El Banco de España sigue alerta ante los recuerdos de la crisis inmobiliaria de 2008 y ha lanzado un mensaje claro a las entidades financieras: no se deben repetir prácticas que inflen el valor de las propiedades. El supervisor ha mostrado su preocupación por las recientes dinámicas en el sector inmobiliario y las tasaciones, en medio de un nuevo auge de la construcción y una intensa competencia por las hipotecas.
Advertencia del Banco de España a las entidades
Antes del verano, el regulador envió una advertencia formal a los principales grupos financieros a través de las patronales AEB y CECA. En esa carta, expresaba su inquietud sobre ciertas prácticas que podrían poner en riesgo la independencia de las sociedades de tasación, comprometiendo así la valoración real de los activos. Según fuentes bancarias, el Banco de España también celebró reuniones en septiembre con cada entidad para discutir individualmente las irregularidades detectadas, solicitando a los bancos que presenten planes de corrección.
Cambios tras la crisis de 2008
El vínculo entre bancos y tasadoras ha sido motivo de atención desde la crisis inmobiliaria de 2008. Hasta entonces, muchas tasadoras estaban controladas directamente por las entidades bancarias, lo que en algunos casos resultaba en sobrevaloraciones de los activos. Esto se traducía en hipotecas más grandes, lo que beneficiaba a los bancos, pero dejaba un importante lastre en sus balances tras el estallido de la burbuja. Para evitar este tipo de situaciones, en 2010 el Banco de España prohibió a las entidades tener vínculos orgánicos con las tasadoras, que desde entonces operan de manera independiente.
El objetivo: transparencia y estabilidad
Ahora, el Banco de España busca evitar que el sector retroceda a prácticas que podrían poner en riesgo la estabilidad financiera. Si bien tanto el sector bancario como las empresas de tasación minimizan la alarma generada por la advertencia, reconocen que se han relajado algunas prácticas y que la intervención del supervisor tiene como objetivo mejorar la transparencia y garantizar la independencia entre ambos sectores.
Entre las prácticas que inquietan al Banco de España están los pagos vinculados al volumen de tasaciones, las tarifas planas y la rapidez en la entrega de los informes, lo que podría generar presiones para sobrevalorar los activos. Aunque desde el sector inmobiliario se descartan estas acusaciones, algunas fuentes admiten que las entidades financieras priorizan la rapidez y el coste por encima de la calidad en los análisis. Además, algunas tasadoras más pequeñas dependen en gran medida de los encargos de un solo banco, lo que podría condicionar sus valoraciones.