En los últimos años, las tensiones entre el Gobierno de Pedro Sánchez y la Corona han incrementado en un contexto marcado por el intento del Ejecutivo de controlar las principales instituciones del Estado. Sin embargo, la Monarquía sigue siendo una institución que Sánchez no ha conseguido influenciar, lo que, según algunos sectores, ha llevado al intento de socavar de forma indirecta su legitimidad.
Diversos analistas sostienen que el Gobierno ha buscado asegurar su influencia en varias instituciones clave, como la Justicia y los medios de comunicación públicos, con el fin de consolidar su poder y proyectar su visión de Estado. Ante la imposibilidad de ejercer un control similar sobre la Corona, el Ejecutivo habría optado por una estrategia indirecta, que incluye una actitud permisiva hacia los ataques de Unidas Podemos y el debilitamiento de la imagen de la Monarquía.
La controversia en torno al Rey emérito y su salida de España en 2020 fue aprovechada por los sectores más republicanos del Gobierno para cuestionar abiertamente la Corona. La falta de una posición clara por parte del Ejecutivo permitió que los aliados de coalición, en especial Unidas Podemos, utilizaran este incidente como argumento para impulsar su agenda republicana.
Postura ambigua y permisividad hacia las críticas
El Gobierno de Pedro Sánchez ha permitido que figuras internacionales, como el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lancen duras críticas contra la Monarquía española sin respuesta pública de su parte. Ortega acusó a los Reyes de España de ser «ladrones, sinvergüenzas y asesinos» y los responsabilizó de «robar tierras y asesinar a antepasados indígenas» en América Latina. Esta declaración, que apunta a hechos históricos de la época colonial, ha sido interpretada como un ataque directo a la institución monárquica y a su representación en el Rey Felipe VI.
El Gobierno de Sánchez no solo tolera los ataques de mandatarios extranjeros, sino que permite que sus aliados políticos, como Carles Puigdemont y Arnaldo Otegi, critiquen duramente al Rey. También ha permitido comentarios como el del diputado de ERC Jordi Salvador, quien afirmó en X que Felipe VI es “digno heredero” de una “monarquía golpista, corrupta y profascista”. Además, la diputada Teresa Jordà declaró en el Congreso que la Corona es una “familia de ladrones y corrupta”. Estas declaraciones reflejan la falta de defensa del Ejecutivo hacia la institución monárquica, generando divisiones políticas.
Uno de los episodios más notables de esta tensión es la continua ausencia de una defensa explícita por parte del Presidente frente a las críticas de sus socios de coalición hacia la Monarquía. Unidas Podemos, que aboga abiertamente por una república, ha lanzado numerosos ataques tanto al Rey Felipe VI como al Rey emérito, Juan Carlos I, sin que Sánchez haya intervenido para proteger la institución.
Un ejemplo protagonizado por la antigua portavoz nacional de Podemos, Isa Serra, en el que afirmó que «la monarquía ha sido una institución corrupta, en contra del interés general y de la ciudadanía». Serra subrayó en su momento que no solo criticaban al Rey Emérito, sino que cuestionaban a Felipe VI, señalando que la monarquía se basa en un sistema de herencia que debe ser reemplazado por una república. El PSOE, que en aquel contexto aún era representado por José Luis Ábalos, trató de desmarcarse de la campaña de Podemos, sin condenarla en ningún caso.
Las acciones de Sánchez contra la Corona
Desde su llegada a La Moncloa, Pedro Sánchez ha mostrado su intención de debilitar la figura de la monarquía. Su primer paso fue el debate sobre la inviolabilidad del Rey, apoyando públicamente la propuesta de Podemos para su supresión. Aunque tuvo que abandonar la idea debido a la complejidad de reformar la Constitución, ha resurgido ocasionalmente para satisfacer a sus socios.
En septiembre de 2020, Sánchez vetó la presencia del Rey en la entrega de despachos a jueces en Barcelona, marcando la primera vez que el Gobierno utilizó el refrendo constitucional para controlar la figura del monarca. Además, intentó introducir una ley que sometiera la Corona al control del Gobierno, pero finalmente tuvo que desistir por la falta de apoyo.
En el ámbito de la política exterior, el presidente del Gobierno ha minimizado la actividad internacional del Rey, asistiendo él mismo a foros importantes, mientras que el presupuesto asignado a la Jefatura del Estado ha permanecido congelado.
Finalmente, su último intento ha sido despenalizar las injurias al Rey, argumentando en favor de la libertad de expresión, a pesar de que la Casa del Rey nunca ha presentado denuncias por este delito en casi 50 años.
Hostilidad durante la visita a Valencia
El Gobierno de Pedro Sánchez mostró su molestia con la Casa Real tras los altercados en Paiporta, Valencia, durante una visita en la que los Reyes de España y el propio Sánchez fueron recibidos con insultos, barro y objetos contundentes. Este incidente, que ocurrió en un contexto de rabia por las recientes inundaciones y la falta de acción por parte del Gobierno.
En este contexto se expuso la incomodidad del Ejecutivo con la reacción de la Corona ante los disturbios. Desde fuentes cercanas al Partido Socialista se difundió un informe titulado «Aparición de grupos ultras en los altercados contra Pedro Sánchez y los Reyes», que critica que los monarcas permanecieran en el lugar intentando hablar con los vecinos, mientras que el presidente del Gobierno se retiró por seguridad.
La tensión culminó cuando, tras el enfrentamiento, los Reyes permanecieron un rato en el lugar mientras Sánchez fue evacuado. Desde el Gobierno, se lamentó el «error de cálculo» de la Casa Real y se cuestionó el impulso de la Corona en una visita que, en palabras del ministro de Transportes, Óscar Puente, “probablemente no era el momento más oportuno”.
La erosión de la Corona ha llevado a un clima de polarización social y política, en el que los sectores más leales a la Monarquía exigen una defensa firme del Gobierno para preservar la estabilidad del sistema. En contraste, los partidarios de la república ven en la situación actual una oportunidad para abrir un debate sobre el modelo de Estado en España. La falta de defensa explícita de la Corona por parte de Sánchez no solo ha sido cuestionada por la oposición, sino también por una parte de la sociedad que teme que esta estrategia debilite una de las instituciones más importantes y representativas del país.