Es muy habitual últimamente el asociar la fe islámica con el radicalismo religioso o el terrorismo. Y esto, si bien no es justo por si mismo, pues la inmensa mayoría de musulmanes no es ni será jamás terrorista, lo cierto es que las cifras parecen indicar que existe un fuerte problema de radicalización en la población islámica.
Son habituales ya no sólo los grupos armados, sino también el fenómeno de los lobos solitarios; personas individuales que, por sus planteamientos, atentan en diferentes lugares con el objetivo de matar a cuantas personas mejor. En España hemos sufrido algunos de estos casos, destacando entre ellos el atentado de las Ramblas, en el 2017, que se zanjó con 16 muertos y varios heridos. Unos sucesos trágicos que han traído a la palestra el estudio de la fe islámica para poder comprender por qué este fenómeno se ha generalizado dentro de la religión.
Dios hay uno y hay que obedecerlo: Hakimiyya
El islam es monoteísta, es decir, cree en un solo Dios. Además, como el resto de las religiones abrahámicas- Junto con cristianismo y judaísmo- considera que la vertiente espiritual no es algo que se deba quedar únicamente en el aspecto personal. Es decir, meditar o pensar en Dios, como si podríamos observar en fes orientales o religiones más antiguas como los misterios griegos. Dentro del islam, la parte política está estrechamente ligada a la religión, no pudiendo existir una diferencia clara.
De hecho, el islam tiene un término propio, bastante particular, que busca remarcar esto, la llamada Hakimiyya. Traducida literalmente, significaría algo como “soberanía de Dios” y vendría del término árabe clásico Hukm, soberano.
Esta palabra se encuentra en el Corán, en el que aparece numerosas veces. De acuerdo con el experto en mundo islámico Sayed Khatab, esta idea se mantuvo en un principio como algo simplemente religioso. Es decir, Alá es soberano de las almas y los corazones, pero no tenía una asociada una realidad política ni la necesidad de construir una suerte de teocracia. De hecho, en el islam medieval había una gran tolerancia religiosa a los llamados pueblos Dhimmi, es decir, los cristianos y a los judíos, a los que se les consideraba legítimos pero equivocados.
No obstante, sería con el paso del tiempo cuando esta idea empezó a transformarse y volverse cada vez más radical. Y Hakimiyya dejó de significar que Alá reine sobre las almas, en volverse una obligación de fe el imponer el islam.
El primero que traería esta idea fue Ibn Taymiyya, un estudioso islámico del siglo XIII que puso sobre la mesa que se había entendido este concepto, y que no era una declaración de fe, sino una obligación política. Según su punto de vista, si un gobierno que se decía islámico no cumplía de forma rígida la Sharía– ley islámica- debía ser depuesto si hacía falta a través de la violencia. No la recomendada como primera opción, pero dejaba claro que un gobernante no podía llevar por el pecado a su pueblo y que si era necesario debían rodar cabezas.
En esta aproximación aun se limitaba a los estados islámicos, pero ya se comienzan a observar las dinámicas. Un fuerte integrismo religioso y la necesidad de que las leyes religiosas fuesen aplicadas con severidad en la sociedad.
Ya no sólo entre musulmanes: los extremistas egipcios del siglo XX
Esta idea se quedaría flotando entre los intelectuales musulmanes durante los siglos siguientes, pero los gobiernos relativamente fuertes de la época, desde los califatos medievales al Imperio Otomano, mantuvieron estas ideas relativamente bajo control. Sería con la caída de los Otomanos en la Primera Guerra Mundial, así como la creación de gobiernos títeres por parte de las naciones colonialistas- normalmente Inglaterra y Francia-, que esta idea comenzó a extenderse como la pólvora.
Destacan dos personas entre todas; Al-Banna y Sayyid Qutb. Ambos egipcios, son los padres de lo que actualmente entendemos por salafistas. Es decir, grupos integristas islámicos muy apegados al texto coránico que rechazan de pleno cualquier influencia occidentalizante.
Hassan Al-Banna era una persona relativamente moderada. Consideraba que era necesario volver a ser salaf– compañeros del Profeta- y profesar de forma estricta los mandatos divinos. De su mano surgió la organización de los Hermanos Musulmanes en 1928, un grupo de carácter integrista pero no violento en un comienzo. Creían que occidente era el mal para la población musulmana, y que todo aquello que representaban debía ser abandonado sin duda. Esta organización gano decenas de miles de fieles, llegando a ser una formación política de gran relevancia. Tanto es así, que el año 2011 ganaron las elecciones en Egipto, y su influencia se ha extendido en la actualidad a buena parte de los países musulmanes de Arabia y el norte de África.
No obstante, a la muerte e Al-Banna, asesinado por el rey Faruk de Egipto en el año 1949, esta organización fue dominada por Sayed Qutb, uno de los mayores ideólogos del movimismo islamista.
Sayyid Qutb: el inicio de la Yihad
Este intelectual egipcio tuvo una trayectoria curiosa. En sus comienzos fue un fuerte defensor del liberalismo, hasta el punto de dar clases en universidades norteamericanas. No obstante, como deja recogida en su libro “The America I have seen”(1951), el mundo occidental le horrorizó. El libertinaje sexual, la igualdad política y, sobre todo, el materialismo, le hicieron convencerse de que era necesario combatir con todas las armas posibles la influencia occidental.
Qutb es considerado por muchos como el padre del terrorismo moderno, no porque lo practicase, que no era el caso, sino por sus planteamientos y como estos influenciaron a buena parte de los terroristas islámicos modernos.
Según su forma de verlo, se vivía en una época de Yahilíyyah– descreimiento- por culpa de las potencias occidentales, que habían impulsado a los islámicos a pecar. Ya no sólo en sus propios países, sino que los productos culturales occidentales y su diplomacia hacían efecto en la forma de ver el mundo de los musulmanes. Para acabar con esta época de falta de fe, era necesario comenzar una Yihad global, entendiendo esta bajo una doble dimensión. Por un lado, combatir al enemigo interno, imponiendo el islam de la forma más severa posible de las fronteras. Por otro, había que atacar de forma preventiva a aquellos que pretendían debilitar la fe, habitualmente potencias occidentales, aunque también se fijaría en lugares como Rusia.
Como afirma en su libro “Milestones” (1964) es el deber de todo musulmán rechazar la Itjihad– el juicio racional- siempre que el Corán diga algo. Juzgar la palabra de Alá es pecado, y cualquiera que quiera combatir las verdades reveladas es un Takfir-hereje- con el que sólo cabe aplicar el más duro castigo; La Yihad o Guerra Santa.
Las ideas Qutb influenciarían notablemente el desarrollo intelectual del islamismo moderno. Así, formaciones establecidas como los Hermanos Musulmanes o Jamaat-e-Islami, siendo este último el partido en el gobierno de Pakistán, han bebido enormemente de Qutb, basando su forma de entender el islam alrededor de esta Hakimiyya, la afirmación sin duda de que Alá y su ley son indiscutibles.
También formaciones terroristas como El Estado Islámico o incluso Al-Qaeda, beben también de estas ideas, aunque no suelen exacerbar la figura de Qutb por sus filiaciones egipcias o pasado liberal.
En todo caso, la idea de la Hakimiyya y como se ha ido desarrollando, sobre todo a través de Al-Banna y Qutb, ha marcado de forma radical el islamismo moderno, no siendo posible entenderlo sin comprender que, para estas formaciones, Alá o la palabra divina no son un concepto teológico, ni siquiera una realidad práctica, son un dogma indiscutible que debe siempre aplicarse con la máxima dureza, cueste las vidas que cueste.