Cualquier apasionado del fútbol sabe que un equipo no son solo unos jugadores que visten un determinado color, sino que representan a una ciudad, concepto o sentimiento determinado, y por ello los partidos implican un valor añadido al asumir, con más o menos conciencia, que se trata de un enfrentamiento en el que esos sentimientos son los que están en juego.
Hay múltiples motivos que llevan a las personas a seguir a un determinado equipo de fútbol; lo más habitual es sentir una vinculación especial por el club de tu ciudad natal o por aquel del que es hincha algún familiar, mientras que en otros casos puede darse una elección más artificial por un equipo en base a sus resultados o a determinada característica particular que le represente, como su historia o algún jugador destacado.
En el mundo actual, cuyas interconexiones llegan hasta los aspectos deportivos, se pueden producir estas vinculaciones de las formas más insospechadas, como ejemplifica el equipo que protagoniza estas líneas: el Morecambe Football Club.
Fundado en 1920 en una pequeña localidad costera del norte de Inglaterra que le da nombre, este club se caracteriza por lucir una vistosa gamba en su escudo, lo que le ha brindado la simpatía de miles de aficionados a lo largo del mundo.
Actualmente compite en la cuarta división inglesa y juega sus partidos en el Mazuma Mobile Stadium, si bien ha modificado su campo local en varias ocasiones. A lo largo de su ya centenaria historia, si bien no puede contar con ningún título relevante, sí ha cosechado algunos hitos que han añadido capas a la singularidad que le caracteriza y que a tantos amantes del deporte rey ha conquistado.
Por ejemplo, durante la práctica totalidad de su existencia había mantenido el reconocimiento de no haber descendido de categoría en toda su historia, habiendo comenzado su andadura en el fútbol regional y ascendido en 1968, 1995 y 2007, cuando alcanzó la cuarta división, la más baja del fútbol profesional inglés; más recientemente, en 2021, consiguió el ascenso a la tercera división, pero finalmente conoció lo que significa el descenso en 2023, volviendo a la división actual.
También destacan sus polémicas en torno a la propiedad del club, que ha pasado por hombres de negocios, ciudadanos locales sin ningún tipo de interés en el equipo y hasta un jeque de origen no identificado, que a diferencia de lo habitual no llenó las arcas del Morecambe de los billetes que nunca le han sobrado.
En este sentido, a pesar de su fama, nunca ha perdido su condición de equipo modesto, y ha tenido que hacer frente a diversos problemas económicos a lo largo de su historia. El ejemplo más relevante se dio en 2016, cuando a su entrenador, Jim Bentley, le impusieron una sanción que implicaba una multa económica que los aficionados ayudaron a pagar.
Bentley, que estuvo al frente de “los camarones” entre 2011 y 2019, disfrutó durante su último año en el banquillo del título de entrenador más longevo en un mismo equipo en activo de todo el fútbol inglés.
Gracias a su curioso escudo, introducción de un club modesto pero orgullo de su ciudad, es por lo que aquellos que disfrutamos del fútbol descubrimos esta historia, que nos recuerda que este deporte va mucho más allá de los goles y las jugadas.
Ahora, el Morecambe se enfrenta a uno de los momentos más críticos de su historia: serios problemas de plantilla, un dueño que no parece preocuparse por el destino de este centenario equipo y una mala racha deportiva que podría agudizar la crisis económica por la que pasa el equipo.
Quizá no sigamos sus partidos y no sepamos nombrar a ninguno de sus jugadores, pero a todos nos daría pena que esta historia se acabase; porque su singularidad es también la nuestra.