Ser autónomo en España es embarcarse en una travesía llena de obstáculos impuestos por un sistema que, lejos de fomentar el emprendimiento, parece diseñado para ahogarlo. A pesar de representar una parte esencial del tejido económico, los autónomos se enfrentan a cargas fiscales y burocráticas que dificultan su supervivencia.
Una carga fiscal asfixiante
Desde enero de 2025, las cuotas de autónomos en España se calculan en función de los ingresos reales, distribuidos en 15 tramos. Las cuotas mensuales varían desde 200 euros para ingresos inferiores a 670 euros, hasta 590 euros para aquellos que superan los 6.000 euros mensuales.
A esto se suma el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que puede alcanzar hasta el 47% de los ingresos.
Esta combinación de cuotas y tributación directa reduce significativamente los ingresos netos de los autónomos, situándolos en una posición de clara desventaja.
Comparativa con Europa: una desventaja evidente
Mientras que en España los autónomos soportan una carga fija considerable, en otros países europeos el sistema es más flexible y equitativo. Por ejemplo, en Francia, los autónomos disfrutan de una exención de cuota durante el primer año de actividad. Posteriormente, la contribución se basa en el volumen de negocio y la naturaleza de la actividad, con porcentajes que oscilan entre el 12% y el 22% de los ingresos.
En Alemania, los autónomos deben contratar un seguro de salud cuyo coste oscila entre 100 y 200 euros mensuales. Además, pagan un porcentaje del Impuesto sobre la Renta que varía entre el 14% y el 45%, dependiendo de sus ingresos.
Ingresos y realidad económica
Según datos recientes, casi el 60% de los autónomos españoles declara ingresos inferiores al salario mínimo interprofesional, que en 2025 es de 1.134 euros mensuales.
Esta realidad evidencia la precariedad de muchos trabajadores por cuenta propia, quienes, tras cumplir con sus obligaciones fiscales y de cotización, apenas disponen de recursos para subsistir.
Un ejemplo práctico: ingresos anuales y tributación
Consideremos el caso de un autónomo que factura 30.000 euros al año:
- España: Con una cuota mensual de aproximadamente 300 euros (3.600 euros anuales) y un tipo impositivo del IRPF del 20% (6.000 euros), el autónomo dispondría de 20.400 euros netos al año.
- Francia: Aplicando una contribución del 22% sobre los ingresos (6.600 euros), el autónomo tendría un ingreso neto de 23.400 euros anuales.
- Alemania: Con una contribución del 14% (4.200 euros) y considerando un coste anual de seguro de salud de 1.800 euros, el ingreso neto sería de 24.000 euros anuales.
Conclusión: una llamada a la reflexión
Es imperativo que España reevalúe el trato que dispensa a sus autónomos. Mientras que en otros países europeos se promueven sistemas más justos y adaptados a la realidad económica de estos profesionales, en España se mantiene una estructura que penaliza el emprendimiento. Si no se adoptan medidas que alivien esta carga, corremos el riesgo de desincentivar la iniciativa emprendedora, con las consecuentes pérdidas para la economía y la sociedad en su conjunto.