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18 Feb 2025
18 Feb 2025
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Jordi Évole y otras armas de polarización masiva

Que Jordi dé lecciones de polarización es comparable a que Cake Minuesa aparezca en una manifestación independentista para buscar entendimiento

Évole dice no concebir un país donde personas con ideas distintas no puedan compartir un programa, un dormitorio o, como él mismo afirma, una mesa. Sin embargo, no hace falta ir muy lejos para recordar cómo, en una entrevista con Macarena Olona, decidió incluir imágenes de un empleado limpiando la silla y el lugar donde ella había estado sentada, dejando entrever implícitamente que ese espacio necesitaba una limpieza especial tras su paso. ¿Acaso quería transmitir algo diferente aquí? ¿Dónde quedó, en ese caso, su supuesto mensaje anti-trinchera?

Resulta curioso escuchar a Évole hablar de polarización, siendo él mismo alguien que, podría decirse, ha construido su carrera durante más de 15 años fomentando el enfrentamiento de las masas. Sin ir más lejos, basta con observar su actividad en Twitter, la plataforma que es prácticamente el epicentro de la polarización. Desde que se unió en 2008, el periodista acumula un total de 42.000 tuits, lo que equivale a un promedio de 7 publicaciones diarias. Invito al lector a visitar su perfil para comprobar cómo alguien con una trayectoria tan extensa puede caer en un desquiciamiento constante, discutiendo con usuarios anónimos, sin fotografía, que se atreven a llevarle la contraria.

Repito: Jordi Évole ha publicado, en promedio, unos 7 tuits diarios durante 16 años. En muchos de ellos, se dedica a atacar y a trazar divisiones entre lo que él considera la verdad y el bien absoluto, y todo lo demás. Es de esos que defienden lo bueno y están en contra de lo malo, aunque qué es qué parece depender de la conveniencia. A veces, el terrorismo es denunciable si se lleva a cabo desde las cloacas del Estado. Como cuando se sumó a destapar, con buen criterio, la financiación ilegal del Partido Popular. Otras veces, cuando hay muertos de por medio en territorio amigo, como el País Vasco, entonces el discurso cambia: se trata de progreso democrático, de entendimiento entre Estado y Autonomía, y lo que toca es perdonar el pasado para mirar al futuro.

Y ni hablar de la ausencia total de crítica hacia el actual gobierno, especialmente en lo que respecta al periodismo de investigación que él mismo promueve en otros contextos. Resulta curioso, sobre todo ahora, cuando más que nunca existen indicios de delito que merecerían ser investigados y denunciados.

Jordi no solo no ha luchado contra la polarización; es, junto con otros personajes en España, una de las razones por las que esta existe. Está en la misma liga que Ignacio Escolar, Vito Quiles, Alvise Pérez, Cake Minuesa, Fonsi Loaiza, Alan Barroso, Silvia Intxaurrondo, Ángels Barceló, Antonio Maestre o Carla Galeote: el cóctel perfecto para que todo en España acabe saltando por los aires. Son personajes que pueden generar una falsa sensación de bienestar si estás de acuerdo con ellos, pero que provocan un profundo malestar si los tienes enfrente.

Estoy seguro de que cada quien simpatizará con quien tenga más afinidad. Y no digo que deban dejar de hacer lo que hacen. Muchos de ellos cumplen una función. Lo que realmente me preocupa es que estas personas puedan llegar a tener algún tipo de poder y que de ellos dependa la supervivencia del otro. Porque lo cierto es que, cuanto más influyen, peor estamos.

Que Jordi dé lecciones de polarización es comparable a que Cake Minuesa aparezca en una manifestación independentista para buscar entendimiento, o igual de cómico que ver a Vito Quiles denunciando a Antonio Maestre porque le ha tirado el juguete al suelo. No me malinterpretéis: no digo que lo que denuncian no deba ser señalado. Cada uno con su propuesta. Si me preguntan, probablemente estaría mucho más de acuerdo con el tridente Alvise, Vito y Cake que con Évole, Fonsi Loaiza y Alan Barroso. Pero de nada sirve cambiar el escenario si quienes suben a él tienen las mismas intenciones de ignorar las éticas básicas.

Ojo con los fanatismos y con no ser consecuentes con el verdadero objetivo: acabar con el mal hacer de los actuales gobernantes y de los medios de comunicación. Para lograrlo, la propuesta debe ser mejor. No caigamos en la trampa de idealizar a ciertos personajes como si estuvieran por encima del bien y del mal. Es cierto que han conseguido ciertas cosas muy necesarias en momentos puntuales, y desde mi perspectiva, siempre importará el qué por encima del quién para conocer una verdad. Pero si vamos a hablar de polarización, Jordi, no os quedéis en el vestuario: os toca salir al campo.

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