El gobierno de Pedro Sánchez ha optado por una respuesta evasiva tras revelarse la escala en puertos españoles del buque mercante MSC Arina, cargado de armas con destino a Libia. El barco, interceptado el 18 de junio en Calabria por las autoridades italianas, transportaba drones de guerra enviados desde China con destino a Bengasi, una zona controlada por el general Khalifa Haftar, aliado de Vladímir Putin.
Reacción del Gobierno y sus socios
Tanto el Ministerio de Transportes como el de Exteriores afirmaron desconocer el paso del MSC Arina por aguas y puertos españoles, sin proporcionar más detalles. Un silencio similar provino de los socios del Ejecutivo, Sumar y Podemos, quienes previamente exigieron prohibir la escala de otro barco con armas destinado a Israel en mayo. En esa ocasión, la petición fue atendida por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
Implicaciones internacionales
Según el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la exportación de equipo militar a Libia es ilegal, lo que llevó a la magistratura italiana a secuestrar los contenedores. El destino final del MSC Arina era Bengasi, controlada por el general Haftar, quien mantiene relaciones estrechas con el Kremlin y ha estado recibiendo suministros de guerra de Rusia.
Preocupación estratégica de la OTAN
Además, el Kremlin pretende construir una base militar en Tobruk, bajo control de Haftar, lo que extiende la influencia rusa en África. Esta base, cercana al flanco sur de la OTAN y de la Unión Europea, preocupa a los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos. Washington ha expresado su inquietud por las misiones navales rusas que descargan equipo militar en Libia.
Por otro lado, el incidente en Gioia Tauro ocurre en un contexto de creciente tensión entre EE.UU. y Rusia sobre Libia. Haftar, cuya principal preocupación es asegurar el futuro de sus seis hijos, vive rodeado de colaboradores cercanos.