Pocos, valientes y, posiblemente, sensatos, son los que hoy en día no tienen ningún perfil en redes sociales. Hace cuestión de una década, las redes sociales irrumpieron en nuestras vidas, un nuevo mundo digital lleno de posibilidades se abrió ante nosotros. Lo que al principio era considerado como algo “exótico” y propio de los jóvenes, hoy se ha convertido en nuestro día a día y, en muchos casos, hasta en nuestro sustento de vida. Cada día son más las personas que viven de las redes sociales, circunstancia que parece poner nervioso al actual Gobierno, que no quiere que los denominados “influencers” se escapen de sus garras intervencionistas.
Los miles de millones de dólares que generan las grandes tecnológicas han transformado el panorama económico mundial. Las redes sociales han supuesto una revolución y, como todas las revoluciones, el ser humano necesita tiempo para adaptarse a ellas, por lo que a día de hoy aún estamos aprendiendo a utilizar estas herramientas. Porque las redes sociales son eso, herramientas, no son ni buenas ni malas per se, son instrumentos que podemos utilizar para infinidad de necesidades: entretenimiento, mundo laboral, conocimiento… Las redes sociales eliminan las barreras físicas, acercan a todas las personas a un mismo lugar donde compartir ideas, opiniones e insultos. Son “amplificadores” de la sociedad, donde lo bueno y lo malo de esta se multiplica con una apabullante intensidad, produciendo cosas maravillosas, como encontrar oportunidades laborales, grandes amigos o incluso el amor de tu vida; pero también cosas aterradoras, como acoso, insultos, vejaciones u Óscar Puente, permítanme decirles que esta última es la que encuentro más grotesca, pues combina todas las anteriores.
El aspecto más positivo que puedo ver en las redes sociales es la eliminación de las barreras físicas de las que hablábamos antes, barreras que no nos permitían comunicarnos con otras personas e impedían la coordinación de esa función empresarial espontánea de la que habla Jesús Huerta de Soto y que tantos beneficios produce en la sociedad.
Mantener nuestras relaciones personales
Lo que sí me preocupa es que la velocidad a la que evolucionan estas redes sociales y, como no, la inteligencia artificial, sea más rápida que nuestra adaptación a ellas. Espero que seamos capaces de controlar a las redes sociales, y no que las redes sociales nos controlen a nosotros. Deseo que, por mucho que podamos conocer e interactuar con personas nuevas a través de la red, sepamos mantener nuestras relaciones personales, tan puras e intensas como siempre, sin perder jamás el afecto y calor humano que tanto bien nos hace.
No seré yo quién les diga si tienen que hacerse o no un perfil en alguna red social, esa es su decisión, sólo me queda advertirles de que si lo hacen tengan precaución y responsabilidad, las redes sociales podrán cambiarles la vida y hacerles mejorar como persona, pero también hay una posibilidad, no menor, de que les consuman y les robe el alma hasta despersonificarlos por completo.