Imagen: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tras el debate sobre el Estado de la Región. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El último informe del Ministerio de Interior sobre delitos contra la libertad sexual permite poner la lupa en un fenómeno cuyas denuncias no han dejado de crecer en los últimos años: en 2023, un 86% de las víctimas fueron mujeres y un 14% hombres. Las proporciones se invierten si hablamos de agresores: el 93% de ellos son hombres y el 7% mujeres.
En un nuevo intento por atraer a los votantes contrarios a las políticas de igualdad, Isabel Díaz-Ayuso anunció su medida estrella que consiste en abrir un nuevo centro para hombres víctimas de violencia sexual en la Comunidad de Madrid. La idea llegó acompañada de sus habituales opiniones sobre un supuesto “falso feminismo” que “está impregnando las leyes”: “Esto de la igualdad, de la falsa igualdad, va a terminar”.
Por ello, Ayuso justifica la necesidad de este centro en la existencia de víctimas “menores de sexo masculino” o adultos que lo son en las prácticas como el chemsex.
Las principales víctimas hombres son niños y las mujeres agresoras han cometido “delitos relativos a la prostitución”
Los datos del informe citado revelan que buena parte de las denuncias referentes a delitos contra la libertad sexual son de niños y niñas víctimas de esta violencia por parte de familiares, vecinos, profesores, entrenadores… En total, constituyen el 42,6%. Es particularmente así en el caso de los hombres, un grupo en el que “el mayor número de victimizaciones” se concentra entre los 0 y 13 años, especifica el estudio. En cuanto a las mujeres agresoras, la mayoría han cometido “delitos relativos a la prostitución”, donde la proporción entre ellos y ellas se equipara.
Bárbara Tardón, especialista en violencia sexual, explica a elDiario.es que “en ningún caso” la propuesta de Ayuso “se refiere a la necesidad de combatir las violencias sexuales que se ejercen contra hombres como parte de la dinámica patriarcal. Es evidente que existe, pero hay que prestar atención a quién la ejerce y cómo”.
Señala además que es “importante” visibilizar que hay “hombres que sufren violencia sexual” porque “aunque no es tan prevalente como en las mujeres, los efectos también son muy graves”.
Sin embargo, la experta, que ha sido consultora de la ONU sobre feminicidio y violencia sexual, defiende que los recursos de atención y sus profesionales tengan un enfoque de género. No solo porque ellos sean mayoritariamente los agresores, sino también por cómo impacta en las víctimas. “Ser agredido implica una distorsión de lo que tendría que ser lo masculino y es una posición que simbólicamente es feminizada por la construcción patriarcal y homófoba que tenemos. Básicamente, es la idea de que hay cuerpos que penetran y otros que son penetrados, hay sujetos activos y otros pasivos. En este imaginario, los masculinos no debieran ser penetrados y si lo son, no son tan hombres”, sostiene.