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24 Oct 2024
24 Oct 2024
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Sobre Ayuso

Ayuso y Peinado se han convertido en el blanco de todas las miradas. Cuando al oficialismo no consigue las victorias en los tribunales rabia y entra en la conspiración

La semana pasada no resultó feliz en los Juzgados para el oficialismo. De una parte, el Fiscal General del Estado pagó con su imputación por el Tribunal Supremo su empeño en divulgar a voz en grito las intimidades de las cuitas tributarias del novio de la Presidenta de la Comunidad de Madrid: quiso ir a por ella y el tiro le ha terminado saliendo por la mismísima culata. Y, ya el viernes, para rematar, otro Tribunal, el Superior de Justicia de Madrid, rechazó con estrépito -con entusiasmo, que diría Borges-, la querella del Presidente, con la interposición de la Abogacía del Estado, contra el instructor de la causa de las travesuras académico-mercantiles de la célebre Begoña, mujer por cierto que hay quien considera poco menos que la Teodora de nuestro tiempo. Dos verdaderos gatillazos. Y muy estruendosos: de los que retumban.

El circo de la política trasladado a los tribunales

Siempre es fácil profetizar a posteriori -el conocido como vaticinium ex eventu-, pero bien puede decirse que ambos fiascos se veían venir, porque se trató de iniciativas que sólo obedecían a la obsesión contra dos personas, Ayuso y Peinado, obsesión que tiene cegados a los actuales gobernantes. Vieron en dos concretas situaciones -que ella no se ha echado de pareja a un contribuyente ejemplar y que el segundo se empeñó en que una declaración testifical se realizase presencialmente- la ocasión de vengarse del destino. Pero lo que ha terminado sucediendo, se insiste, es que las cosas se les han puesto aún peor de lo que estaban. Su ardor ha sido su perdición.

El fútbol ha generado menos expresiones coloquiales que los toros, aunque todos hemos hablado o escuchado muchas veces lo de las bodas de penalty o eso de que tal o cual persona, en contextos desesperados, exhibe más moral que el Alcoyano. Pero se suele usar menos la referencia a los goles en propia puerta, que en estos dos casos viene que ni pintada: el oficialismo, llevado por un arrebato contra quienes considera son dos enemigos más acérrimos, ha ido a por lana y ha salido trasquilado. A Ayuso y Peinado habría que sumar también a Milei, pero contra este no ha habido oportunidad de poner en marcha ninguna iniciativa judicial. Vistas las cosas con ojos de ahora, lo mejor que ha podido pasar.

La obsesión por la persecución utilizando los tribunales

Con la obsesión, en efecto, hay que andarse con cuidado, porque acaba siendo autopunitiva, como se muestra en la película de Jennifer López del mismo nombre. O, puestos a pensar en Hollywood, podríamos hablar también de psicosis, en el sentido de Alfred Hitchcock. Obsesión, psicosis o también fijación o incluso abiertamente odio. El oficialismo se lo dispensa a colectivos enteros (los que conducen un Lamborghini, son propietarios de un piso alquilado en Barcelona o escriben en un pseudomedio, por ejemplo) pero, si se trata de personalizar, nada como el citado trío Ayuso, Peinado y Milei, que tienen la característica de que llevan a los gobernantes, presos de la ira, a atacarlos dando palos de ciego, con lo que el remedio resulta peor que la enfermedad. Una verdadera tragedia, que además y pese a todo no da síntomas de remitir.

Lo más chistoso del caso es que el gremio de las togas se ha caracterizado siempre en España por su permanente genuflexión hacia el poder, sea este democrático o no y, en el primer escenario, así esté ocupado por tirios o por troyanos. Habérselos enajenado (porque, en efecto, han pasado de la servidumbre a la abierta indisposición) es algo que sólo se explica a base de goles en propia puerta. Pero muchos, no sólo estos dos últimos, que en buena medida son una mera consecuencia. Ha sido una torpeza por así decir muy elaborada: sistemática, incluso. Lo que se dice hacerlo rematadamente mal y de manera concienzuda, cuando no puntillosa, explicado sea de nuevo con una palabra propia de Borges. Bien que, eso sí, con un público fiel, en el que no hay la menor fisura. Como en la famosa secta de Jim Jones en Guyana.

Haberse arrimado a los catalanes es lo que tiene. ¿En qué cabeza cabe?

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