El regreso de Mikel Oyarzabal a su localidad natal de Éibar fue todo menos ordinario. Tras vestir la camiseta de la Real Sociedad y convertirse en héroe de la final de la Eurocopa al marcar el segundo gol de España en el minuto 86, Oyarzabal pasó a los anales de la historia del fútbol español. Este gol decisivo permitió a la selección española conquistar su cuarta Eurocopa, un logro celebrado con gran entusiasmo por todo el país.
Después de la celebración y la fiesta de los jugadores y el cuerpo técnico por las calles de Madrid el pasado lunes, los futbolistas regresaron a sus localidades para disfrutar de unos merecidos días de descanso. Entre ellos, Mikel Oyarzabal, quien al llegar a Éibar, no imaginaba la sorpresa que le esperaba.
El futbolista se dirigía a su peluquería habitual cuando, minutos después de terminar su cita, sus amigos de toda la vida le dieron un homenaje sorpresa. En un emotivo recibimiento, su cuadrilla lo esperaba con una pancarta en euskera que decía “Zorionak Mikel, txapeldun”, es decir, “Felicidades Mikel, campeón”, acompañada de aplausos y bengalas. La escena estalló en júbilo con sus amigos coreando su nombre y saltando al ritmo de la popular canción ‘Potra Salvaje’ de Isabel Aaiún. Oyarzabal, visiblemente emocionado, saludó a cada uno de sus amigos con incredulidad y gratitud.
El recibimiento tuvo lugar, curiosamente, frente a una sede del partido político EH Bildu, cuyos líderes se han desmarcado del triunfo de la selección española. Este contraste entre el apoyo local y la postura política añade un matiz interesante al homenaje.
Las polémicas pintadas tras el triunfo de la selección española
Este especial recibimiento en Éibar se distingue del menos amigable escenario vivido en el municipio vasco de Elorrio, el pueblo de la madre de Oyarzabal, días atrás. Allí, un grupo de personas colgó pancartas con mensajes despectivos hacia Oyarzabal y Mikel Merino, otro jugador destacado, donde se leía “No a la aceptación de la selección española. Traidores”. La pancarta estaba acompañada por una ikurriña y una bandera de España tachada con pintura, reflejando una tensión latente en algunos sectores de la comunidad vasca respecto a la representación nacional en el deporte.
A pesar de estos episodios, el cariño y la admiración que Oyarzabal ha recibido en su pueblo natal destacan la importancia de su logro y el orgullo que muchos de sus paisanos sienten por él. Este emotivo homenaje en Éibar subraya no solo su talento y dedicación, sino también el fuerte vínculo con su tierra y su gente, que celebran su éxito como propio.