Josep Lluís Trapero, conocido por su papel durante el referéndum ilegal del 1-O y los eventos del procés, se encuentra a punto de regresar como director general de los Mossos d’Esquadra bajo el gobierno de Salvador Illa, quien continúa conformando su Govern tras su investidura. Este nombramiento se produce en un momento crítico para la policía catalana, cuya reputación ha sido cuestionada tras la fallida detención de Carles Puigdemont y las vagas explicaciones de sus actuales dirigentes.
Trapero tiene una larga trayectoria en los Mossos, habiendo ejercido como comisario jefe en dos ocasiones: la primera en 2017 y la segunda entre 2020 y 2021. Antes de alcanzar estos cargos, Trapero había servido como agente de policía en diversos municipios y había escalado posiciones en el organigrama del cuerpo, siendo parte de la Comisaría General de Investigación Criminal. Además de su experiencia profesional, Trapero es licenciado en Derecho por la Universidad Abierta de Cataluña y cuenta con un posgrado en Seguridad Pública.
El retorno de Trapero a un puesto de relevancia no es inesperado, ya que Salvador Illa había anunciado durante su campaña electoral que, de ser elegido presidente de la Generalitat, nombraría a Trapero como director general de los Mossos d’Esquadra. Illa ha elogiado la trayectoria de Trapero y ha destacado que este le manifestó estar «al servicio de Cataluña», dispuesto a asumir el cargo. Sin embargo, este anuncio no estuvo exento de polémica, pues Carles Puigdemont lo interpretó como un intento de «hacer política con la Policía».
Trapero saltó a la escena pública en 2017, cuando fue nombrado comisario jefe de los Mossos d’Esquadra, solo unos meses antes de los atentados islamistas en Barcelona y Cambrils. Durante esos trágicos eventos, Trapero se convirtió en una figura mediática por sus comparecencias públicas, en las que explicaba las investigaciones y dispositivos policiales. No obstante, fue su papel durante el referéndum ilegal del 1-O y la posterior declaración unilateral de independencia lo que más marcó su carrera.
Tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, Trapero fue cesado de su cargo y se le imputó en el juicio del procés, donde la Fiscalía llegó a pedir 10 años de prisión y uno de inhabilitación para él. Sin embargo, la Audiencia Nacional finalmente lo absolvió de todos los cargos. Poco después de su absolución, fue restituido en su puesto en noviembre de 2020 por el conseller de Interior, aunque dejó el cargo en noviembre de 2021, un año más tarde.
El regreso de Trapero se produce en un contexto de grandes expectativas y desafíos para los Mossos d’Esquadra, un cuerpo que necesita recuperar la confianza pública tras una serie de controversias relacionadas con el apoyo al prófugo Carles Puigdemont. Su estrecha relación con Núria Parlon, la actual consellera de Interior y alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet, de donde ambos son originarios, ha sido un factor clave en su retorno. Según informaciones de El Periódico, la oferta para dirigir los Mossos ya se le había hecho en 2021, pero Trapero pidió tiempo para reflexionar antes de aceptar, sabiendo que su retorno se produciría con Parlon como consellera.
Las razones que han podido llevar a Salvador Illa a elegir a este perfil es su confrontación con el independentismo. A pesar de ser el responsable de los mossos duratne el referéndum ilegal del 1-O, durante su declaración en sede judicial, el major Josep Lluís Trapero se distanció de la estrategia del secesionismo y reveló que estuvo dispuesto a detener a Carles Puigdemont, a pesar de que el expresidente catalán siempre había hablado positivamente de él.
Además, con la entrada de Trapero, sale del asiento Eduard Sallent, comisario favorito de ciertos sectores de la antigua Convergència, quien ya dirigió los Mossos entre junio de 2019 y noviembre de 2020 bajo la gestión de Miquel Buch en Interior. La tensión más que conocida entre Sallent y Trapero refleja que el PSC busca asentarse en el poder y recordar a sus socios independentistas quién manda.
Este nuevo capítulo en la carrera de Trapero lo coloca nuevamente en el centro de la escena política y policial de Cataluña, un lugar que conoce bien por las luces y sombras que marcaron su gestión anterior, volviendo a ser un arma arrojadiza en la política catalana.