El descubrimiento accidental y las pruebas incrustadas
El caso, uno de los más escalofriantes en la historia judicial de Francia, salió a la luz casi por casualidad. El 12 de septiembre de 2020, Dominique P., un jubilado de 68 años, fue arrestado en un supermercado de Carpentras, en el sur de Francia, por grabar secretamente a mujeres con un teléfono móvil oculto. Al registrar su domicilio, la policía encontró más de 20.000 fotos y videos que documentaban las violaciones que había organizado en su propia casa. Estos archivos, meticulosamente catalogados, eran la prueba de los abusos que su esposa había sufrido sin tener ningún recuerdo de los mismos.
El horror de Gisèle: drogada y entregada a decenas de hombres
Gisèle la esposa de Dominique P., había estado viviendo un infierno sin saberlo. Bajo los efectos de potentes medicamentos como benzodiazepinas, la mujer caía en un profundo sueño que la dejaba completamente indefensa. Su marido, a quien ella consideraba «un tipo genial», la ofrecía en foros en línea bajo el título «Sin su conocimiento», permitiendo que decenas de hombres la violaran. Al descubrir la verdad, expresó su profundo repudio: “Me da asco, me siento sucia, mancillada, traicionada. Es como si me hubiera atropellado un tren de alta velocidad”.
El juicio y los testimonios
Este lunes, comenzó en Aviñón el juicio contra 51 de los 72 hombres implicados, en uno de los procesos más importantes por agresiones sexuales en Francia. Los acusados, en su mayoría, defendieron que la mujer «fingía estar dormida», afirmando que participaban en un «juego de fantasía» propuesto por el marido. Algunos, como un exmilitar, admitieron que sabían que la mujer estaba bajo los efectos de drogas y que no consentía. A pesar de la abrumadora evidencia, varios de los acusados continuaron negando que se tratara de violación.