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26 Ene 2025
26 Ene 2025
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Aunque el islamista vista de seda, islamista se queda

Un radical islamista seguirá manteniendo sus convicciones aunque cambie de look. El blanqueamiento mediático y diplomático del líder de HTS resulta insultante. Albares protagoniza una nueva "foto de la vergüenza"

Ha pasado ya un mes de la caída del gobierno legítimo de Siria encabezado por Bashar Al-Ássad. Tras una rápida insurgencia, donde en el lapso de 11 días las tropas islamistas de Al-Golani tomaron Damasco, el nuevo gobierno islamista encabezado por HTS se perpetuará en el poder durante 4 años más. Ante la instauración de un gobierno islamista, liberticida e integrista, sólo queda hacerse una serie de preguntas clave. ¿Occidente no aprende la lección? ¿Seguirá Siria la estela de otros ejemplos como Libia o Afganistán? Y, sobre todo, ¿cómo un cambio de nombre, un recorte de barba y ropa de Hugo Boss son suficientes para engañar a la comunidad internacional?

El ejemplo de lo ocurrido en Siria no es algo nuevo, de hecho, muestra la misma dinámica que se lleva dando en Oriente Próximo desde 2011. Occidente azuza a la población para derrocar a los regímenes Baazistas, todo ello bajo las premisas de libertad y de democracia, los yihadistas e islamistas se integran bajo dichas premisas y terminan imponiéndose. Tras ello y con el beneplácito de Occidente se instauran gobiernos integristas, por lo que los países quedan desgraciados en regímenes teocráticos donde la pobreza campa a sus anchas. Véase un ejemplo claro como el de Libia, que pasa de ser el país más rico de África con Gadafi a terminar siendo un estado fallido gobernado por señores de la guerra.

Pese a quien le pese, el baazismo es la mejor vía de gobernación en los países islámicos. Los intentos de extrapolar un sistema liberal democrático al estilo europeo en los países islámicos derivan en fracaso. La mentalidad, los aspectos culturales y el estrecho arraigo de la religión islámica en todos los ámbitos imposibilita de base que en los países islámicos se pueda consolidar un estado social y democrático de derecho. Obviamente el baazismo no es el santo grial de los Derechos Humanos y la democracia, pero qué quieren que les diga, antes que una teocracia islamista es preferible un gobierno desarrollista secular y panarabista. La óptica panarabista y el secularismo suponen una inclusión de distintas confesiones no islámicas bajo un proyecto de estado, un proyecto de estado que aunque autoritario garantiza estabilidad política.

Un blanqueamiento mediático sin precedentes

Siria es un país que se ha desangrado en una cruenta guerra civil, una contienda que copó titulares entre 2015 y 2016, tras ello se dio un apagón mediático hasta lo ocurrido hace un mes. Resulta desolador ver como de forma lamentable los medios de comunicación occidentales llamaban «liberadores», «libertadores», «revolucionarios» o simplemente «rebeldes» a las tropas de HTS. El hecho de que los medios obviasen que HTS proviene de Al-Qaeda denota una estrategia de blanqueamiento espantosa. No señores, no eran adalides de la libertad, eran seguidores radicales islámicos de la infame ley Sharia. Esta estrategia de blanqueamiento mediático, incluso cuando aparecía material audiovisualbdonde los mal llamados «rebeldes» portaban banderas de Daesh refleja una situación de como los medios se han vendido al las oligarquías financieras.

El popular refrán dice que no hay más ciego que el que no quiere ver, y lo mismo sucede con todos los periodistas y voceros sistémicos que tanto desde la izquierda como la derecha han alabado el triunfo del islamismo en Siria. Resulta cuanto menos curioso cómo los adalides de la progresía woke ven en la caída de Assad algo bueno cuando, sin ir más lejos, mujeres, cristianos, drusos o alauitas sufren a la represión de la barbarie islamista. El blanqueamiento mediático y político del nuevo gobierno sirio roza el insulto para con el ciudadano a pie.

El neootomanismo de Turquía ha propiciado la insurgencia frente a un gobierno legítimo y soberano para el asentamiento de una teocracia. A su vez, el hecho de que nada más tomar el poder el líder de HTS anunciase que Siria asumiría un sistema económico de libre mercado, propulsó que los usureros del mundo anglosajón y de la UE perdiesen el culo por ver como hacer negocio en un país desangrado. Muestra de ello es que el lobby económico ha hecho que EEUU y Reino Unido suprimiesen la recompensa de 10 millones sobre la Al-Golani, se retire a HTS de la lista de grupos terroristas internacionales, se fuerce el levantamiento de sanciones y se proceda a un ejercicio de legitimación internacional conjunta de un terrorista mediante visitas diplomáticas.

Otro de los puntos de preocupación a tener en cuenta radica en el hecho que durante la toma de Alepo, Homs y Damasco miles de sirios afincados en Europa salieron a las calles al festejo. Los gritos de consignas en favor de HTS se sucedieron en Europa. Quizá vaya siendo hora de hacer ver que loar a Al-Jolani y a los logros militares de HTS es un delito de apología del terrorismo o incluso un delito de odio. ¿Por qué la fiscalía de delitos de odio mira hacia otro lado?

Una de las primeras conclusiones que se obtienen es que el concepto de terrorismo en occidente responde a una narrativa de ganador. El ganar en el campo de batalla y posteriormente asumir el poder hace que si los usureros y los lobbies económicos ven una oportunidad de negocio, pases de ser terrorista a ser actor legítimo. Quiero hacer mención en este apartado al vecino de Siria, Israel, este país debe su génesis moderna al terrorismo del Irgún, la Banda Stern, Leji o Haganá. Tanto es así que cuando estos grupos cumplieron su misión muchos de los cabecillas formaron parte de los primeros gobiernos israelíes. No ya bajo la óptica de terroristas, esta vez bajo la óptica de respetables demócratas. El mismo proceso se está dando con Al-Jolani, de ser un peligroso terrorista de Al-Qaeda a ser un demócrata con respaldo internacional.

Resulta evidente que desde occidente la lección no se aprende las elites y lobbies económicos son expertos en establecer teocracias islamistas con tal de hacer negocio para luego desgraciar dichos países. Por otro lado, dejemos ese mantra de que los Derechos Humanos y la democracia son la panacea y la ambrosía. Quizá vaya siendo hora de entender que hay contextos sociopolíticos y culturales donde no se pueden asumir estos sistemas. Quizá las vías de cooperación con este tipo de estados deben ser otras y siempre debiendo respetar la soberanía legítima, algo que con Siria no se ha hecho.

La foto de la infamia y el cambio de look

Finalmente parece ser que sí, efectivamente sí: un cambio de look es más que suficiente como para engañar a la comunidad internacional. Por mucho cambio de nombre (de Al-Golani a Al-Sharaa), recorte de barba y vestido de etiqueta, las ideas prevalecen. Un radical islamista que ha pertenecido a Al-Qaeda no cambia de la noche a la mañana, por mucho atrezo que pretenda portar o mucha la intención de establecer un sistema de libre mercado que pueda presentar.

Este cambio de imagen es meramente cosmético, una manera de querer ganarse el favor de la comunidad internacional. De hecho, hay que reconocer que Al-Jolani lo está consiguiendo: hablamos de premisas en favor de moderación que no quedan respaldadas en hechos. No hay más que acudir a distintas fuentes de Telegram para ver cómo los cristianos o los drusos siguen siendo perseguidos o cómo, tras ser Homs tomada, se impuso la aplicación de la Ley Sharia. O, si quieren más pruebas, busquen en la hemeroteca como Al-Jolani negó el saludo y despreció a la Ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock.

De igual manera, la labor blanqueadora de los medios generalistas unida a las infames visitas de representantes diplomáticos se traducen en una aquiescencia con el yihadismo. Veo una Siria que, lejos de aunar voluntades en un proyecto óptimo como puede ser el del PSNS, camina por los pasos de Libia, pero con la salvedad de que el polo fuerte radica en el gobierno de HTS.

Por último hay que hacer mención a la foto de la vergüenza de Albares y Al-Jolani compadreando en Damasco. Que el gobierno español siga la estela de la UE queriendo trabar relaciones diplomáticas con un terrorista que viste de Hugo Boss y se recorta la barba es, cuanto menos, infame. Más aún cuando se prometen unos 11 millones de euros en «ayuda» y se aboga por el levantamiento de las sanciones. Ni se va a imponer una tecnocracia islamista, ni las banderas arcoíris o los sobacos de rosa pasearán por Damasco. El Gobierno no debe tender lazos un personaje de este tipo, por lo que la foto de la vergüenza acompañará al actual ejecutivo

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