Salvador Illa toma posesión como nuevo president de la Generalitat de Cataluña. | EP
Salvador Illa, líder del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), ha sido objeto de crecientes críticas por su enfoque conciliador hacia el independentismo catalán con numerosas concesiones que han avivado el descontento entre los sectores más firmes en la defensa de la unidad de España. Su actuación política, especialmente en momentos clave, ha sido interpretada por muchos como una serie de gestos de debilidad frente al separatismo, lo que ha puesto en cuestión su liderazgo y la orientación del PSC.
Una de las primeras situaciones que generó controversia es la actitud de Illa frente a la creación de la llamada «mesa de diálogo» entre el gobierno central y la Generalitat. Esta iniciativa, defendida por Illa como un paso necesario para resolver el conflicto político en Cataluña, ha sido criticada por sus detractores como un espacio donde el Gobierno central se ha mostrado demasiado dispuesto a ceder ante las exigencias independentistas. Según estos críticos, la mesa de diálogo, en lugar de servir para fortalecer la cohesión territorial y la unidad de España, ha sido utilizada por los independentistas para avanzar su agenda secesionista, mientras Illa y su partido no mostraban ningún tipo de resistencia.
Las críticas más recientes se centran en el papel de Illa en las negociaciones para la conformación del gobierno autonómico tras las elecciones. El socialista ha mostrado una disposición a colaborar con partidos independentistas en estos acuerdos, lo que ha sido visto como otra concesión que pone en entredicho su compromiso con la unidad de España.
En este sentido se ha pronunciado el Partido Popular (PP), que ha criticado que Illa está impulsando, de manera indirecta, una agenda que favorece los intereses independentistas. El PP ha señalado que bajo el liderazgo de Illa, el PSC ha adoptado una postura demasiado permisiva con el separatismo, facilitando iniciativas que erosionan la posición del Estado en Cataluña. Dolors Monserrat, portavoz del PP en el Parlamento Europeo, ha criticado que la «independencia fiscal» propuesta por Illa es una estrategia para fortalecer Cataluña a costa de mejorar los servicios públicos estatales.
Además, los populares han asegurado que Illa será el presidente catalán «con una agenda más independentista» que Puigdemont y Torra. Una referencia que destaca el temor de que Illa esté cediendo en aspectos clave, como la defensa del marco constitucional, en aras de mantener un diálogo que, para muchos, no ha dado resultados concretos en la desactivación del conflicto secesionista.
Un reciente ejemplo de esta postura amable con el secesionismo se evidenció cuando Illa fue visto tomando posesión de su cargo sin la presencia de la bandera española en el acto. Este gesto, aunque fue justificado por sus partidarios como una decisión protocolaria o casual, también puede ser fácilmente interpretado como una muestra de alineación con la simbología y el discurso independentista. Este incidente ha sido especialmente polémico en un contexto donde la defensa de los símbolos nacionales es vista como una barrera esencial frente al avance del separatismo.
Durante el debate de investidura, Illa también tuvo tiempo para dedicarles más «guiños» al independentismo. El político del PSOE subrayó su compromiso con la ley de Amnistía y destacó que ningún representante de los ciudadanos debería ser detenido por hechos amnistiados. Hizo un guiño a los independentistas al reconocer el «conflicto político con el Estado» y proponer una Convención Nacional para buscar un acuerdo amplio, excluyendo a Vox y Alianza Catalana.
En su discurso, Illa reafirmó su alianza con ERC y los Comunes, destacando su intención de seguir el acuerdo de investidura que incluye soberanía fiscal y la marginación del español en la administración. Illa también se comprometió a impulsar la «tercera gran transformación de Cataluña», recordando a figuras históricas como Josep Tarradellas y Jordi Pujol.
Salvador Illa es un político que ha sido duramente criticado por su postura demasiado conciliadora hacia las exigencias del independentismo catalán, con acciones recientes que refuerzan la percepción de que está dispuesto a hacer concesiones significativas a los secesionistas a cambio de apoyo en el Parlament. Desde las negociaciones con partidos independentistas hasta su actitud durante la toma de posesión, Illa ha sido señalado por facilitar el avance de una agenda que, según sus críticos, pone en peligro la integridad territorial y la estabilidad política de España.