta al menos el 14 de septiembre de 2025. La Casa Blanca difundió esta información a través de un comunicado oficial, subrayando la importancia de mantener la vigilancia y los recursos destinados a la lucha contra el terrorismo.
La emergencia nacional fue inicialmente proclamada por el entonces presidente George W. Bush, solo tres días después de los devastadores atentados perpetrados por el grupo terrorista Al Qaeda. Los ataques coordinados involucraron el secuestro de cuatro aviones comerciales por parte de miembros de esta organización yihadista. Dos de estos aviones fueron dirigidos contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, lo que causó la destrucción de ambos rascacielos y la muerte de miles de personas. Un tercer avión se estrelló contra el Pentágono, el edificio que alberga el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, mientras que el cuarto avión se precipitó en un campo en Pensilvania, después de que los pasajeros lucharan heroicamente para evitar que los secuestradores llevaran a cabo otro ataque.
El trágico saldo de los atentados fue de aproximadamente 3.000 víctimas fatales, además de miles de heridos y daños incalculables en la infraestructura de la ciudad de Nueva York y otras zonas afectadas. A raíz de estos eventos, la política de seguridad nacional de Estados Unidos sufrió cambios profundos, con la creación de nuevas agencias y la implementación de numerosas medidas antiterroristas. Entre ellas, la Ley Patriota, que otorgó a las autoridades gubernamentales mayores facultades para la vigilancia y el control de actividades sospechosas tanto dentro como fuera del país.
La decisión de Biden de extender la emergencia nacional subraya la vigencia de las preocupaciones sobre la seguridad interna, casi 23 años después de los ataques. A pesar de los avances en la lucha contra el terrorismo, incluidos la eliminación de altos líderes de Al Qaeda y la desarticulación de muchas de sus células operativas, el presidente señaló que las amenazas no han desaparecido por completo. Las medidas vigentes permiten a Estados Unidos continuar con sus esfuerzos para prevenir posibles ataques y proteger a la población frente a nuevas formas de terrorismo, que han evolucionado desde los eventos del 11 de septiembre.