El nuevo libro La fugida, escrito por la periodista Mayka Navarro y el detective Paco Marco, revela que los agentes de la Guardia Civil recibieron instrucciones explícitas de no identificar ni detener a Carles Puigdemont en su regreso a Barcelona en agosto de 2024. Según recoge The Objective, los efectivos destinados a seguir sus movimientos debían limitarse a informar a sus superiores en caso de verlo, pero bajo ningún concepto intervenir directamente.
El dispositivo de seguridad desplegado ese día tampoco mencionaba de manera expresa la necesidad de detener a Puigdemont. La operación se justificaba como un mecanismo para asegurar la celebración del pleno de investidura de Salvador Illa en el Parlament. El entonces comisario jefe de los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent, había concentrado el esfuerzo policial en blindar el acceso al Parc de la Ciutadella, esperando que el expresidente catalán intentara entrar en la Cámara autonómica. No obstante, Puigdemont nunca se acercó al Parlament, frustrando el operativo diseñado.
El libro también describe las tensiones internas entre los mandos de los Mossos a la hora de decidir quién debía ejecutar la detención en caso de que Puigdemont lograra acercarse a su objetivo. De acuerdo con The Objective, algunas figuras clave se mostraron reacias a asumir la responsabilidad directa, mientras que otros como Ferran López o Miquel Hueso se ofrecieron para actuar.
Sallent, tras varias vacilaciones, interrumpió sus vacaciones para asumir personalmente el mando del dispositivo. Activó la “Operación Jaula” en su nivel más severo, provocando importantes retenciones de tráfico en Barcelona, pero sin lograr localizar ni detener a Puigdemont. El líder de Junts consiguió abandonar la ciudad sin ser capturado y poco después regresó a Waterloo. El relato de La fugida apunta a que la mezcla de decisiones políticas y descoordinación operativa permitió que el expresidente burlara todos los intentos de arresto.
