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30 Dic 2024
30 Dic 2024
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La OTAN y la UE: Las dos patas del Angloimperio

Durante la Guerra Fría, la política exterior estadounidense creó en Europa una serie de instituciones para contrarrestar la influencia soviética

José Alsina Calvés

El final de la II Guerra Mundial marcó el declive de Europa. Con la excepción de Francia, que tuvo estatus de “vencedora”, las demás naciones fueron “derrotadas” o simplemente “liberadas”. El enfrentamiento USA-URSS dio lugar a la llamada “Guerra Fría”, y la política exterior estadounidense tuvo a bien crear en Europa una serie de instituciones culturales, político/económicas y militares para contrarrestar la influencia soviética.

En el año 1950 se crea el Congreso Para la Libertad de la Cultura, entidad financiada por la CIA, con objetivos metapolíticos, para luchar contra la influencia comunista en el mundo de la cultura. Entre otras cosas, el Congreso patrocinaba el arte abstracto para oponerlo al “realismo soviético”. Nos ocuparemos de esta cuestión, más en detalle, en otro momento.

En 1949 se crea la OTAN, alianza militar paralela a la alianza económico/política que va a ser la UE. El mismo año se crea el Consejo de Europa, para “promover la democracia y defender los derechos humanos”. En 1952 se crea la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, fundamental para el control de los armamentos.

En 1957 se firman los Tratados de Roma. En 1958 nacen la Comunidad Económica Europea (CEE), y la Comunidad Europea de Energía Atómica (EURATOM), fundamental para el control de las armas atómicas. Solamente a Francia, país con estatus de vencedor de la II Guerra Mundial, se le permite tener armas atómicas.

Cualquier intento de crear un sistema de defensa europea es boicoteado por USA. La llamada Unión Europea Occidental, creada en 1999, ha estado siempre bajo la tutela de la OTAN.

Con el tratado de Maastricht, en 1992, y el posterior tratado de Lisboa, se crea el Euro y la “ciudadanía europea”. Los intentos de crear una Constitución Europea fracasaron, pues en muchos Estados se convocaron referéndums con resultado negativo.

La justificación de la OTAN era la existencia del Pacto de Varsovia entre la URSS y sus aliados/satélites del este de Europa. Sin embargo, cualquier intento de crear un sistema de defensa europea es boicoteado por USA. La llamada Unión Europea Occidental, creada en 1999, ha estado siempre bajo la tutela de la OTAN.

Con el hundimiento de la URSS, USA acaricia la idea de convertirse en un Imperio universal. El neoliberalismo y la ideología de los derechos humanos, que son las nematologías del Angloimperio, ya sin ninguna alternativa ideológica, se convierten en la “nueva razón del mundo”. En esta perspectiva, la UE se convierte en el principal agente del globalismo: multiculturalismo, inmigracionismo, ideología de género, “histeria” climática y fundamentalismo democrático son sus pilares principales.

Todo parecía indicar, y así lo prometieron los dirigentes de USA a Gorbachov, que después de la disolución del Pacto de Varsovia, la OTAN ya no tenía razón de ser y, por tanto, su disolución era inminente. Pero no fue así. Lejos de disolverse, la OTAN fue extendiéndose por los países del Este de Europa.

Estos movimientos tienen una explicación geopolítica. La subida al poder de Vladimir Putin en Rusia y el desarrollo de una política soberanista frustraron el plan de fragmentación de Rusia, es decir, de la destrucción del “Heartland” o “corazón de la Tierra”, que ya estaba en los planes de Mckinder, inspirador del apoyo a los rusos blancos en la guerra civil que siguió al triunfo de la Revolución de Octubre. Mckinder pensaba, con razón, que una victoria de los blancos provocaría la fragmentación de Rusia, dada su disparidad ideológica.

A partir de aquí se produce un giro estratégico, siguiendo a Spykman, discípulo de Mckinder: ante la imposibilidad de conquistar o neutralizar el Heartland, hay que controlar el “creciente exterior” o “Rimland”, es decir, controlar con gobiernos títeres, los estados que rodean a Rusia.

En esta lógica hay que interpretar el golpe de Estado o “revolución de color”, auspiciada por la CIA, en Ucrania en contra del gobierno prorruso. El proyecto de integrar a Ucrania en la OTAN (y en la UE) era una amenaza directa contra Rusia: misiles desplegados en territorio ucraniano podían tardar unos 5 minutos en llegar a Moscú. La invasión de Ucrania no fue una agresión, como repiten sin cesar las furcias mediáticas, sino un acto de legítima defensa.

Por otra parte, ha sido en este conflicto donde se ha puesto en manifiesto, de forma más nítida, la sumisión de la UE al angloimperio. Las sanciones económicas de la UE a Rusia han perjudicado, de forma notable, las economías de las naciones de Europa. La locura belicista de Macron y Von der Leyen y su apoyo incondicional a Israel son el último capítulo de la sumisión de la UE al globalismo y al angloimperio.

El colmo de la sumisión de las naciones europeas, especialmente Alemania, se puso en manifiesto ante la voladura del NS2. La destrucción de este gaseoducto impedía, de forma física, el suministro de gas ruso a Europa. En un principio, las furcias mediáticas y algún partido político, nos quisieron hacer creer que la responsable de la voladura había sido la propia Rusia, tesis absurda por dos razones. Primero, porque a Rusia le bastaba con cerrar el grifo; segundo, porque se produjo en una zona controlada por la OTAN.

Ni siquiera este ataque a una infraestructura básica ha hecho reaccionar a Alemania ni al resto de la UE. Es bastante evidente quien está detrás de esta voladura: el propio Biden había anunciado que su intención era acabar con el NS2. Al cabo de poco tiempo se extendió un manto de silencio sobre el tema.

En España los posicionamientos sobre el tema son penosos. Hay una curiosa unanimidad de medios de “información” y de partidos políticos en contra de Rusia y a favor del corrupto régimen de Kiev. El colmo del espectáculo se dio en el Congreso, cuando después de una intervención on-line del cómico Zelensky, la totalidad (insisto, la totalidad) de los diputados le aplaudieron a rabiar. El colofón ha sido ver a Vox, por un lado, y a Podemos y Sumar, por otro, acusándose mutuamente de ser “prorrusos” y amigos de Putin.

No sabemos como acabará el conflicto. Pero ha puesto en evidencia, de forma incontestable, que tanto la OTAN como la UE no son más que dos patas del angloimperio.

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