La DANA ha causado cientos de víctimas y ha tomado por sorpresa a las formaciones políticas en el Congreso, que comenzaron la sesión de control al Gobierno con un minuto de silencio. Tras el inicio, surgió un consenso para suspender la actividad parlamentaria, aunque ya se habían realizado algunas preguntas. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, convocó a la Junta de Portavoces para discutir la situación, pero al no alcanzar un acuerdo, decidió finalizar la sesión de control y mantener la votación de RTVE, lo que provocó la indignación de varios grupos, que abandonaron el hemiciclo.
El portavoz del PP, Miguel Tellado, fue el primero en solicitar la suspensión del pleno, seguido por el socialista Patxi López y la diputada de Compromís, Àgueda Micó. Sin embargo, la presidenta recordó que no hubo solicitudes formales para suspender la actividad antes de la sesión, más allá del minuto de silencio. Finalmente, se acordó suspender la sesión de control, pero continuar con el pleno, a pesar de la oposición del PP y Vox, quienes argumentaron que si una parte se suspende, también debería hacerlo la otra.
Sin embargo, en España, la actividad política ha sido suspendida en diversas ocasiones debido a tragedias o catástrofes, como señal de respeto hacia las víctimas y para atender situaciones críticas. Unas interrupciones reflejan la sensibilidad del país ante sucesos de impacto nacional y la voluntad de que las instituciones se enfoquen en la gestión de emergencias o en dar luto a la sociedad, algo que, en este caso, no ha sido respetado por la formación gobernante, el PSOE.
Históricamente, en situaciones de catástrofes naturales, los políticos han sabido dejar de lado sus diferencias y acordar un cese temporal de sus actividades. Un ejemplo claro de ello se remonta a mayo de 2011, cuando un devastador terremoto sacudió Lorca, en la Región de Murcia, causando la muerte de nueve personas. En ese momento, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, lograron un rápido acuerdo a través de una conversación telefónica, decidiendo suspender la campaña electoral que se estaba llevando a cabo para las elecciones municipales y autonómicas. Esta interrupción duró un solo día, aunque al día siguiente, los principales dirigentes políticos acudieron rápidamente a Lorca, acompañados de sus asesores y fotógrafos.
Cuatro años más tarde, ya como presidente, Rajoy también tomó la iniciativa de suspender otra campaña electoral, esta vez en 2015, tras el trágico accidente de un avión militar A400M en las cercanías del aeropuerto de Sevilla, que resultó en la muerte de cuatro tripulantes.
La última vez que se detuvo un pleno del Congreso fue en marzo de 2020, en respuesta al contagio de Covid-19 del diputado Javier Ortega Smith. Ante la posibilidad de una infección, el grupo parlamentario de Vox decidió ausentarse de la sesión, lo que llevó a la presidenta de la Cámara baja, Meritxell Batet, a cancelar el debate. Esta decisión fue solo el principio de una serie de medidas políticas, ya que dos días después, tanto el Congreso como el Senado suspendieron toda actividad presencial debido al avance de la pandemia. El coronavirus también forzó el aplazamiento de las elecciones autonómicas en Galicia, el País Vasco y Cataluña para evitar aglomeraciones en los colegios electorales.
En el ámbito de la violencia terrorista, España vivió uno de los ataques más devastadores de su historia el 11 de marzo de 2004, cuando un atentado causó la muerte de más de 193 personas. En respuesta, todos los partidos políticos decidieron paralizar sus campañas electorales, que se celebraban a solo tres días del ataque. Sin embargo, hubo excepciones, como la intervención del socialista Alfredo Pérez Rubalcaba durante la jornada de reflexión, donde exigió al Gobierno de José María Aznar que aclarase la autoría de los atentados.
En el País Vasco, la suspensión de actividades políticas era común tras cada asesinato perpetrado por ETA. Por ejemplo, después del atentado mortal contra el exconcejal socialista Isaías Carrasco durante la campaña electoral de marzo de 2008, Zapatero y Rajoy acordaron un día sin campaña electoral ni reproches mutuos.
Además, se produjeron parones políticos tras el fallecimiento de figuras públicas. Tras la muerte de Pérez Rubalcaba en 2019, la política madrileña se detuvo durante un día en plena campaña autonómica, aunque Vox decidió continuar con sus actos. Similarmente, la campaña electoral en el País Vasco se detuvo 24 horas en abril de 2005 por el fallecimiento del Papa Juan Pablo II. Sin embargo, es importante destacar que no se realizó ningún cese de la actividad política tras el ataque a la embajada española en Kabul en 2015, donde dos policías nacionales perdieron la vida a manos de los talibanes, lo que pone de manifiesto la selectividad de estas interrupciones en el contexto político español.
En cada uno de estos eventos, el país se ha mostrado unido, con los líderes políticos adoptando una posición de respeto hacia las tragedias. Las suspensiones suelen ir acompañadas de declaraciones institucionales y de días de luto oficial, reforzando el compromiso de las autoridades con las víctimas.