Ayer, Venezuela presenció un hito que marcará la historia del continente americano: la toma de posesión de Nicolás Maduro, un evento que consagra la consolidación de un golpe de Estado que lleva años gestándose. La tragedia venezolana no es sólo un problema para los ciudadanos de ese país; es un símbolo de cómo la corrupción, el autoritarismo y la falta de escrúpulos pueden desmoronar una nación entera. Y hoy, con este acto que sella su control sobre el poder, es imprescindible reafirmar una idea que la historia y la filosofía política han avalado en repetidas ocasiones: el tiranicidio es justo y necesario en casos como el de Maduro.
Hace unos meses, publiqué una columna, donde analizaba los posibles escenarios que podrían desarrollarse en Venezuela. Tres eran las opciones: una guerra civil, la huida o muerte del dictador, o la perpetuación de su régimen. Hoy, lamentablemente, nos encontramos ante el tercer escenario: Maduro no solo sigue en el poder, sino que ha profundizado su control, aplastando cualquier esperanza de cambio a corto plazo.
Esta situación no deja lugar a dudas: el tiranicidio, como lo definió el gran Juan de Mariana, no solo es moralmente justificable, sino que se convierte en un acto de justicia y una obligación para quienes luchan por la libertad. Mariana, el influyente jesuita español del siglo XVI, fue un pionero en la defensa de esta idea. En su obra “De Rege et Regis Institutione”, dejó claro que un gobernante que traiciona su deber hacia el pueblo pierde su derecho a gobernar y, por ende, puede ser eliminado para restaurar el orden y la justicia.
Maduro encarna todas las características del tirano descrito por Mariana: ha usurpado el poder, ha destruido las instituciones democráticas, ha llevado al pueblo a la miseria extrema y ha empleado la violencia para reprimir cualquier intento de oposición. No se trata de un simple mal gobernante; es un tirano en el sentido más puro de la palabra, y como tal, su permanencia en el poder es un acto de agresión continua contra los derechos fundamentales de los venezolanos.
Mariana defendía que el tiranicidio no era un acto de venganza, sino de justicia. En sus propias palabras, “El tirano es como una fiera salvaje que amenaza la seguridad de todos; eliminarlo es un acto de defensa colectiva”. Esta premisa cobra especial relevancia en un contexto como el de Venezuela, donde todas las vías democráticas han sido cerradas y donde el sufrimiento de millones de personas se prolonga día tras día.
Desde la caída de Calígula en la antigua Roma hasta la muerte de dictadores modernos como Mussolini, los tiranos han encontrado su fin cuando el pueblo o sus representantes han decidido actuar para poner fin a su opresión. En cada uno de estos casos, el tiranicidio ha sido un punto de inflexión, una oportunidad para reconstruir sociedades devastadas por el abuso de poder.
El caso de Maduro no es diferente. Su permanencia en el poder no solo prolonga la agonía de Venezuela, sino que envía un mensaje peligroso al resto del mundo: que los tiranos pueden actuar con impunidad mientras tengan el respaldo de fuerzas militares corruptas y aliados internacionales cómplices. Permitir que esto continúe es, en sí mismo, una traición a los principios de justicia y libertad que deben guiar a cualquier sociedad civilizada.
El tiranicidio, como acto de justicia, también debe ser comprendido dentro de un marco de responsabilidad. No se trata simplemente de eliminar a Maduro, sino de garantizar que su caída sea el comienzo de un proceso de reconstrucción nacional. Esto requiere una oposición organizada, un liderazgo claro y el apoyo de la comunidad internacional. Sin estas condiciones, el riesgo de caer en un ciclo de violencia y desorden es real, pero no debe ser un argumento para perpetuar la tiranía.
Recuerden que los tiranos no caen solos: caen cuando los pueblos deciden actuar, cuando entienden que la justicia no es compatible con la pasividad. ¿Es justo el tiranicidio en el caso de Maduro? No solo es justo; es imprescindible para abrir las puertas a un futuro de esperanza y libertad para Venezuela.
1 comentario en “Maduro debe caer”
Todo lo anterior expuesto viene a autorizar lo mismo con la dictadura sanchista.