La gestión de Pedro Sánchez frente a la devastadora DANA que afectó a Valencia ha quedado marcada por su falta de cercanía y su aparente temor a enfrentarse a los damnificados. Ochenta y un días después de los hechos, el presidente del Gobierno ha regresado a la provincia, pero su visita ha sido vista como un gesto más político que humano.
Una visita tardía y blindada
Tras los altercados ocurridos en su frustrada visita a Paiporta, Sánchez no había pisado Valencia, limitándose a declaraciones desde la distancia. En su regreso, no visitó la zona cero ni se reunió con los vecinos afectados. El argumento de “no es momento de fotos” ha sido duramente criticado, interpretándose como un intento de evitar la presión ciudadana y las posibles protestas que podrían empañar su imagen pública.
El formato de su visita ha generado indignación. En lugar de recorrer las áreas más afectadas, Sánchez organizó una reunión en la Delegación del Gobierno con 28 alcaldes, restringiendo la participación de los representantes municipales. Solo cinco pudieron intervenir, lo que provocó críticas por parte de los alcaldes del Partido Popular, quienes señalaron que esta decisión aleja al presidente de las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos.
Promesas millonarias, pero falta de coordinación
Durante su estancia, Sánchez anunció un paquete de ayudas por 2.200 millones de euros para financiar la reconstrucción de infraestructuras municipales y del ciclo del agua, comprometiéndose a cubrir el 100% de los costes. Sin embargo, la falta de coordinación con el Gobierno valenciano liderado por Carlos Mazón ha sido evidente. Sánchez no ha mantenido reuniones con Mazón ni con otros representantes autonómicos, a pesar de afirmar públicamente que “la coordinación es total y absoluta”.
Esta desconexión quedó más clara al revelarse que el comisionado del Gobierno para la reconstrucción, José María Ángel, tampoco ha contactado con su homólogo valenciano. Desde la Generalitat se denuncia que las ayudas llegan tarde y muchas son a devolver con intereses, lo que añade frustración a los afectados.
Un líder criticado por su ausencia
El episodio de Paiporta, donde Sánchez tuvo que huir mientras los Reyes permanecían dando la cara, ha marcado su estrategia. Desde entonces, ha evitado cualquier interacción directa con los vecinos más damnificados. En su visita reciente, manifestantes lo recibieron con gritos de “¡dimisión!”, reflejando la desconfianza hacia su gestión.
Mientras tanto, desde el Palau de la Generalitat, Mazón acusó al presidente de mostrar una “descortesía institucional” al no buscar una mejor coordinación. Además, criticó que la Generalitat no fue informada de los detalles de la solicitud del Fondo de Solidaridad europeo. Este cruce de acusaciones ha alimentado la confrontación política entre ambos gobiernos, dejando en un segundo plano las necesidades de los afectados.