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11 Dic 2024
11 Dic 2024
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El poder del compromiso

Aleja conversaciones superfluas y tóxicas. Apártate del materialismo excesivo, y abraza la sencillez de tu vida diaria

El mundo está lleno de personas que no mantienen su palabra. Algo tan simple como dar valor a tus palabras mediante el compromiso es una de las principales razones por las que muchos no logran hacer grandes cosas con su tiempo.

Creo firmemente que somos capaces de alcanzar casi cualquier meta que nos propongamos, siempre que actuemos con sentido común. Aquí entra en juego el poder del largo plazo, y esos pequeños gestos diarios que suman mucho con el tiempo. Leyendo simplemente 10 minutos al día, conseguirás 60 horas al año, tiempo suficiente para leer unos 12 libros de 200 páginas, un libro al mes. Este es el poder transformador del largo plazo: algo que parece pequeño pero que, de forma acumulativa, resulta inmenso.

Todo gran proyecto comienza cuando nos comprometemos de verdad, cuando reservamos un espacio en nuestra agenda para avanzar, aunque sea un momento breve. Ese primer paso, aunque solo consista en hacer unos cuantos apuntes en una página, marca el comienzo de algo grande.

Cuando damos nuestra palabra de hacer algo, no se trata solo de un compromiso, sino de actuar desde la convicción. La diferencia entre hacer algo ordinario y hacerlo extraordinario está en la concentración que le dedicamos. Incluso en una conversación, podemos abordarla de dos maneras: arrastrando las palabras, dejándonos llevar por los primeros pensamientos y produciendo un discurso superficial, o enfocándonos en cada palabra, enlazando ideas y manteniendo el foco en nuestro interlocutor. Te invito a probarlo hoy mismo. En tu próxima conversación, presta el 100 % de tu atención; la diferencia te sorprenderá.

Este tipo de “micro compromisos” suelen surgir fuera del ámbito laboral. Claro, doy por hecho que, si tu jefe te pide un informe para mañana, lo tendrás listo. Pero lo que defiendo va más allá de nuestras obligaciones laborales: se trata de esos detalles entre las tareas cotidianas y las pequeñas labores diarias. La vida se vuelve maravillosa cuando resolvemos estas pequeñas tareas de manera satisfactoria.

Recuerdo que, en la universidad, las asignaturas que más disfruté fueron aquellas que mejor entendí. Este simple ejemplo refleja algo poderoso: cuando dominas algo, lo disfrutas. Solemos pensar que todo se reduce a gustos, pero la realidad es que el entendimiento y la satisfacción por los logros juegan un papel muy importante.

Recuerdo compañeros que abandonaban la carrera porque sentían que les faltaba “gusto” por las matemáticas. Honestamente, pocos a los veinte años sienten una fascinación por las matemáticas. Lo que marca la diferencia es el compromiso y el sacrificio. Y esto aplica a muchas áreas, como el gimnasio. Mantenerse en forma es una cuestión de disciplina, compromiso y no abandonar el esfuerzo. Al final, esto influye en tu humor, tu salud y hasta te lleva a mejorar tu alimentación.

Tenemos un papel protagonista en lo que nos afecta. Si te fijas lo suficiente, verás que la diferencia entre causar una buena impresión puede ser tan sencilla como un “gracias” al final de una frase. De igual forma, ser un buen hijo puede depender solo de cambiarle la tarifa de móvil a tus padres cuando lo necesiten. Mantener una amistad duradera, también, puede depender de dedicar cinco minutos al mes a escribir un mensaje, en lugar de no hacer nada. El pequeño esfuerzo que separa hacer algo bien de no hacerlo es inmenso.

Mediante el compromiso, te darás cuenta que ser una persona exitosa no tiene necesariamente que acumular dinero; el verdadero éxito tiene mucho más que ver con la felicidad. Las personas exitosas son comprometidas, empáticas, alegres y confiables. No se mueven solo por obligaciones o compromisos vacíos, sino que son conscientes de lo que ocurre en su vida. Entienden el valor del largo plazo y el sacrificio porque saben que, en la vida, el camino importa tanto o más que el destino.

El grado de compromiso que tienes contigo mismo determina el grado de felicidad que tienes. Si no eres tú quien debe cuidar de ella, ¿Quién lo hará? Aleja conversaciones superfluas y tóxicas. Apártate del materialismo excesivo, y abraza la sencillez de tu vida diaria. No sólo existen tiburones de los negocios que alcanzan el éxito a través de lo laboral; también existen los tiburones de la mundanidad, aquellos que, en su aparente normalidad, han encontrado el reino de lo extraordinario y el verdadero éxito personal.

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