Año tras año, la opinión pública critica la concesión del Premio Nobel de Literatura amparándose en que nadie ha leído o conoce al premiado. Esta es casi la única razón equivocada para criticar la elección de la Academia Sueca.
Escribo estas líneas la noche antes del anuncio del Premio Nobel de Literatura 2024, y se publicarán horas antes de que se conozca el nombre del ganador. Es decir, escribo cuando no sé quién saldrá premiado. Tampoco tengo interés en adivinarlo. Creo que saberlo cambiara en nada lo que vengo a decir.
Porque lo más probable es que mañana, cuando el señor de turno que sale todos los años a dar la noticia mencione al agraciado, yo ni me dé cuenta de que lo ha mencionado. Ese señor habla en sueco, y el nombre del premiado me suele ser tan desconocido que siempre me parece una palabra sueca más de una frase más en sueco.
Año tras año, la opinión pública critica la concesión del Premio Nobel de Literatura amparándose en este hecho: que nadie ha leído o conoce al premiado. Esta es casi la única razón equivocada para criticar la elección de la Academia Sueca. Se puede argumentar que hay escritores que merecen el Nobel mucho más que el elegido; o que hay otros escritores que prestigiarían al Nobel porque están por encima del galardón –sería lo idóneo, que el autor prestigiara al Nobel y no el Nobel al autor, es decir, que el ganador en realidad no necesite para nada un Nobel–.
Que muy pocos hayan leído o conozcan al premiado no es razón para criticar a la Academia. A priori porque, ¿ cuántos de los nombres de escritores integrantes de las quinielas de los medios de comunicación previos a la concesión del galardón han sido leídos o son conocidos? Yo a veces tengo suerte si me suenan uno de cada dos; haberlos leído, uno de cada tres, por decir algo.
A posteriori porque, ¿cuántos de los premiados son leídos después de haberles sido concedido el Nobel? Digo, si la queja es que son poco conocidos, una vez premiados la oportunidad de descubrirlos se presenta inmejorable. Pero, ¿quién ha leído a Bjørnstjerne Bjørnson, a Giosuè Carducci o a Rudolf Christoph Eucken? Yo tampoco, pero todos ellos ganaron el Nobel en la primera década de su concesión. Es más, ¿quién ha leído a José Echegaray?
Aducir al desconocimiento para censurar una decisión tan solo releva nuestra incomodidad ante la propia ignorancia. ¿No conoces al escritor? Pronto, léelo. Luego, da tu opinión. Incluso leyendo todo lo más que se pueda, es sencillamente imposible conocer a todos los escritores destacados del mundo. Hay demasiados como para conocerlos a todos, y eso es una gran noticia para la literatura, y para sus lectores.
En unas horas conoceremos al ganador del Premio Nobel de Literatura 2024. Si al saberlo repites la misma cara de póquer de años anteriores, bienvenido al club. Si quieres criticar la decisión, ponte a leer.