La reciente intervención de Pedro Sánchez, solicitando que la Unión Europea (UE) reconsidere los aranceles a los automóviles eléctricos chinos, ha causado una oleada de preocupación en Bruselas. La Comisión Europea, que lidera una investigación sobre los subsidios otorgados por el gobierno chino a sus fabricantes, considera que esta postura podría comprometer la unidad de los Estados miembros en la lucha contra la competencia desleal procedente de Pekín. Para la UE, mantener una política firme frente a China es crucial para evitar la fragmentación.
Este giro en la política española llega en un momento crítico, ya que los aranceles impuestos por Bruselas en julio —que alcanzan hasta el 38,1%, sumados al 10% previamente existente— deben ser ratificados por el Consejo de la UE el próximo 30 de octubre. Para que las tarifas se vuelvan permanentes, se requiere el apoyo de una mayoría cualificada de Estados miembros, que representen al menos el 65% de la población de la UE. España, con un peso del 10,67% en la población europea, es un actor clave en esta votación, al igual que Alemania, que ha mostrado dudas aunque se ha abstenido en votaciones anteriores.
Durante una visita a China, Sánchez argumentó que «no se necesita otra guerra comercial» y pidió a la UE reconsiderar las medidas adoptadas. Su cambio de posición sorprendió a muchos, ya que España había respaldado inicialmente las tarifas. Este viraje ha generado preocupación en Bruselas, especialmente porque Alemania, con un 18,7% de la población de la UE, también ha manifestado su reticencia ante los aranceles, aunque sin oponerse abiertamente.
La respuesta Europea
Por su parte, el portavoz de Comercio de la Comisión Europea, Olof Gill, insistió en que cualquier acuerdo debe respetar las reglas del comercio internacional y «compensar plenamente los efectos dañinos» de los subsidios chinos. A pesar de que algunos fabricantes de China han propuesto fijar precios mínimos de importación para evitar los aranceles, Gill dejó claro que esas ofertas no han sido suficientes para corregir el impacto negativo en la industria europea.
Ante esta situación, Valdis Dombrovskis, vicepresidente económico de la Comisión, tiene previsto reunirse con el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, en Bruselas para abordar la disputa, además de otros temas bilaterales. Dombrovskis fue tajante al señalar que la política comercial es competencia exclusiva de la Comisión Europea, poniendo en contexto la intervención de Sánchez y reafirmando que la decisión final sobre los aranceles depende de Bruselas.
El cambio de postura del gobierno español también ha reavivado los temores de que China busque dividir a los principales Estados miembros de la UE, utilizando tácticas de presión sobre sectores estratégicos. Bruselas ya había anticipado que Pekín podría apuntar a industrias como la del porcino en España o la del coñac en Francia, como represalia por las medidas europeas. No es la primera vez que China utiliza esta estrategia de «divide y vencerás»; en el pasado, ya debilitó la respuesta europea en el caso de los paneles solares, logrando que países como Francia y Alemania cedieran, lo que llevó a la Comisión a suavizar sus medidas.
En este contexto, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, advirtió que «una política sólida europea hacia China depende de una fuerte coordinación entre los Estados miembros y las instituciones de la UE», subrayando la importancia de mantener la unidad frente a los intentos de Pekín por dividir a la UE.
