Karim El Baqqali, el hombre acusado de haber causado la muerte de dos guardias civiles en el puerto de Barbate, Cádiz, el pasado 9 de febrero, ha admitido su responsabilidad en los hechos tras meses de permanecer fugado en Marruecos. El acusado se entregó a las autoridades españolas el jueves, llegando a la costa gaditana en una embarcación y acompañado por un abogado.
El Baqqali ha reconocido ante la Guardia Civil que era el piloto de la narcolancha que embistió la embarcación de los agentes hasta en seis ocasiones, en lo que se cree que fue un intento de huida durante una persecución. No obstante, su defensa sostiene que las maniobras no fueron intencionadas para causar daño, sino que buscaba evitar la colisión , versiónque busca que las dos muertes no sean calificadas como asesinatos, sino como homicidios imprudentes.
El pasado jueves, después de pasar meses en paradero desconocido en Marruecos, Karim El Baqqali decidió regresar a España. Según el abogado de una de las víctimas, Miguel Lozano, el acusado llegó a las costas de Cádiz en una embarcación que, a diferencia de la que conducía en febrero, no era una narcolancha. Se entregó en la playa de la Hierbabuena, en Barbate, el lugar cercano a donde se produjo el trágico incidente. El Baqqali se presentó con la ropa aún mojada, un indicativo de su reciente llegada por mar, y acompañado de un abogado.
De inmediato, fue detenido por la Guardia Civil y puesto a disposición judicial al día siguiente, viernes, donde se le tomó declaración formal sobre los hechos que provocaron la muerte de los dos agentes.
Declaraciones ante los investigadores
Durante su testimonio ante los investigadores, El Baqqali ha confirmado que pilotaba la narcolancha el 9 de febrero, día en el que los agentes de la Guardia Civil intentaban interceptar su embarcación en lo que parecía ser una operación de tráfico de drogas en alta mar. Sin embargo, su defensa ha insistido en que las embestidas repetidas que sufrió la lancha de los guardias no fueron con la intención de acabar con sus vidas. Según el relato del acusado, sus maniobras fueron desesperados intentos por evitar una colisión, aunque resultaron fatales.
Este matiz es clave para la estrategia legal que está siguiendo el detenido. De lograr que el juez acepte la versión de los hechos como un accidente, El Baqqali podría enfrentar cargos por homicidio imprudente, una figura jurídica menos grave que el asesinato.