La contrarreforma laboral impulsada por Yolanda Díaz, aprobada bajo el mandato de Pedro Sánchez, ha generado un efecto inesperado y preocupante en la precisión de los boletines de empleo. Si bien la reforma prometía mejoras en la estabilidad laboral, la realidad es que ha alterado gravemente la calidad de las estadísticas, proyectando una imagen distorsionada del mercado laboral español.
Uno de los cambios más controvertidos ha sido la reclasificación de los trabajadores con contratos fijos discontinuos. Este tipo de contratos, diseñados para permitir que los empleados trabajen de manera intermitente, han sido considerados «ocupados» incluso cuando no están activos. Esta maniobra ha inflado artificialmente los números de empleo y ha contribuido a una creciente brecha entre las cifras oficiales de paro y la situación real del mercado de trabajo.
Comparación de datos entre el paro oficial y el paro efectivo. Fuente: Libremercado
El último Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo, divulgado por Fedea, pone en evidencia esta discrepancia. Según los datos oficiales, el paro registrado bajó de 2.924.000 personas en agosto de 2023 a 2.572.000 en el mismo mes de 2024, lo que, en apariencia, constituye una mejora significativa con una reducción de 352.000 desempleados.
Yolanda Díaz maquilla los datos sobre el paro
Sin embargo, esta cifra oculta una realidad más sombría: el desempleo efectivo asciende a 3.354.000 personas, es decir, 782.000 parados más que los reflejados en las cifras gubernamentales.
Este desfase se ha disparado desde la entrada en vigor de la contrarreforma en abril de 2022. En aquel momento, Fedea estimaba que la diferencia entre el desempleo oficial y el efectivo era de 241.346 personas. Hoy, esa brecha se ha triplicado, alcanzando las 782.336 personas. Esto significa que el 76,7% del desempleo efectivo aparece en las estadísticas, mientras que el 23,3% restante, casi uno de cada cuatro desempleados, queda fuera de los informes oficiales. Este porcentaje es, además, el más bajo desde que se tiene registro, lo que revela que la distorsión está lejos de corregirse.
La contrarreforma de Díaz ha creado un espejismo estadístico que oculta la verdadera magnitud del problema del desempleo en España. Si bien el gobierno se jacta de los avances, la realidad es que estas cifras son el resultado de un maquillaje estadístico que desvirtúa la confianza pública. Lo que debería ser una herramienta para la planificación y gestión del empleo, se ha convertido en un ejercicio de manipulación, donde el paro real se camufla bajo un manto de datos incompletos.
Lejos de mejorar el panorama laboral, la contrarreforma ha logrado algo muy distinto: agravar la desconexión entre lo que el Ejecutivo presenta y lo que realmente enfrenta el trabajador español.