La Policía Municipal de Madrid ha vuelto a detener a Rafael H., un hombre de 72 años, acusado de acosar de manera persistente a su vecina Milagros, de 73 años. A pesar de haber sido denunciado en varias ocasiones, este anciano continúa con un comportamiento que ha afectado profundamente a la mujer, quien reside en la calle Antonio Salvador, en el distrito de Usera.
Vecinos frente a frente
Rafael y Milagros viven en edificios opuestos, separados apenas por una estrecha calle. Desde sus respectivos terceros pisos, la única barrera entre ellos son las cortinas y persianas de Milagros. A lo largo del tiempo, la mujer ha sido víctima de un constante acoso: cada vez que se asomaba a la ventana, su vecino se masturbaba frente a ella, además de enviarle cartas con contenido sexual y lanzarle besos mientras realizaba actos obscenos.
Ganar en los tribunales no puso fin al calvario
Milagros, tras soportar meses de esta situación, llevó el caso a los tribunales, donde obtuvo una orden de alejamiento. Sin embargo, esta medida no fue suficiente para detener a Rafael, quien, en lugar de desistir, intensificó su comportamiento. Adquirió un cañón láser que instaló en su balcón, dirigiendo luces parpadeantes de colores hacia el salón de la víctima, provocando que la mujer declarara esa parte de su casa como «inhabitable» debido al constante hostigamiento visual.
La intervención policial
El 15 de agosto, Milagros decidió poner fin a la situación denunciando de nuevo a su vecino tras no soportar más el acoso con las luces láser. La Policía acudió rápidamente y pudo constatar el impacto de las luces que cegaban a la mujer. Desde la calle y la ventana de la afectada, los agentes pidieron a Rafael que bajara a hablar con ellos, pero éste ignoró las órdenes. Ante el claro caso de «acoso flagrante», los agentes forzaron la puerta del edificio para arrestarlo en su domicilio.
Un patrón de acoso extendido
Tras interrogar a otros vecinos, la Policía descubrió que Rafael también acosaba a Milagros de otras formas, como llamarla repetidamente al telefonillo en la madrugada. Incluso se menciona en el informe policial que el hijo menor de unos vecinos vivía con miedo tras haber visto a Rafael con un cuchillo sujeto en su cintura, lo que añade un nuevo nivel de inquietud a la ya tensa situación en la comunidad.