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24 Mar 2025
24 Mar 2025
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Tractores vs hipocresía e ignominia.

“Las protestas del sector primario conocidas como “tractoradas”, son el resultado del ninguneo sistemático que el campo ha recibido a lo largo de los años.”

No es novedad que los tractores irrumpan en la vida política española, de hecho, son recordados con simpatía, pues fue el meme jocoso de aquella sesión de investidura, en la que por un momento Mariano Rajoy y Aitor Esteban encarnaron un “beef” más digno de una Red Bull Batlle que de una sesión parlamentaria. Es lógico, pues era necesario un tractor para que el PNV recogiera las nueces.

El sector primario ha sufrido el desmantelamiento sistemático por parte de una clase política urbanita, que solo se ha acercado al campo en las campañas electorales, así como las imposiciones de una elite burocrático-mafiosa con residencia en Bruselas. Desde el año 1986, la clase política nacional ha tenido un papel pútrido y lamentable, vendiendo y desmantelando con cuatro cuartos y mil picardías, la riqueza común que radica en el sector primario y en el sector secundario. Siendo el resultado, ser el parque de atracciones, el mingitorio y el club de alterne de nuestros “homólogos” europeos del norte. Del otro lado, el rol traidor e ignominioso de la clase política, que propicia la invasión económica y el dumping de esa satrapía teócrata llamada Marruecos.

La furia del campo es totalmente legitima, el campo ha sido defenestrado de muchas formas, en primer lugar, bajo ese artificio llamado PAC. En vez de garantizar una modernización de las estructuras e inversión, se han financiado las pérdidas y se ha contribuido al desastre para hacer que el campo no sea competitivo de manera deliberada. En segundo lugar, ese sueño húmedo que tienen algunos ilusos de que la UE se convierta en una suerte de superestado federal europeo, poco o nada se cumplirá si no se defiende la riqueza que puede generar nuestro sector primario. El papel quinto columnista tanto de la clase política nacional, como de esos entes siniestros llamados comisarios europeos, los cuales no hemos elegido democráticamente, deja en entredicho la imposibilidad de la consecución de ese sueño húmedo. Pisotear el motor económico del sector primario es tirarse piedras hacia nuestro propio tejado.

De otro lado entra toda la demagogia mal llamada “ecologista”, de nuevo se asumen postulados muy bonitos en agendas foráneas.  Que sobre el papel todo se aguanta, pero que en la práctica son insostenibles para que el campo pueda subsistir. Y no, no es que el sector agrario sea negacionista del cambio climático, simplemente se combate para poder comer. Para subsistir y para demostrar que se les ignora y ningunea, en la aprobación de leyes, pues es algo patente que no hay un auténtico dialogo legislativo, sino intereses partidistas. La ley de protección animal, el no sacar al lobo del LESPRES o las restricciones al uso de fertilizantes y pesticidas implican la imposición unilateral de una voluntad foránea y ponzoñosa. Por ende, la falta de dialogo es con quienes de verdad sufren los efectos de estas leyes.

Las Agendas foráneas de palabrería rimbombante alejadas de la realidad inmediata son nocivas, pero poco se puede ver u esperar de quienes las promueven. Multinacionales y chiringuitos supranacionales que no tienen escrúpulos en usar como referentes a infantes nórdicos de 12 años como cabeza visible, pero cuya hipocresía se hace latente, pues la intención es destruir al pequeño y mediano agricultor favoreciendo los cultivos en masa, el uso de transgénicos y la masividad.

Otro de los problemas es la indecencia y la falta de consideración con el trabajo propio. Es del todo canallesco, ver como en nuestros mercados el producto nacional se da lado en favor del producto extracomunitario, incentivando la competencia desleal y el dumping. Maxime cuando desde fuera no se imponen las restricciones legales que se imponen en la Zona Euro, es por ello por lo que si de verdad hubiera voluntad o todos retrocedemos y asumimos las mismas normas del juego y la sostenibilidad o nada. Hay que frenar esta pulsión de ser la meretriz y poner el lecho para que la competencia desleal campe a sus anchas.

Finalmente, otros seres siniestros que están teniendo un papel abyecto, chabacano e incluso zafio, son los sindicatos. El señalar estas protestas y deslegitimarlas alegando que se son “señoritos” y no son “clase trabajadora”, implica un ejercicio de malicia y desprecio, es realmente el dolo supino. No se puede permitir que vividores que han traicionado su esencia, y pijos malasañeros que no han visto un azadón, establezcan con su perorata “cool” quien es y quien no es clase trabajadora.

Queridos lectores, no. Las “tractoradas” no son la marcha de las camisas negras sobre Roma, ni una horda de barbaros ignorantes como quieren hacernos ver. Son la reacción ante un futuro realmente distópico, solo decir que se merecen el apoyo social por su noble labor. Ya que si el campo no produce la ciudad no come.

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1 thought on “Tractores vs hipocresía e ignominia.”

  1. Muy de acuerdo, es el colmo de la hipocresía. Al parecer los adyuvantes utilizados en los países de los que importamos productos agrícolas dan igual, como si solo el producto nacional fuese “anti ecológico”. Todas estas medidas que pretenden poner a la UE en la vanguardia medioambiental son un constante escupirse para arriba y ya estamos pagando el precio.

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