Susana Díaz, exsecretaria general del PSOE de Andalucía y expresidenta de la Junta, protagonizó un momento de tensión durante su llegada al Congreso Federal del PSOE en Sevilla. Sus declaraciones reflejaron una crítica directa hacia la actual dirección del partido, tanto en Andalucía como a nivel federal. Al ser cuestionada sobre su afirmación de que el PSOE debe ser «habitable», Díaz respondió: «Cada vez que hablo, me cae una manta de palos«. Con estas palabras, puso de manifiesto su percepción de exclusión dentro de un partido al que considera que le falta mayor apertura y colaboración interna.
La intervención de Díaz subraya la necesidad de que el PSOE sea un espacio donde todos los militantes tengan cabida, sin que sobre nadie. Aunque evitó mencionar nombres específicos, dejó claro que el éxito del congreso depende de que todos los sectores se sientan incluidos. Si no se logra, advirtió, será un «congreso fallido». Esta afirmación puede interpretarse como una crítica velada a Juan Espadas, actual líder del PSOE andaluz, cuya continuidad está siendo cuestionada por ciertos sectores del partido. A pesar de ello, Díaz reiteró que no busca enfrentamientos y que sus comentarios siempre han sido hechos «con respeto».
Díaz también expresó su disposición a disculparse si alguna vez sus palabras fueron mal interpretadas o consideradas desafortunadas. «Si alguna vez me he equivocado, pido disculpas, pero nunca lo he hecho con mala intención», afirmó. Reiteró que su compromiso con el PSOE es genuino, ya que lo lleva «dentro» y que sus críticas buscan fortalecer al partido, no debilitarlo. Su presencia en este congreso, que coincide con una etapa complicada para el PSOE debido a presuntos casos de corrupción que afectan al presidente Pedro Sánchez, es significativa. La exlíder socialista admitió que el congreso fue convocado en un momento desafortunado, pero que debe servir para renovar el ánimo y la unidad.
A pesar de los momentos difíciles que ha vivido el PSOE, Díaz afirmó que sigue «chupando banquillo«, una metáfora que refleja su actual situación alejada de la primera línea política. Sin embargo, dejó claro que no descarta un futuro regreso. «Tengo solo 50 años, soy joven y ya habrá oportunidades», dijo, señalando que su retiro actual es solo temporal.
Acompañada por Verónica Pérez, antigua colaboradora, Díaz recibió muestras de cariño y apoyo a su llegada al recinto. Los abrazos y fotos que se tomó durante su recorrido fueron una declaración de respaldo a su postura crítica. Fue la dirigente que más tiempo tardó en recorrer el trayecto hasta la entrada, lo que algunos interpretaron como un mensaje claro hacia la dirección del partido. Su presencia simboliza la resistencia de una figura que, a pesar de los contratiempos, se mantiene firme en su visión de un PSOE más inclusivo y unido.