Imagen: agente medioambiental limpiando el pozo // Yolanda Lancha – La Tribuna de Toledo
Cinco años después de que se avistase una filtración de gasoil que afectaba a pozos milenarios en el Casco Histórico de Toledo, sumergiendo el patrimonio histórico de la ciudad en una crisis que parece no tener fin. Desde agosto de 2019, un acuífero en la Cuesta Ciudad, cercana a la Catedral, fue contaminado por esta fuga, afectando ya a tres pozos milenarios. La Policía Nacional y el Ayuntamiento de Toledo investigaron el origen de la filtración, determinando que el Arzobispado sería la fuente de la fuga.
Julián Baños, historiador y director de la empresa turística Entorno Toledo, es el propietario del local donde se encuentran los pozos afectados. Según contó en agosto de 2019, notó un color rojo inusual en las aguas de una pequeña poceta, lo que rápidamente se extendió al pozo más grande, contaminándolo por completo. A pesar de que las autoridades supervisaron el Palacio Arzobispal, ubicado a pocos metros de su local, y concluyeron que no había riesgo de contaminación, sin embargo, Baños sostiene que la situación ha empeorado debido a la inacción de las administraciones.
El problema, lejos de resolverse, ha ido empeorando con el paso de los años. El gasoil se ha extendido, alcanzando más tarde el único pozo romano conocido en el Casco Histórico de Toledo. Este hallazgo reciente ha causado gran consternación en Baños, quien descubrió la nueva contaminación al regresar de un viaje. La situación se torna más compleja, ya que el fuel se ha filtrado a través de las paredes de roca, lo que podría debilitar la cimentación del edificio donde se ubican cuatro plantas de viviendas.
Aún hoy, usuarios de redes sociales siguen preocupándose por la ciudad y por este problema que, por el momento, parece no tener una solución cercana.
La portavoz del Ayuntamiento de Toledo, Noelia de la Cruz, aseguró que el gobierno local se había puesto en contacto continuo con Baños desde que surgió el problema, pero subrayó que se trata de un «problema particular». A pesar de que el origen exacto del gasoil sigue sin conocerse, el Ayuntamiento colaboró en la retirada del combustible y también alertó al Gobierno regional para que estas instalaciones fuesen revisadas adecuadamente.
En paralelo, fuentes del Arzobispado de Toledo se aseguraron que no tenían conocimiento de la contaminación del tercer pozo, aunque hicieron un desembolso para contratar a una empresa especializada para que presentase hasta siete informes a la Junta de Castilla-La Mancha, mientras que las autoridades de Medio Ambiente realizan un seguimiento exhaustivo.
Aun así, Baños exige una indemnización por los daños causados, ya que considera que las acciones no han sido efectivas, ya que la contaminación persiste y ha afectado a un tercer pozo. Además, ha solicitado a diversas administraciones información sobre las inspecciones y actuaciones relacionadas con la contaminación, invocando las leyes de transparencia. El Arzobispado ha invertido 89.000 € en la limpieza, pero Baños insiste en que la situación no se ha resuelto y que sus pozos, considerados patrimonio histórico, siguen en riesgo. Mientras tanto, las labores de limpieza han sido suspendidas.
Con todo, el dueño de los pozos sigue lamentando la falta de solución definitiva. Después de cinco años lidiando con esta situación, su local sigue cerrado y su negocio, Entorno Toledo, paralizado. La frustración de Baños es palpable al ver que ni el Arzobispado ni el Consorcio han tomado acciones efectivas para restaurar los pozos a su estado original. El historiador está decidido a luchar para que el Arzobispado asuma la responsabilidad total de la limpieza de los pozos, ya que teme que, si el problema no se soluciona pronto, el combustible podría extenderse a otras zonas importantes del Casco Histórico, como el Ayuntamiento, la Catedral y El Salvador.
