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19 Sep 2024
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Entre mitos y guerras: la caída de los Romanov

La dinastía rusa fue una de las más consolidadas de la Edad Moderna, con un reinado de trescientos años y un gran imperio bajo su poder
Retrato de los Romanov

Corría el año 1917 y Nicolás II, hijo de Alejandro III, era el zar de la Rusia Imperial. Aunque por aquel entonces, el país era un hervidero de conspiraciones. Por ello, tras la revolución de febrero, los bolcheviques consiguieron hacerse con el poder. Poco tiempo después, la familia Romanov fue brutalmente asesinada bajo el mando de un hombre al que llamaban Vladimir Lenin

Un episodio clave para Rusia y el mundo

La historia de los Romanov, particularmente la muerte de la familia, es un capítulo significativo en la historia de Rusia. Esto se debe a que la dinastía gobernó Rusia desde 1613 hasta 1917.

Nicolás II, el último zar, ascendió al trono en 1894, después de la muerte de su padre, Alejandro III. Aunque, debido a las revueltas, se vio obligado a abdicar en 1917. Si bien puede que la abdicación fuese un alivio para Nicolás. En este sentido, ha sido descrito como un hombre limitado y falto de imaginación. Es decir, no poseía las aptitudes ni el temperamento necesarios para gobernar en tiempos tan turbulentos.

Imagen: El Zar Nicolás II

Se dice que era un indeciso crónico y que solía aplazar hasta el último momento la emisión de las órdenes. De hecho, se limitaba a repetir el último consejo que había recibido. Además, creía en su derecho divino a reinar, una visión que su esposa Alejandra compartía. De hecho, durante su reinado, La Ojrana, su policía secreta, operaba con impunidad, generando un clima de temor.

Los desafíos del zar

Durante su periodo en el poder, Nicolás enfrentó numerosos desafíos. De 1904 a 1905, libró y perdió una guerra contra Japón. Este resultado hizo que su régimen perdiese prestigio tanto en Rusia como en el extranjero. En 1905, una revuelta interna lo obligó a crear la Duma. Se trata de un cuerpo legislativo electo. No obstante, limitó sus poderes en un intento de aferrarse a su propio poder político.

De puertas adentro, Nicolás era un hombre familiar. Adoraba a su esposa Alejandra, y ella lo adoraba a él. Se casaron en 1894 y tuvieron cuatro hijas seguidas: Olga, Tatiana, María y Anastasia. Alekséi, su anhelado hijo y heredero, nació en 1904. Según todas las fuentes, los Romanov eran una familia unida y feliz.

Toda la familia, especialmente Alejandra, mimaba al pequeño Alekséi. Este había nacido con hemofilia, una enfermedad que le fue transmitida por vía materna. Por ello, su salud se convirtió en la mayor prioridad de sus vidas.

La llegada de Rasputín

La dependencia física de Alekséi creó un estrecho vínculo entre sus progenitores. Esta vulnerabilidad fue explotada por Grigori Rasputín, un autoproclamado hombre santo con reputación ambigua. Rasputín ejerció una poderosa influencia sobre la familia real al aliviar el dolor de Alekséi durante sus episodios de hemofilia. Esta relación hundió la reputación de Alejandra y la distanció aún más del pueblo. Nicolás ignoró las peticiones de apartar a Rasputín de la corte, lo que alimentó la ira de su gente.

En septiembre de 1915, el zar viajó al frente para asumir el mando de las fuerzas rusas. Por lo que dejó a Alejandra a cargo de los asuntos internos. La influencia de Rasputín sobre ella condujo al nombramiento de ministros incompetentes. A esto hay que sumar las derrotas en el frente, lo que volvió al pueblo contra el zar.

Comienzo del cambio

El momento de la revolución llegó en febrero de 1917. El malestar social y las penurias económicas llevaron a huelgas y protestas masivas en Petrogrado (actual San Petersburgo). Las tropas se unieron a la revolución, y Nicolás II fue considerado el culpable de la crisis. Por este motivo tuvo que abdicar a favor de su hermano el 15 de marzo de 1917. Sin embargo, el Gran Duque Miguel Alexandrovich, rápidamente rechazó el trono.

Esto llevó al establecimiento de un gobierno provisional. Tras la abdicación, Nicolás y su familia fueron puestos bajo arresto domiciliario en el Palacio de Alejandro en Tsarskoye Selo. En agosto de 1917, fueron trasladados a Tobolsk, donde las condiciones eran más duras. Aun así, mantenían ciertas comodidades y contacto con el exterior.

Motivos de la Revolución rusa de 1917

  • Descontento popular ante el régimen autocrático: el zar Nicolás II encarnaba un gobierno despótico, mientras el pueblo sufría en la pobreza y el hambre.
  • Emergencia de movimientos políticos incipientes: intelectuales y activistas comenzaron a difundir ideales revolucionarios mediante panfletos, reflejando el malestar generalizado.
  • Auge de la protesta obrera: la paralización de fábricas, motor de la economía, afectaba directamente a las clases privilegiadas. El zar respondió con represión y exilios.
  • Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso (POSDR): a pesar de divisiones internas entre bolcheviques y mencheviques, el POSDR se reunió en Londres con el fin de derrocar al zar.
  • Impacto negativo de la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905): la derrota frente a Japón debilitó la imagen del zar y agotó al ejército ruso.
  • Protestas populares y represión violenta: el descontento generalizado se manifestó en protestas pacíficas que pedían reformas, culminando en el Domingo Sangriento de 1905, donde la guardia zarista reprimió brutalmente.
  • Implicación en la Primera Guerra Mundial: tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en 1914, Rusia entró en guerra, pero su participación resultó desastrosa.
  • Influencia negativa de Grigori Rasputín: autoproclamado sanador y hombre santo, ejerció una influencia perjudicial sobre la zarina y, por ende, sobre el zar. Su controvertido poder minó la unidad de la nobleza rusa.

Con la intensificación de la guerra civil rusa, el gobierno bolchevique decidió trasladar a la familia Romanov a Ekaterimburgo en abril de 1918. Fueron confinados en la Casa Ipatiev, conocida como «la casa del propósito especial». Allí, las condiciones de vida empeoraron significativamente, con menos libertad y más restricciones.

 La familia estaba bajo la custodia de la policía secreta, permitiéndoseles poco contacto con el mundo exterior y con suministros y comodidades reducidos. Los bolcheviques locales sustituyeron a Avdeev por Yakov Yurovsky. Fue él quien planeó su asesinato y mantuvo una relación distante, pero profesional con Nicolás y Alejandra.

El asesinato de los zares

En la noche del 16 de julio de 1918, la familia y cuatro sirvientes fueron despertados. Los llevaron al sótano bajo el pretexto de que se les iba a trasladar a otro lugar para su seguridad. Todo ello debido a la inminente amenaza de las fuerzas blancas (antibolcheviques) que se acercaban a la ciudad.

Una vez allí, Yurovsky y otros miembros de la policía, les informó que el Comité Ejecutivo de los Urales había decidido ejecutarlos. Los disparos comenzaron de inmediato, en un caos de balas y bayonetas. Nicolás fue el primer objetivo, seguido de Alejandra. Las grandes duquesas, protegidas parcialmente por las joyas escondidas en sus corpiños, tuvieron que ser rematadas a golpes. Tras veinte minutos de horror, la familia y sus sirvientes estaban muertos.

Imagen: habitación donde asesinaron a la familia I Getty Images

Los cuerpos fueron trasladados a una mina abandonada, cubiertos con ácido sulfúrico y quemados parcialmente para ocultar su identidad. Finalmente, fueron enterrados en una fosa común en el bosque de Koptyaki, a unos 20 kilómetros de Ekaterimburgo. En 1979, los restos de la mayoría de la familia fueron descubiertos, pero no se reveló públicamente hasta 1991. Pruebas de ADN confirmaron la identidad de los Romanov. En 2007, se encontraron los restos del zarevich Alekséi y una de sus hermanas en otra fosa cercana.

Canonización de la familia real rusa

En el año 2000, la Iglesia Ortodoxa Rusa canonizó a Nicolás II y a su familia. Esta canonización fue un reconocimiento del sufrimiento que padecieron y su resistencia a renegar de sus creencias religiosas. La ejecución de los Romanov marcó el fin definitivo del zarismo en Rusia, sellando el triunfo del bolchevismo.

Este evento se convirtió en un símbolo de la brutalidad de la Revolución Rusa y de la guerra civil que siguió, reflejando los extremos a los que llegó la lucha por el poder en el país. La muerte de los Romanov dejó un vacío en el corazón de muchos monárquicos y personas que veían en la familia real un símbolo de estabilidad.

 También se convirtió en un punto de referencia histórico sobre las transiciones violentas de poder. La historia de la familia Romanov, y particularmente su trágico final, sigue siendo objeto de numerosos estudios, debates y representaciones culturales, reflejando la complejidad y las profundas transformaciones de Rusia en el siglo XX.

El mito de la Gran Duquesa Anastasia

Tras la ejecución de la familia Romanov, se propagó por toda Rusia el mito de que Anastasia y su hermano menor, Alekséi, habían logrado escapar. Durante años, la leyenda de la princesa perdida llenó páginas de periódicos, libros de ficción e incluso inspiró adaptaciones cinematográficas. Tal fue el impacto de este mito que, después de hallarse los restos de la familia real, numerosas mujeres afirmaron ser Anastasia, quien supuestamente había sobrevivido. Entre ellas, el caso más famoso fue el de Anna Anderson.

Imagen: La Gran Duquesa Anastasia

Anna Anderson apareció en Berlín en 1920, flotando en el río Spree. Sin documentación que acreditara su identidad, fue ingresada en un hospital psiquiátrico. Poco después, Anderson afirmó ser Anastasia, hija del zar Nicolás II. Además, conocía detalles íntimos sobre la familia imperial que desconcertaron incluso a los expertos, ganando notoriedad mundial. No obstante, falleció en 1984, mucho antes de que el misterio de la princesa perdida se resolviera, ya que los cuerpos de los Romanov aún no habían sido descubiertos.

Hallazgo de los cadáveres

En 1991, se descubrió una fosa común en Ekaterimburgo que contenía los restos de nueve personas. Tres años después, un análisis de ADN confirmó que entre ellos estaban Nicolás II, su esposa Alejandra y tres de sus hijas: Olga, Tatiana y María. Sin embargo, los cuerpos de Anastasia y Alekséi no estaban presentes, lo cual avivó el mito de que habían sobrevivido.

A raíz de este descubrimiento, se analizó el ADN de Anna Anderson, comparándolo con el de los Románov. Sin embargo, el resultado obtenido de los tejidos conservados en el hospital Martha Jefferson, donde falleció en 1984, demostró que no era hija de Nicolás II ni de Alejandra. Así, el misterio de la verdadera identidad de Anderson quedó resuelto, pero el destino de Anastasia y Alekséi seguía siendo incierto.

Finalmente, en 2007, arqueólogos descubrieron una segunda sepultura en Ekaterimburgo, que contenía los restos de dos jóvenes. En 2009, un análisis confirmó que los cuerpos pertenecían a los hermanos desaparecidos, desmintiendo la leyenda de que habían escapado. Los resultados confirmaron que los restos correspondían al zarévich Alekséi y a una de sus hermanas, resolviendo finalmente el misterio sobre el destino de la familia Románov.

La leyenda y vida de Rasputín

Grigori Rasputín nació en 1869 en una aldea remota del oeste de Siberia, siendo el quinto de los nueve hijos de una familia humilde. A los dieciocho años, ingresó en un monasterio y se unió a la secta de los «jylsty» o «flagelantes». Según Rasputín, la doctrina de esta secta sostenía que la purificación se alcanzaba a través del arrepentimiento, y que la mejor manera de lograrlo era mediante el libertinaje y el desenfreno. Así, el joven Grigori se sumergió en una espiral de orgías y penitencia que lo marcaría para siempre.

Después de un tiempo con los jylsty, regresó a su aldea, se casó y formó una familia. Sin embargo, la vida familiar no era para él. A los veintitrés años, dejó a su familia para buscar la iluminación espiritual. Se dice que en esa época experimentó una epifanía religiosa y pasó tres meses en un monasterio, aunque nunca se ordenó sacerdote. Posteriormente, vagó por Rusia durante años, viviendo de la caridad y ganándose fama de «hombre santo».

En 1905, Rasputín se estableció en San Petersburgo como gurú espiritual y sanador. En ese tiempo, la élite rusa estaba fascinada por el misticismo y la medicina alternativa, por lo que rápidamente encontró su lugar.

Sin embargo, cuando comenzaron a circular rumores sobre su frenética vida nocturna, su imagen de hombre venerable empezó a ser cuestionada. Rasputín vivía una doble vida increíblemente contradictoria: ante sus admiradoras, proyectaba una personalidad sobria y sabia, promoviendo la pureza del cuerpo y la mente. En privado, sin embargo, no tenía freno con el alcohol y se comportaba como un depredador sexual.

Imagen: Rasputín, el místico que manipulaba a los zares

Cuando Rasputín entró en contacto con el zar Nicolás II y su esposa Alexandra, la aristocracia rusa ya desconfiaba de él. Este fue llamado a palacio para tratar a Alekséi y logró detener el sangrado y aliviar su dolor, utilizando habilidades sanadoras que posiblemente incluían la hipnosis.

Con este éxito, Nicolás y Alexandra comprendieron que el destino de la dinastía Romanov estaba irrevocablemente unido a Rasputín. A partir de entonces, Rasputín se aseguró un lugar privilegiado en el círculo más cercano del zar. Sin embargo, en sus visitas a la corte imperial, no se limitaba a dar consejos sobre salud y espiritualidad; también influía en asuntos políticos, lo que generó descontento entre la aristocracia y el gobierno ruso. Su creciente influencia lo convirtió en un blanco de rumores y críticas.

En 1915, con Rusia inmersa en la Primera Guerra Mundial, Nicolás se fue al frente y dejó a Alexandra a cargo de los asuntos internos del país, con Rasputín como su consejero personal. Esta estrecha relación perjudicó la reputación de Alexandra, y los rumores sobre un posible affaire sexual entre ella y Rasputín se intensificaron. Aunque nunca se demostró, el escándalo afectó negativamente a la opinión pública y la situación política.

La creciente hostilidad hacia Rasputín culminó en su asesinato en diciembre de 1916. El príncipe Félix Yusupov, junto con otros conspiradores, lo invitó a su palacio y lo envenenó con cianuro en pasteles y vino, pero el veneno no hizo efecto. Yusupov le disparó en el pecho, pero Rasputín sobrevivió inicialmente. Finalmente, después de varios disparos, Rasputín murió y su cuerpo fue arrojado al río Nevá.

La autopsia reveló que Rasputín murió por un disparo en la frente y no había restos de cianuro en su cuerpo. Para la zarina, esta muerte fue una señal de tragedia inminente. Para el pueblo ruso, la muerte de Rasputín y la caída de los Romanov marcaron el final de una era tumultuosa y llena de controversias.

La fantasía llevada a la ficción

La leyenda sobre la Gran Duquesa Anastasia Nikolaevna de Rusia, quien supuestamente sobrevivió a la ejecución de la familia Romanov en 1918, ha inspirado numerosas películas y adaptaciones a lo largo de los años. Aquí tienes algunas de las más notables:

  • «Anastasia» (1956): la película estadounidense dirigida por Anatole Litvak y protagonizada por Ingrid Bergman (quien ganó un Oscar por su actuación) narra la historia de una mujer amnésica que se hace pasar por la Gran Duquesa Anastasia con la ayuda de un general ruso exiliado.
  • «Anastasia: The Mystery of Anna» (1986): esta miniserie de televisión protagonizada por Amy Irving como Anna Anderson, quien afirmaba ser Anastasia, explora las pruebas y tribulaciones de su vida, centrándose en su lucha por ser reconocida como la verdadera Anastasia.
  • «Anastasia» (1997): se trata de una popular película animada producida por 20th Century Fox fue dirigida por Don Bluth y Gary Goldman. La película, que presenta a las voces de Meg Ryan, John Cusack, y Angela Lansbury, cuenta una versión romántica y aventurera de la historia de Anastasia, quien intenta descubrir su verdadera identidad con la ayuda de dos estafadores.

  • «Anastasia: Once Upon a Time» (2020): esta película de fantasía y aventura para jóvenes está dirigida por Blake Harris. Presenta una versión más mágica y moderna de la historia, en la que Anastasia es transportada a través del tiempo a la América contemporánea.
  • «Anastasia» (musical de Broadway, 2017): basado en la película animada de 1997, este musical de Broadway, con libreto de Terrence McNally y música de Lynn Ahrens y Stephen Flaherty, amplía la historia original con nuevas canciones y una trama más desarrollada. La producción ha sido bien recibida y ha disfrutado de giras internacionales.
  • «The Lost Princess» (2004): esta miniserie rusa se basa en la historia de Anastasia y explora los eventos desde la perspectiva de los Romanov y sus últimos días en Ekaterimburgo.

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