Javier Milei no es un político al uso por varios motivos. En primer lugar, porque es liberal-libertario y eso no abunda en este particular campo dominado por socialistas de todo color y condición, junto a los habituales y tibios socialdemócratas. En segundo lugar, porque cree firmemente en su ideario y lo lleva a la práctica, a sabiendas de que la libertad no sólo es la única receta correcta para crear riqueza, sino que, además, es moralmente superior al miserable zurderío. Y, por último, pero no menos importante, porque dice las verdades del barquero, sin tapujos ni ambages. Va con la verdad por delante.
Antes de llegar al poder, Milei dijo que “no hay plata” y sacó su ya famosa motosierra para anunciar que recortaría el gasto y el tamaño del Estado a fin de eliminar los aberrantes excesos cometidos por los peronistas. Asimismo, advirtió de que la receta a aplicar sería dolorosa a corto plazo. Sin embargo, también avanzó que funcionaría, de modo que acabaría con la inflación e impulsaría de nuevo el crecimiento.
Dicho y hecho. Un año después de asumir la Presidencia el 10 de diciembre de 2023, Argentina es otra. Milei recibió la peor herencia posible de manos del peronismo, con el país sumido en una profunda crisis, al borde de la hiperinflación y con la mitad de la población en la pobreza. Casi nadie entonces creyó en que podría darle la vuelta, pero lo hizo… Vaya si lo hizo.
El informe Milei, año 1, elaborado conjuntamente por el Instituto Juan de Mariana y la Universidad Francisco Marroquín recoge sus principales logros económicos en este primer año de andadura al frente del país. Y el balance no puede ser más positivo.
La inflación, que en diciembre del pasado año, crecía a un ritmo del 25% mensual, lo que implica un 324% anualizado, ya está por debajo del 3% mensual y el 40% anual. La brecha cambiaria, que refleja la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el precio real de canje en el mercado, ha pasado del 150% al 3%, posibilitando el fin del cepo.
El Estado, que presentaba un déficit del 2,7% en 2023, acumula hoy un superávit del 1,7% sin contar el pago de intereses. Es la primera vez en más de 120 años que el Gobierno argentino gasta menos de lo que ingresa sin haber suspendido pagos. Por otro lado, la prima de riesgo se ha desplomado, de modo que la rentabilidad del bono a diez años ha caído del 30% al 8%, facilitando el crédito a familias y empresas.
La temida recesión terminó en el primer semestre y, desde entonces, la economía argentina crece con fuerza y todo apunta a que el PIB aumentará entre un 5% y un 10% el próximo año. El sueldo real de los trabajadores, descontando la inflación, también sube. La pobreza ya es inferior a la registrada hace un año, con una tasa del 44,6% y bajando, mientras que la indigencia cae al 11,6%. Y entre otras muchas mejoras, el precio de los alquileres se ha hundido un 30%.
El cambio de rumbo ha sido radical. Milei está cumpliendo justo lo que prometió cuando resultó elegido en las urnas: que Argentina vuelva a ser una potencia económica mundial.