Imagen: Euronews
La estrategia de exmandatario
Después de siete años influyendo en la política catalana y española desde Bélgica, Carles Puigdemont ha decidido regresar a Cataluña, enfrentándose a la posibilidad de ser detenido, con la esperanza de desencadenar un movimiento independentista significativo. La sesión de investidura de Salvador Illa será crucial para observar el impacto del retorno de Puigdemont.
Puigdemont confía en que su regreso provoque una reacción popular similar a la del otoño de 2017, un levantamiento que paralice la investidura de Illa y obligue a ERC a romper su pacto con el PSC, que busca la soberanía fiscal catalana. Sin embargo, esta campaña para movilizar a la ciudadanía no parece afectar a los socialistas y republicanos, quienes han firmado un acuerdo de investidura, rememorando el Pacto del Tinell de 2003 que inició el proceso estatutario.
Intentos de movilización y rumores
En medio de numerosos rumores sobre su paradero, Puigdemont y Junts intentan avivar el clima político, con la esperanza de reactivar un independentismo que les dio la espalda en las elecciones del 12 de mayo. ERC, por su parte, se ha acercado al PSC para formar un gobierno que, aunque no integrado, busca reeditar el espíritu del tripartito de 2003.
Por su parte, ERC considera que el ‘procés’ ha terminado y aboga por una nueva etapa política en Cataluña, avanzando gradualmente hacia un referéndum pactado con el Estado. Para evitar esta alianza, Puigdemont ha apelado al sentimiento nacionalista catalán con un vídeo donde anuncia su regreso del exilio, reafirmando su lucha contra la «represión» y la «anomalía democrática» de España.
Convocatoria, desafíos y reacciones
Junts ha convocado a la población a recibir a Puigdemont en el paseo Lluís Companys, cerca del Parlamento catalán, donde se espera que el expresidente tome la palabra en un desafío directo a los jueces. Planean escoltarlo hasta la Cámara catalana, donde probablemente será detenido, esperando que esto suspenda la investidura de Illa y ponga presión sobre los republicanos.
La cúpula de ERC, que logró aprobar su acuerdo con el PSC por un estrecho margen, no parece preocupada por las acciones de Junts y las acusaciones de «boutiflers». Marta Rovira y Lluisa Moret, líderes de ERC y el PSC respectivamente, han expresado su deseo de que, si se suspende el pleno, se convoque un nuevo debate de investidura el próximo lunes, marcando el fin político de Puigdemont.