Marta Ferrusola desempeñó un papel crucial en el clan catalán que durante décadas influyó en los destinos de Cataluña. Detrás del poderoso presidente de la Generalitat, se alzaba un matriarcado liderado por su esposa, fallecida a los 89 años. Ferrusola no solo educaba a sus hijos, sino que también tomaba las grandes decisiones familiares, siempre reflejando su carácter implacable.
La revelación de un documento crucial
Los medios de comunicación dieron a conocer una nota manuscrita que Ferrusola envió a la Banca Reig andorrana el 14 de diciembre de 1995. En este documento, la matriarca del clan Pujol utilizó un lenguaje en clave religiosa para solicitar una transferencia de fondos ocultos en el Principado. Se presentó como “la madre superiora de la Congregación” y pidió al gestor bancario, al que se refería como “reverendo”, que trasladara “dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del capellán”, en alusión a la cuenta de su hijo mayor.
Esto provocó la entrada y registro de la Policía en la casa de la familia. El juez instructor José de la Mata, por primera vez, atribuyó a Ferrusola un papel crucial en la gestión del patrimonio familiar, conocido en sus comunicaciones bancarias como la “sagrada familia”.
Declive y aislamiento debido a una enfermedad
Desde 2018, la matriarca sufría de Alzheimer, lo que la mantuvo apartada de la vida pública y de la macrocausa por corrupción aún pendiente de juicio. Nada en la familia se movía sin su consentimiento. Supervisó personalmente la educación de sus siete hijos y desarrolló negocios que a menudo se mezclaban con la actividad pública de su esposo.
Algunas controversias de la fallecida
Ferrusola se dedicó a la jardinería y fundó la empresa Hidroplant, que obtuvo contratos públicos, incluyendo el césped del Camp Nou, ejemplificando la confusión entre Cataluña y los negocios. También generó polémica con declaraciones xenófobas sobre inmigrantes, lo que complicó la posición de su esposo, quien atribuyó estos comentarios a su carácter indomable.
Por otro lado, en una memorable comparecencia ante la comisión parlamentaria que investigaba la corrupción, en medio de acusaciones por amasar una fortuna en el extranjero, desafió a los políticos, afirmando que su familia “no tenía un duro”. Su intervención, el 27 de abril de 2017, dejó una huella en la historia reciente de España.
El futuro del patriarca
A sus 94 años, Jordi Pujol, con una notable lucidez, se siente preparado para “la cárcel, la ruina o la muerte”, pero no para el “deshonor y la vergüenza pública”. Sin la mujer que fue su apoyo más firme, enfrenta la recta final de su vida con resignación, contemplando la posibilidad de sacrificarlo todo por la salvación de la “nación catalana”.