Desde que se destapó la denuncia contra Íñigo Errejón por presunta agresión sexual, otros hombres han sido señalados por casos similares, lo que ha provocado un revuelo mediático y un intenso debate sobre el manejo de estas situaciones en la esfera política y social. A continuación, se exponen algunos de los casos más relevantes que han surgido en este contexto, señalando tanto figuras políticas como públicas.
Juan Carlos Monedero
Uno de los nombres que más ha resonado es el de Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, quien ha sido acusado de acoso por varias mujeres. En particular, la influencer Takanashi publicó testimonios de mujeres que acusan a Monedero de conductas inapropiadas. Uno de estos casos más recientes involucra a una trabajadora de la limpieza en un hotel. Según el testimonio, Monedero habría acosado a esta empleada mientras desempeñaba sus funciones laborales.
El caso, que ha sido difundido por Takanashi a través de sus redes sociales, ha despertado gran controversia, ya que Monedero siempre ha mantenido un discurso feminista y defensor de los derechos de las mujeres. La contradicción entre su discurso público y las acusaciones ha generado una reacción polarizada, especialmente en el ámbito político, donde Podemos y sectores afines han evitado pronunciarse de manera contundente, lo que ha alimentado aún más la especulación sobre posibles encubrimientos dentro de la formación.
Antonio Maestre
Otro personaje que ha sido arrastrado al centro de la polémica es el periodista y colaborador de medios, Antonio Maestre. Maestre, quien también ha mantenido una postura feminista y progresista en su carrera periodística, ha sido acusado en redes sociales de acoso sexual. En concreto, se advierte que comunicador, de 45 años, trataba de seducir a jóvenes de entre 18 y 20 años. Algunas de ellas compartieron en X capturas de pantalla de sus conversaciones con Maestre. Ante estas acusaciones, Maestre ha reaccionado de manera contundente, anunciando querellas contra quienes lo señalan.
En un comunicado emitido a través de sus redes sociales, Maestre negó categóricamente todas las acusaciones y afirmó que se trataría de una campaña de difamación orquestada por sus detractores políticos. «No voy a tolerar que se me ataque con mentiras», declaró, asegurando que llevará ante los tribunales a cualquier persona que intente manchar su reputación sin fundamento alguno. Este caso ha abierto una nueva vertiente en el debate público sobre la delgada línea entre las denuncias legítimas y las acusaciones que pueden tener motivaciones políticas.
El PSOE y Juventudes Socialistas
En paralelo a estos casos, la exdirigente de las Juventudes Socialistas de Valladolid, Elisa Abril, ha denunciado al PSOE por su inacción en un caso de acoso dentro del partido. Según la exdirigente, un miembro de la organización juvenil cometió acoso sexual contra varias compañeras, y a pesar de que las denuncias internas fueron presentadas, el PSOE no tomó medidas significativas para investigar o sancionar al acusado.
Este caso ha vuelto a poner en el punto de mira al Partido Socialista, cuya imagen se ha visto afectada por no haber actuado de manera firme ante las denuncias de acoso en su seno. Las declaraciones del exdirigente han añadido presión sobre el partido, que ya estaba enfrentando críticas por su manejo de otros casos similares.
Contradicciones en el discurso político
La coincidencia de estos casos ha desatado una discusión más amplia sobre el trato que reciben las denuncias de acoso y agresión sexual en la política. Mientras que algunas figuras y partidos mantienen un discurso público de defensa de los derechos de las mujeres y de rechazo a cualquier tipo de abuso, las acusaciones que han salido a la luz ponen en duda la coherencia de este mensaje.
El silencio o las respuestas evasivas de ciertos sectores políticos frente a las denuncias recientes, particularmente las que involucran a figuras públicas de izquierda, como Monedero y Maestre, han sido duramente criticadas. La percepción de que algunos partidos o figuras están más preocupados por proteger su imagen o a sus afiliados que por buscar justicia para las víctimas ha minado la credibilidad de sus discursos feministas.