Las redes sociales, en su origen, prometían ser un espacio de interacción y diálogo abierto. Sin embargo, con el tiempo, se han convertido en un campo de batalla verbal donde los insultos, la desinformación y el odio se han vuelto moneda corriente. Esta situación es especialmente preocupante cuando los responsables de esos mensajes son políticos que, en lugar de fomentar el entendimiento, alimentan la confrontación.
Dos de los mayores representantes de esta peligrosa tendencia son Óscar Puente, exalcalde de Valladolid y miembro del PSOE, y Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso.
Óscar Puente: sarcasmo e insultos como estrategia política
Puente ha convertido “X” en su trinchera particular. Lejos de utilizar sus redes sociales para comunicar las políticas de su partido o plantear propuestas constructivas, el ministro se ha caracterizado por su tono sarcástico y en ocasiones insultante. Esto ha generado infinidad de polémicas, muchas veces por el lenguaje incendiario que utiliza.
Uno de los ejemplos más claros de esto fue su ataque hacia la Junta de Castilla y León durante la pandemia de COVID-19. Puente acusó a la administración autonómica, dirigida por el Partido Popular y Ciudadanos, de haber dejado morir a los ancianos en las residencias. Su mensaje fue: “La Junta de Castilla y León ha dejado morir a los ancianos en las residencias. Se podría haber hecho mucho más y no lo han hecho por incompetencia”.
Tweet viral de Óscar Puente. Fuente: «X»
Este comentario no solo fue interpretado como una acusación grave e irresponsable, sino que agravó las tensiones en un momento de crisis. Lanzar acusaciones sin matices sobre un tema tan sensible como las muertes en residencias es una forma de politización del dolor que alimenta el rencor entre facciones políticas.
Otro de sus episodios polémicos fue su constante ataque a los votantes de derechas. En un tuit, cargó contra los votantes de partidos como Vox y PP con una declaración que parecía reducir sus posiciones ideológicas a una nostalgia por el franquismo: “Vuestro problema no es que haya socialismo, es que no hay dictadura. Lo que os gusta a vosotros es Franco”.
Mensaje publicado por Ósca Puente contra Ayuso. Fuente: «X»
Además, en 2022 Puente criticó con sarcasmo a la exministra Irene Montero por la organización de su fiesta de cumpleaños, en un momento de crisis económica. Su tuit decía: “Debe de ser dura la vida de ministra para tener tiempo de celebrar una fiesta así mientras el país está como está”.
Este comentario fue percibido como una crítica personal y una forma de menospreciar a sus rivales políticos, lo que provocó una nueva ola de enfrentamientos en redes. Estos ataques triviales parecen destinados más a provocar que a fomentar un debate sustantivo sobre la situación del país.
Gabriel Rufián: provocación constante como alternativa política
Por su parte, Rufián ha hecho del insulto y la provocación su sello personal en redes sociales. El portavoz de ERC en el Congreso utiliza “X” como una plataforma para lanzar mensajes polémicos que muchas veces carecen de contenido constructivo y que, en lugar de defender la causa independentista, parecen orientados a provocar enfrentamientos.
Uno de los episodios más sonados fue su crítica a los independentistas que no siguieron adelante con la declaración unilateral de independencia de Cataluña en 2017. Rufián los acusó de traición al referirse a ellos con la famosa frase: “155 monedas de plata”.
Mensaje polémico de Gabriel Rufián publicado en 2018. Fuente: «X»
Este tuit, que compara a esos políticos con Judas, fue duramente criticado tanto dentro como fuera del independentismo. No solo dividió aún más el movimiento, sino que mostró la disposición de Rufián a atacar incluso a aquellos que, en principio, comparten su causa, siempre que no sigan sus métodos de confrontación directa. Otra de sus polémicas más conocidas fue su ataque a los votantes de Vox tras las elecciones andaluzas de 2019, cuando dijo: “Ahora que Vox gana en Andalucía, ¿qué dirán los del sur cuando pidan sus derechos?”.
Este comentario fue interpretado como un menosprecio hacia los votantes andaluces que apoyaron a Vox, y generó una fuerte indignación en el sur de España. Rufián, en lugar de tratar de comprender las razones detrás del apoyo a este partido, optó por ridiculizar a una parte del electorado, fomentando un clima de hostilidad.