Todos los 11 de septiembre se celebra en Cataluña la Diada, una festividad que conmemora la caída de Barcelona durante la Guerra de Sucesión en 1714. Aunque rememora un episodio histórico de relevancia tanto para catalanes como para españoles, se ha convertido en una jornada clave para el independentismo, que aprovecha el día para reivindicar la autodeterminación y mostrar fuerza. Lo que originalmente fue un acontecimiento histórico compartido, hoy es visto por muchos como una herramienta propagandística del movimiento independentista.
Para los independentistas, la Diada es su «día nacional», una jornada en la que se presenta una versión tergiversada de la historia. Desde hace algunos años, ha sido el principal evento de convocatoria del independentismo catalán, aunque tras el referéndum ilegal del 1-O, la pandemia de Covid-19 y el desgaste del propio movimiento, la celebración ha ido perdiendo fuerza.
Una fiesta clave que no siempre movilizó a miles de personas
El 11 de septiembre es festivo en Cataluña, y los municipios y localidades se adornan con senyeras y esteladas. Sin embargo, la Diada no siempre atrajo a grandes masas. Fue en 2014 cuando el independentismo consiguió una gran manifestación, convocada anualmente por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), alcanzando el punto más alto de participación. A partir de entonces, la asistencia ha disminuido paulatinamente.
El crecimiento de la Diada como evento de masas comenzó en 2012, cuando la Guardia Urbana contabilizó cerca de 1,5 millones de personas en la manifestación de la ANC bajo el lema «Catalunya, nou estat d’Europa». Esto impulsó a Artur Mas a adelantar elecciones, y la Diada se convirtió en el pistoletazo de salida del famoso «procés». En 2013, la asistencia aumentó a 1,6 millones de personas, destacando la Vía Catalana, una cadena humana de 400 kilómetros que recordaba la «Vía báltica» de 1989 en Estonia, Letonia y Lituania.
El año récord: 2014
El mayor hito de la Diada fue en 2014, cuando se conmemoraron los 300 años de la caída de Barcelona. Cerca de 1,8 millones de personas formaron una «V» en Barcelona, simbolizando la Vía Catalana. Ese año se celebró también la consulta del 9N, declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional. Más de 2,3 millones de catalanes participaron en esa consulta, donde el 80,7% votó a favor de la independencia. Este evento resultó en condenas para Artur Mas y varios de sus consejeros.
La decadencia
A partir de 2014, la Diada comenzó a perder afluencia. Ni siquiera en 2017, el año del referéndum ilegal del 1-O, logró movilizar a tantas personas como antes. En 2015, la Guardia Urbana cifró la asistencia en 1,4 millones durante la Vía Lliure. En 2017, la jornada se centró en el «sí» al referéndum, pero solo reunió a 500.000 personas. Los años siguientes, la asistencia siguió cayendo, y en 2019 apenas 600.000 personas participaron, el número más bajo en seis años.
La Diada y la pandemia
La pandemia del Covid-19 en 2020 redujo la Diada a un evento simbólico con apenas 60.000 asistentes, organizados en manifestaciones estáticas para mantener las medidas de seguridad. A pesar de las restricciones, se registraron algunos incidentes, como la quema de un muñeco del rey Felipe VI.
En los años siguientes, la asistencia a la Diada no mejoró. En 2022, entre 115.000 y 150.000 personas participaron en las manifestaciones. La desmovilización del independentismo, el hartazgo general y las divisiones dentro de las fuerzas independentistas han contribuido al declive de la festividad, que ahora busca renovarse para recuperar su relevancia social en Cataluña.