Lo que prometía ser una presentación tranquila del libro de Irene Montero, Algo habremos hecho, se convirtió en un espectáculo mediático tras su llamado a movilizar simpatizantes para enfrentarse a la amenaza de un boicot de Dani Esteve, líder de Desokupa. Sin embargo, lo que no contaba Montero era con la ausencia del supuesto boicot y la presencia de críticas y escepticismo por parte de los vecinos del barrio.
A las puertas de la taberna Garibaldi, en la calle Ave María, se congregaron unas 200 personas, muchas de ellas movilizadas por colectivos afines a la exministra. «No pasarán», gritaban mientras esperaban a Montero, quien llegó acompañada de Ione Belarra, secretaria general de Podemos.
El boicot que nunca llegó
Dani Esteve había anunciado su intención de acudir con «200 amiguitos» para boicotear el evento, pero al final ni rastro de Esteve ni de su supuesto ejército. Los pocos simpatizantes que se dejaron ver en la zona fueron desalojados por un fuerte despliegue policial. «Esperábamos un boicot masivo y, al final, nada», comentaban algunos asistentes que parecían decepcionados por la falta de acción.
Durante el acto, Irene Montero lanzó un discurso en el que arremetió contra Desokupa: «Esto es lo que tenemos que seguir haciendo: respuesta popular. Hay que echar a esa panda de neonazis que hacen negocio con el odio y la persecución a los más vulnerables». Sin embargo, algunos vecinos y comerciantes de la zona se mostraron críticos con la presencia de la exministra: «Siempre vienen a montar ruido y al final los perjudicados somos los de aquí», comentaba un comerciante.
«Madrid merece tranquilidad»
Mientras Montero firmaba ejemplares de su libro, varios asistentes comenzaron a retirarse, dejando el ambiente más calmado. No faltaron las críticas hacia la política de Podemos por parte de algunos transeúntes que se mostraban molestos con la agitación generada en el barrio. «Queremos vivir tranquilos, no que vengan a buscarnos problemas», espetaba un jubilado desde una esquina.
Aunque el acto transcurrió sin incidentes, lo cierto es que quedó más marcado por la ausencia del prometido boicot que por el contenido del libro de Montero. En Lavapiés, lo que pasó fue lo de siempre: ruido, proclamas y pocas soluciones reales para los vecinos. Y, por si quedaba alguna duda, el verdadero aplauso de la noche fue para quienes simplemente querían tomarse una cerveza en paz sin tanto revuelo.