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20 Sep 2024
20 Sep 2024
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Otro tiro por la culata: la prisión de Surat Thani sería una peor opción para Daniel Sancho

Y aunque algunos se crean que estoy de broma, o como poco exagerando, no tener a Artur Segarra cerca –español que lleva ocho años en la prisión de Bang Kwang que se las sabe todas, que habla tailandés y que, además, también asesinó y descuartizó– podría ser, al menos al inicio, un problema, ya que, en las cárceles, sinónimo de selvas, cualquier cercanía, por extraña que parezca, podría llegar a salvarte la vida. O al menos tu culo

Fotografía de: Código 10

Desde que el caso Daniel Sancho nació y evolucionó, se han hablado de las posibles prisiones de verdad, esas que infundan terror, que tarde o temprano serían la residencia definitiva para Daniel Sancho –donde ha estado hasta ayer era una simple guardería: el penal de Koh Samui– con la misma ilusión que los forofos citan de carrerilla las alineaciones de sus equipos favoritos. Pero en todo este maremágnum de datos y opiniones, casi todas desvencijadas por la falta de experiencia, prácticamente nadie ha accedido al tuétano de la realidad: que el nuevo destino de Daniel Sancho, la Prisión Central de Surat Thani, de reciente apertura, podría no ser esa boya donde agarrarse que, entre la defensa y la familia, sumando a algunos periodistas, han ido vendiendo a la opinión pública con la misma sapiencia que nos dijeron que este caso era una estafa desde su investigación policial y que Sancho saldría, si no absuelto, sí al menos con una pena menor. 

Reconozco que debe quedar claro que Bang Kwang, el famoso Tigre Blanco, a primera vista suena peor, mucho peor. Que allí se amontonan los presos más peligrosos, sobre todo con delitos de sangre, y que su superpoblación no permite que la esperanza de vida sea notable. Y claro, son muchos los libros de exconvictos que alguna vez estuvieron allí, los cuales narran locuras varias, fatalidades y todo tipo de situaciones contrarias al poder vivir simplemente en paz. Pero, aunque suene alarmista, la realidad en la Prisión Central de Surat Thani, inaugurada hace poco más de un año, podría no ser ese camino de rosas que tanto Rodolfo Sancho como sus abogados creen. Y paso a explicarles.  

Las razones

Para empezar, las razones por las que todas las embajadas en suelo tailandés preferían a sus ciudadanos encarcelados en prisiones de Bangkok no es por dejarles en una intemperie, rodeado de peligros varios, sino porque la acción consular que se requiere les queda a todos mucho más cerca. Por lo tanto, las visitas diplomáticas no dependen de que estos puedan o no viajar, sino de la simpleza de coger el coche. Además, debe reconocerse que en países como Tailandia no todo el país ofrece las mejores condiciones sanitarias en hospitales de última generación, cuando en Bangkok, al contrario que en Surat Thani, los centros de salud son inmensamente mejores. 

Pero el principal problema al que se enfrentará Daniel Sancho en su nuevo destino en la Prisión Central de Surat Thani tiene que ver con la falta de presos extranjeros que, sin ninguna duda, le habrían ayudado a adaptarse al centro penitenciario gracias a la facilidad idiomática, ya que el recién sentenciado a cadena perpetua habla inglés, cuando la afinidad cultural también cuenta. De hecho, aprender tailandés si antes era una opción desde ayer será una obligación absoluta, ya que en las capitales de provincia como Surat Thani, alejadas del turista y de la muy internacional Bangkok, encontrar a nativos hablando inglés es harto difícil ya que solamente se puede mejorar entendiendo la lengua vernácula.

Otro elemento poco conciliador es el de las visitas, donde la masificación hará que los padres, esencialmente, deban adaptarse a un nuevo sistema, que en realidad es el mismo, pero sin tratos de favor donde tendrán que bregar con muchísimas más personas en su misma situación. Que en Bang Kwang este asunto iba a ser aún peor es de reconocer, pero hay algo que desmejora a la prisión de Surat Thani, y es su enorme distancia con la capital del país cuando la ciudad no es, precisamente, un destino turístico. Por lo que si Rodolfo Sancho o Silvia Bronchalo desean visitarle tendrán que encontrar acomodo en una metrópoli que no ofrece las ventajas de pernoctar en alguno de los cientos de resorts con estándares internacionales de la paradisíaca isla de Koh Samui. Incluso alquilar coches con chofer, motocicletas y traductores les será más complejo, dada la escasa densidad de foráneos en la zona. 

Pero claro, ser uno de los escasos extranjeros, y el único con una pena capital, generara atracción entre el resto de presos. Hace una década visité en varias ocasiones a Ricardo Blundell Pérez, ya fallecido, linense que penaba sus días en la Prisión de Prey Sar sita en Phnom Penh, Camboya, tras haber sido declarado culpable de haber matado a otra persona durante una pelea. Entre sus quejas estaban las clásicas: la nefasta comida, el agua insalubre, el exceso de presos en cada celda, el tener que dormir con las luces encendidas… cuando esta declaración expresada de manera concienzuda me partió en dos: «Como soy alto y extranjero –en esa época debía tener treinta y tantos años– a veces me despertaba con nativos que se estaban masturbando frente a mí. Una vez la razón de perder el sueño fue el sentir cómo chorros de semen caían sobre mi cara». Hace unos meses, otro preso español que pena sus días en el Sudeste Asiático me aseguró que «cinco presos trataron de violarme. Pusieron bolsas de plástico en las cámaras de seguridad y comenzaron a bajarse los pantalones. Tuve que reventarme la frente contra la pared. Cuando comencé a sangrar, tuvieron que llamar a los policías, por lo que me salvé por poco de haber sido violado por una manada». Cuando le pregunté si esto era habitual, él sólo me argumentó lo siguiente: «En un lugar con miles de hombres cualquiera, y más si es joven y guapo, es la diana perfecta. Desde ahí me he dejado barba, tratando de parecer menos llamativo». 

Y aunque algunos se crean que estoy de broma, o como poco exagerando, no tener a Artur Segarra cerca –español que lleva ocho años en la prisión de Bang Kwang que se las sabe todas, que habla tailandés y que, además, también asesinó y descuartizó– podría ser, al menos al inicio, un problema, ya que, en las cárceles, sinónimo de selvas, cualquier cercanía, por extraña que parezca, podría llegar a salvarte la vida. O al menos tu culo. 

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