La batalla mediática entre Pablo Motos y David Broncano es el principal tema de conversación en nuestro país actualmente, mientras tanto, el PSOE ríe, encantado. Personalmente, suelo tener el saludable hábito de no encender la televisión desde hace ya mucho tiempo. Nada de lo que sale me parece interesante, y menos programas de esta índole donde la pregunta más sesuda que hacen a los entrevistados es “¿Cuánto follas?” o ¿Cuánto dinero tiene?”. Aunque no sé qué es peor, si preguntarlo o dignarse a contestar.
La televisión, por suerte o por desgracia, va cuesta abajo y sin frenos, cada vez las audiencias son menores, y las personas jóvenes ya no consumen productos televisivos. Por eso, el Estado va a aprovechar cualquier oportunidad que le surja para rascar algo de audiencia, cueste los millones que cueste. En concreto, son 28 millones lo que nos cuesta el “intelectual” de Broncano. Lejos de importarme quién consiga más cuota televisiva de los dos, lo que me preocupa es lo que hay detrás.
En primer lugar, España tiene infinidad de problemas más importantes que preocuparse por la competencia de dos programas de televisión y, en segundo lugar, lo que debería preocuparnos es que el Estado (el PSOE) se gaste 28 millones de dinero público en un programa televisivo para hacer la competencia a uno que se supone que es la oposición, Pablo Motos. RTVE se ha convertido en la televisión privada del PSOE, un arma política más a su servicio. Mientras los medios de comunicación y las redes sociales hablan de Motos y Broncano; no hablan del paro juvenil, la deuda pública, el desempleo, el precio de la vivienda, el ataque al poder judicial, la imputación de Begoña Gómez, entre otros…
El pan y circo romano se ha transformado en paguitas y Broncano. El PSOE tiene tomada perfectamente la medida a este país, y nos la cuela cada mes. Pero aún con todo, hay otro tema que me va a hacer perder la cordura: ¿de verdad a alguien en su sano juicio le parece que Pablo Motos es de extrema derecha? He llegado a leer que el Hormiguero es “fascismo en prime time”. Si un programa con hormigas hablando y experimentos químicos es la máxima representación del fascismo español, apaga y vámonos.
El Hormiguero es un programa que se lleva emitiendo desde el 2006. Se ve que antes no era fascista, se habrá ido haciendo fascista con los años. De hecho, desde que llegó Pedro Sánchez al poder todos somos un poco fascistas. El sectarismo del Gobierno es tan salvaje que todo aquel que se oponga no sólo al PSOE, sino a Pedro Sánchez, es un fascista de extrema derecha. Pero no se dejen engañar, toda esta cortina de humo la están utilizando para allanar el camino hacia la censura, ni más ni menos, de todos aquellos medios críticos con el Gobierno que cada vez lo van a tener más difícil para expresarse.
Por lo tanto, no se dejen engañar por el pan y el circo. Miren más allá y háganse la pregunta de qué gana el PSOE con todo esto y siempre acertarán. Y, si al PSOE no le molesta el debate sobre Motos-Broncano, es porque le beneficia.
