La posible candidatura de María Jesús Montero para liderar el PSOE andaluz ha cobrado fuerza en las últimas semanas, convirtiéndose en el epicentro del debate dentro de la federación más grande del partido. A pesar de la ambigüedad mostrada por Pedro Sánchez y la propia ministra de Hacienda, su nombre resuena como una opción capaz de unificar al partido y fortalecer su posición frente a los próximos retos electorales.
Montero, quien ocupa un papel clave en el núcleo duro de Moncloa, es vista como una figura con experiencia y reconocimiento dentro del PSOE. Su trayectoria como consejera en los gobiernos andaluces de Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, así como su gestión actual como ministra de Hacienda, son percibidas como credenciales sólidas para asumir el liderazgo del PSOE andaluz. Además, su capacidad para negociar con socios políticos en contextos complejos refuerza su perfil como una líder estratégica.
Sin embargo, por esta misma razón, su pasado en los gobiernos andaluces anteriores podría ser utilizado por sus detractores para cuestionar su renovación, al haber participado en escándalos de corrupción como el caso ERE. Además, su papel en Moncloa, particularmente relacionado con temas como la financiación autonómica y los presupuestos de 2025, plantea dudas sobre la compatibilidad de ambos puestos, teniendo que someterse a Sanchez o apoyar a Andalucía.
El actual secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, ha confirmado su intención de presentarse a la reelección, pero ha reconocido que solo cedería ante una candidatura de peso como la de Montero. Mientras tanto, otras figuras como Juan Francisco Serrano, adjunto a la secretaría de Organización federal, han comenzado a ganar apoyos, aunque su perfil está más asociado a una renovación generacional que a una estrategia inmediata para 2026.
La incertidumbre sobre el futuro del PSOE-A se ha visto amplificada por la actitud ambigua de Pedro Sánchez, quien ha optado por no respaldar públicamente a Montero ni a ningún otro candidato. En sus declaraciones más recientes, Sánchez ha señalado que serán los militantes andaluces quienes decidan, aunque en el fondo muchos en el partido asumen que la decisión final dependerá de Ferraz.
Una posible solución que se discute es replicar el modelo de bicefalia implementado en otras federaciones, como la valenciana, donde la dirección orgánica y el liderazgo institucional están separados. Sin embargo, esta fórmula no cuenta con mucho respaldo en Andalucía, donde muchos dirigentes prefieren un liderazgo unificado.
El plazo para presentar candidaturas al Congreso Regional del PSOE-A, que se celebrará en febrero, está cada vez más cerca, y la falta de claridad sobre quién encabezará el proyecto genera tensiones internas. Aunque el nombre de Montero ha ganado fuerza, aún persisten las dudas sobre si asumirá este reto político y personal.
La decisión que tome Pedro Sánchez en los próximos días será crucial para definir el futuro del PSOE andaluz. Con el reloj en marcha, el partido enfrenta una encrucijada: optar por la estabilidad que ofrece la figura consolidada de Montero o apostar por una renovación generacional que podría mirar más allá de las próximas elecciones autonómicas. En cualquier caso, el desenlace de este proceso será determinante para el rumbo del PSOE en Andalucía.