Que la democracia en España está en crisis es algo que ya saben. El gobierno de Pedro Sánchez lleva más de un lustro erosionando todas las instituciones del Estado, y lo está consiguiendo. Vivir en un mundo pesoziado provoca una resistencia sin igual ante los escándalos. Estamos tan acostumbrados a que cada semana ocurra alguna barbaridad que cada vez nos importan menos y ya es muy complicado sorprendernos.
Pero los últimos días hemos conocido varias noticias que sí que deberían, cuanto menos, ponernos en alerta. La primera es lo que la oposición ha bautizado como la “Ley Begoña”: el objetivo de esta ley es suprimir la acusación popular, para evitar que la Justicia admita denuncias sustentadas en noticias publicadas en prensa. Esto en términos jurídicos, porque en lenguaje PSOE literalmente significa que Pedro Sánchez está tramitando una proposición de ley para evitar que la Justicia investiga las presuntas corruptelas de su mujer. A todo esto, habría que sumar que el Fiscal General del Estado está imputado, y, peor aún, Pedro no lo cesa, ya que les muy útil.
El ataque a la Justicia es tan obsceno y chapucero que asusta. El 90% de la gente que ve usted pasar por la calle ni si quiera sabrá qué es la Fiscalía o la “Ley Begoña”. La ciudadanía española sigue viviendo su vida mientras el PSOE desmantela el Estado sin contemplaciones. Estos ataques a la Justicia son propios de repúblicas bananeras, donde la calidad democrática es nula. La tercermundización de España avanza a pasos agigantados y nadie está ahí para evitarlo.
Por si fuera poco, hace unos días conocíamos que José María Álvarez-Pallete dejaba la presidencia de Telefónica. Bueno, en realidad era el PSOE quien se lo cepillaba. No es un consejo de inversión, pero si tuviera acciones de Telefónica las habría vendido ya. Imagínense al PSOE controlando la red de telecomunicaciones más poderosa de España, lo del Gran Hermano de Orwell se queda en anécdota.
Muchas veces se dice desde la oposición que vivimos en una dictadura, y no es cierto, afortunadamente, seguimos viviendo una democracia más o menos funcional. Hay que ser rigurosos con lo que decimos, y sobre todo respetar a aquellas personas que de verdad viven en un régimen tiránico sin libertades, como Venezuela. Pero tampoco podemos negar que el PSOE está cruzando líneas rojas muy rápido. La característica principal de un Estado totalitario no es ni la militarización, ni un líder supremo, ni si quiera el control de la prensa. En realidad, la clave está en que el Partido se fusione con el Estado: cuando el Estado va desapareciendo poco a poco y sólo queda Partido, ahí, señores, estamos jodidos.
El PSOE poco a poco está copando todas las instituciones y contrapesos del Estado. Cuadros del PSOE están presentes en cada vez más puestos de poder, una pesoización total, silenciosa y efectiva. Siempre suelo ser muy optimista, pero conozco a demasiada gente para ser demócrata a estas alturas. La mayoría no nos va a salvar, hay que ser realistas, lo único que nos puede salvar ahora son algunos jueces valientes. Estamos en la batalla final: el PSOE contra la Justicia, del ganador de esta contienda dependerá el futuro de España.
