Imagen: Revuelta, la marca juvenil de VOX- ElDiario.es
Existe una creencia muy extendida que establece una relación entre hacerse mayor y adquirir posiciones políticas más conservadoras. Hay incluso una frase atribuida a Winston Churchill que viene a decir que lo natural para un joven es ser de izquierdas, mientras que con la edad lo normal es virar hacia posiciones conservadoras: “si eres joven y no eres de izquierdas, no tienes corazón; si eres adulto y no eres de derechas, no tienes cerebro”. A pesar de lo extendido que está esta creencia en el imaginario colectivo, lo cierto es que la literatura académica apenas ha explorado la cuestión.
Edad y comportamiento político
La edad es un factor condicionante del comportamiento político, tanto de la participación política en general como del voto en particular. Respecto al primer factor, los datos acreditan que los jóvenes tienen menos interés por la política -pues tienen menos responsabilidades que los adultos-, votan menos, consumen menos noticias políticas y confían menos en las instituciones que los adultos, aunque también afirman que participan más en actos de protesta, y son más críticos. En cuanto al voto, los jóvenes votan por partidos nuevos, pues tienen menos lealtad hacia los partidos tradicionales, y por partidos más situados en los extremos, tanto a la izquierda como a la derecha.
De esta manera, cuando el patrón de comparación son los adultos, las diferencias entre jóvenes y adultos son simplemente temporales, pues una vez los jóvenes dejan de serlo, asumen el comportamiento político de los adultos, al experimentar cambios como el de pasar de la educación al mundo laboral o la formación de una familia. Esta teoría se conoce como “efecto ciclo vital”, según la cual los jóvenes, con independencia del contexto histórico en el que se desarrollan, se comportan como tales.
Otro enfoque es el “efecto cohorte”, que pone el foco en el contexto histórico en el que cada generación adquiere conciencia política. El contexto en el que los individuos se desarrollan políticamente es distinto en función del periodo histórico en el que esto ocurre. Los jóvenes son especialmente permeables al contexto porque están socializando, es decir, están adquiriendo sus valores políticos. Todo lo que ocurre en el momento en el que los jóvenes se socializan afecta a su forma de entender el mundo, y de definir sus preferencias políticas.
Así, una vez que los jóvenes dejan de serlo, se reduce esa permeabilidad y se consolida lo aprendido durante la juventud, lo que da lugar a lo que se conoce como “generaciones políticas”. De esta manera, no es igual el comportamiento político de los jóvenes de la década de los 60 y 70, fuertemente marcada por la lucha contra la dictadura franquista, oposición hegemonizada por la izquierda (principalmente el PCE); que el comportamiento político de los jóvenes de hoy.
¿Qué dicen los datos?
Siguiendo la tesis del “efecto cohorte”, el contexto en el que se ha desarrollado la juventud en la actualidad se caracteriza por las constantes crisis económicas, que derivan en la falta de expectativas -o, mejor dicho, en la frustración de expectativas-, y en la desafección política, pues los jóvenes de hoy han asumido que vivirán peor que sus padres y que su futuro es mucho más incierto.
Este descontento ha sido capitalizado por los partidos de la derecha radical, caracterizados por un populismo que enfrenta al pueblo frente a las élites, a las que culpan de los males que aquejan a la sociedad. Y los datos avalan esta hipótesis: según el barómetro del CIS para las últimas elecciones generales, las del 23 de julio del pasado año, VOX aglutina su mayor número de votantes en los electores de entre 18 y 24 años: un 13,6% sienten simpatía por esta formación. También según el CIS, que establece una escala de autoubicación ideológica que abarca de 1 a 10, donde 1 significa estar lo más a la izquierda posible y 10 lo más a la derecha, ha crecido sobre todo el porcentaje de jóvenes (especialmente hombres) que se sitúan entre 7 y 8, que implica estar situado a la derecha, pero no al extremo. Ahora, son un 22% los hombres jóvenes que se sitúan en esos valores de la escala.
Asimismo, los datos también confirman que es en los jóvenes donde más se reproducen los comportamientos que se consideran propios de la derecha y de la derecha radical, como la negación de la violencia de género y, en general, la cruzada contra el movimiento feminista; la negación del cambio climático; la oposición a la llegada de inmigrantes; o los discursos contra minorías como el colectivo LGTB. Por ejemplo, según un estudio publicado por el Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud, uno de cada cuatro jóvenes se declara abiertamente racista o xenófobo.
La importancia de las redes sociales
Las redes sociales son una herramienta fundamental de comunicación política, sobre todo a la hora de llegar a los jóvenes, que son quienes más consumen estos medios. Internet proporciona la libertad y la independencia de crear, distribuir y consumir información política en cualquier momento. Sin embargo, también es un perfecto creador y difusor de una herramienta muy peligrosa: las noticias falsas.
Además, las redes sociales se caracterizan por la fugacidad, lo que capta la atención de los jóvenes. Se está produciendo, así, una progresiva desaparición de los mítines clásicos, pues lo que triunfa son los “discursos”, debidamente editados, de un minuto y medio para Instagram, Twitter o Tik Tok, que se pueden consumir en cualquier momento y que pueden ser difundidos masivamente.
Además, las emociones van de la mano del comportamiento político. Los jóvenes «muestran un régimen emocional más sencillo», lo que deja un camino idóneo para la búsqueda de vías alejadas del centro político. De esta forma, los jóvenes, al tener un sistema emocional menos estable, suelen preferir partidos que se autodenominan antisistema, como lo fue Podemos en su día o VOX en la actualidad.
Tanto la derecha como la derecha radical presentan candidatos más mediáticos y llamativos, lo que atrae a un mayor electorado. La retórica convincente y el mensaje populista de ciertos líderes han resonado con una parte significativa de la juventud, generando un sentimiento de identificación y atracción hacia estas figuras. Estos personajes funcionan a la perfección con las redes sociales, ya que consiguen llamar la atención y viralizarse, pues las redes sociales son el espacio perfecto para la “hiperbolización” de las emociones, especialmente de las emociones negativas, como la rabia.
Diferencias entre hombres y mujeres
El CIS demuestra que se lleva produciendo desde hace años una importante brecha entre hombres y mujeres jóvenes respecto a la orientación política: mientras ellos son cada vez más de derechas, ellas son cada vez más de izquierdas. En 2023, los hombres de 18 a 24 años se han autoubicado, de media, en el 5,15 de una escala ideológica que va desde el 1 hasta el 10, siendo el 1 lo más a la izquierda posible y el 10, lo más a la derecha posible. Esto les ha convertido en el grupo de población más situado a la derecha de la sociedad española, algo que nunca antes había ocurrido.
En el caso de ellas, las mujeres del mismo tramo de edad (de 18 a 24 años) se han ubicado más a la izquierda que nunca y ya son el grupo con la posición ideológica más progresista de toda la sociedad española, pues, de media, el año pasado se posicionaron en un 4,2.
Entre las causas de esta brecha, la politóloga Silvia Claveria considera que hay varias hipótesis. Una de ellas es la influencia de los creadores de contenido en las redes sociales, que “promueven antiguos modelos de masculinidad y que, en muchos casos, generan contenido misógino y cercano a postulados de extrema derecha”. Otra hipótesis es que los hombres pueden sentir que están siendo discriminados, teniendo en cuenta que en los últimos años se han aprobado medidas de discriminación positiva favorables a las mujeres que pueden ser percibidas como un ataque a los hombres.
Conclusiones
Un factor que se ha pasado por alto es que los jóvenes se encuentran en el momento vital de construir su identidad política. Y, si por algo se ha caracterizado la juventud, es por su intento de desmarcarse de lo establecido, de lo políticamente correcto, ser “rebelde”.
Y, teniendo en cuenta que la ideología dominante es la woke, la ideología de la izquierda posmoderna, lo normal es que los jóvenes se politicen en reacción a ella. Así, la gran victoria de la derecha radical es haber conseguido presentarse ante la sociedad como la opción que representa la rebeldía, lo “antisistema”.
Finalmente, hay que señalar que estos datos son, en cierto sentido, equivocados, pues se asocia peligrosa y tramposamente ser de derechas a tener preocupación por determinados problemas, como puede ser el caso de la inmigración masiva, que en muchos lugares está generando problemas de los que la juventud no puede abstraerse.