Qué suerte tienes, Pedro Sánchez. Mientras los ciudadanos comunes nos enfrentamos a trenes que se averían constantemente, tú te paseas en tu Falcon 900. ¡Y qué Falcon! Cada hora de vuelo consume 1.041 litros de queroseno y emite dos toneladas de CO2. Para ponerlo en perspectiva: en una hora de vuelo, gastas más combustible que el que utiliza un español medio en todo un año. Y si eso no es suficiente, cada 60 minutos a bordo de esta aeronave emites tanto CO2 como lo que genera un ciudadano europeo en tres meses entre conducir, poner la calefacción y otras actividades cotidianas.
Y mientras tanto, ahí estás tú, dándonos lecciones sobre la necesidad de ser más sostenibles y reducir nuestra huella de carbono. Nos animas a dejar el coche y optar por una bicicleta eléctrica, mientras te desplazas en un helicóptero Superpuma para trayectos cortos como el que va desde la Moncloa a Torrejón de Ardoz, que alcanza la increíble distancia de 26 kilómetros. Un trayecto que podrías hacer en menos de media hora en coche, o, mejor aún, en tren. Claro, eso sería si los trenes funcionaran correctamente, pero como no lo hacen, entiendo tu necesidad de volar. Qué fácil es subirse al carro de las soluciones simples cuando no tienes que enfrentarte a la realidad cotidiana.
Imagina, Pedro, si te subieras a un tren con nosotros. Quizás entonces entenderías lo que significa lidiar cada día con un sistema caótico capaz de joderte el día desde primera hora. Los retrasos interminables, los vagones abarrotados y la infraestructura que parece incapaz de mantenerse a la altura de las necesidades. O mejor aún, ven conmigo a la estación mañana por la mañana. Podríamos esperar juntos al tren que nunca llega a tiempo y que así vieras las caras de enfado del personal.
Lo sé, Pedro, la plebe debe entender. Nosotros no podemos conducir coches sin etiqueta porque contaminan. Nosotros somos los que debemos dejar el coche en casa y optar por la bicicleta eléctrica, o incluso el patinete, ya que estamos. Es curioso que mientras atacas a quienes osan tener coches de lujo y criticas a los vehículos privados, seas tú el presidente que más ha utilizado el Falcon. Si comparamos la aeronave con un Seat Ibiza del 2000, ese coche mal visto por no tener etiqueta, el Falcon contamina en una hora lo que el Ibiza en un año recorriendo 13.000 kilómetros. La disparidad es asombrosa y revela una desconexión total con la realidad que tratas de vendernos.
Pedro, aunque resulte difícil de creer, con esta sarta de idioteces carentes de sentido has superado incluso a Yolanda Díaz, convirtiéndote en el máximo exponente de la política del eslogan vacío. Nos hablas de sostenibilidad mientras eres el primero en contaminar a un ritmo que dejaría boquiabierto al más cínico. ¿Nos invitas a subirnos en bici, pero tú no bajas del avión? Así no funciona el asunto.
No me malinterpretes, Pedro, no espero verte en bicicleta por la Castellana. Pero podrías empezar por reducir esos litros de queroseno antes de dar lecciones sobre movilidad sostenible. Tal vez podrías mostrar un poco de coherencia entre lo que predicas y lo que practicas.
La próxima vez que decidas sermonearnos sobre movilidad sostenible, Pedro, mejor deja el Falcon en tierra. Porque, mientras sigas volando a ese ritmo, lo único que estarás contribuyendo a reducir no será la huella de carbono, sino la credibilidad de tus palabras. O mejor aún, llévame en tu bicicleta. Aunque, claro, conociendo tus preferencias, dudo mucho que sepas siquiera dónde están guardadas.