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El reciente enfrentamiento entre Israel y Hamás ha desatado uno de los periodos más inestables en la historia moderna del Medio Oriente. Desde el ataque inicial el 7 de octubre de 2023, el conflicto ha escalado con cientos de muertos y miles de heridos, afectando gravemente a la población civil en Gaza y las comunidades israelíes cercanas. Además de este conflicto, la región ha sido testigo de violentos enfrentamientos entre Israel y Hezbollah en el Líbano, ataques entre fuerzas occidentales y rebeldes hutíes en Yemen, y operaciones iraníes en Irak, Siria y Pakistán. Estos diversos conflictos han incrementado el temor a una guerra de mayor escala y han reconfigurado las alianzas de poder tradicionales. Los ataques recíprocos y las operaciones militares constantes están afectando no solo a los actores directamente involucrados sino también a la estabilidad económica y política de toda la región.
Las históricas rivalidades entre Israel y el mundo árabe, así como la división religiosa entre chiitas y sunitas, continúan moldeando la política regional. Sin embargo, analistas de BBC Mundo señalan que las recientes tensiones están impulsadas más por alianzas políticas y militares coyunturales que por diferencias religiosas.
Según Haizam Amirah-Fernández, del Real Instituto Elcano, y Lina Khatib, del Instituto de Medio Oriente de SOAS, las alianzas de Irán con su «eje de resistencia» siguen siendo las más estables y duraderas. Expertos como Vali Nasr de la Universidad Johns Hopkins también argumentan que los movimientos recientes reflejan un cambio hacia un enfoque más pragmático y estratégico en la política regional, dejando de lado en cierta medida las motivaciones religiosas en favor de intereses geopolíticos y económicos.
Irán y su red de milicias
Irán ha alarmado a la comunidad internacional con ataques en Irak, Siria y Pakistán en un corto periodo de tiempo, mostrando su poderío en tiempos inciertos. Este «eje de resistencia», que incluye a Hezbollah, milicias chiitas y los hutíes, ha estado especialmente activo desde el inicio del conflicto en Gaza. Expertos destacan que estos grupos reciben apoyo logístico, económico e ideológico de Teherán, aprovechando el descontento político en sus países para expandir su influencia. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), Irán ha incrementado significativamente su capacidad para coordinar operaciones a través de fronteras nacionales, utilizando drones y misiles de precisión. Además, la capacidad de Irán para influir en el terreno a través de sus proxies refuerza su posición como un jugador clave en la geopolítica de la región.
Las relaciones diplomáticas y percepción de Irán
Actualmente, Irán mantiene relaciones diplomáticas plenas con 97 países en todo el mundo. Sin embargo, según el Instituto de Reputación, se ubica como el segundo país más odiado del mundo, solo superado por Irak.
El islamismo y la proliferación nuclear son temas recurrentes que marcan la política exterior de Irán. Una serie de encuestas realizadas por Pew Research en 2012 reveló que, a nivel mundial, solo en Pakistán la mayoría de la población apoya que Irán adquiera armas nucleares. En el resto del mundo, la oposición a la posesión de armas nucleares por parte de Irán es abrumadora, con niveles de rechazo que oscilan entre el 90% y el 95% en países europeos, norteamericanos y sudamericanos. En muchos de estos países, las mayorías también respaldan la opción de tomar medidas militares para evitar que Irán desarrolle dicho armamento.
Además, en la mayoría de los países como Estados Unidos, Brasil, Japón, México, Egipto, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, España y Polonia, existe un apoyo mayoritario a la imposición de sanciones más severas contra Irán. Sin embargo, en contraste, las mayorías en China, Rusia y Turquía se oponen a la implementación de sanciones más duras, evidenciando la división de opiniones a nivel internacional respecto a la política hacia Irán.
Comunidades chiíes en el Líbano
El análisis de las relaciones entre las comunidades chiíes del Líbano e Irán revela que los lazos entre ambas se remontan a siglos atrás, desafiando la idea de que Irán solo comenzó su influencia en los años 80. Estos vínculos se originan en el siglo XVI, cuando los safávidas invitaron a expertos chiíes de Jabal Amil, en el Líbano, para ayudar en la conversión del Imperio Safávida al chiismo duodecimano. Desde entonces, miles de estudiantes libaneses han viajado a Irán para formarse en Qom, creando fuertes lazos familiares y sociales que han perdurado a lo largo del tiempo. En las décadas de 1960 y 1970, muchos de estos estudiantes continuaron sus estudios en Najaf, Irak, bajo la tutela de importantes figuras religiosas como Mohammed Baqir as Sadr, estrechamente vinculado a Khomeini.
Otro hito clave en la relación entre Líbano e Irán fue la llegada en 1959 de Musa as Sadr al sur del Líbano para liderar la comunidad chií. Primo de Mohammed Baqir as Sadr, Musa as Sadr desempeñó un papel crucial en la re-politización del chiismo en el Líbano, alineado con el pensamiento político de Khomeini y su doctrina de Wilayat e Faqih. Estos esfuerzos culminaron con la fundación del Movimiento de los Destituidos en 1974 y su brazo armado, AMAL, en 1975. Es importante destacar que muchos de los fundadores de Hezbollah surgieron de las filas de AMAL.
La figura de Mustafa Chamran ejemplifica los lazos profundos entre Líbano e Irán. Chamran, un opositor iraní al régimen Pahlavi, se estableció en el sur de Líbano en los años 70, donde impartió clases de doctrina islámica. Uno de sus alumnos fue Hasan Nasrallah, actual secretario general de Hezbollah. Mientras Chamran enseñaba, militantes iraníes anti-shah se entrenaban en los mismos campos que los miembros de AMAL. En 1979, alrededor de 500 militantes de AMAL fueron enviados a Irán para participar en la Revolución Islámica, muchos de los cuales formaron el núcleo inicial del grupo armado. Además, combatientes libaneses lucharon junto a la Guardia Revolucionaria iraní en los primeros años de la guerra contra Irak.
Hezbollah: Producto de una relación histórica y común
Hezbollah no puede ser reducido a un mero producto fabricado por Irán en los años 80. Aunque la influencia iraní es innegable en términos materiales, es erróneo considerarlo como una simple marioneta de la Guardia Revolucionaria iraní. Hassan Nasrallah ha destacado en varios discursos que el nacimiento de Hezbollah fue una respuesta espontánea a la invasión israelí de 1982, sin la cual el grupo no se habría formado en su actual configuración. La relación entre el grupo terrorista e Irán está cimentada en una visión política compartida, basada en la doctrina de Wilayat e Faqih y en la lucha contra la influencia occidental en la región.
Unión entre los hutíes y Teherán
Originarios de Yemen, los hutíes son un grupo político islamista de ideología chií y zaidí que emergió en la década de los noventa. Su formación fue una respuesta directa a la creciente influencia de Arabia Saudí y a las políticas del entonces presidente yemení, Alí Abdalá Salé, quien gobernó desde 1990 hasta 2012. La organización lleva el nombre de su fundador, Hussein Badreddin al Houthi, quien fue asesinado por soldados yemeníes en 2004. Desde entonces, el liderazgo ha pasado a manos de su hermano, Abdul Malik.
Conocidos también como «Ansar Allah» o «Partidarios de Dios», los hutíes se han alineado con el «eje de resistencia» encabezado por Irán, que incluye a otros grupos como Hamás y Hezbollah. Este eje se opone firmemente a Estados Unidos, Occidente e Israel. Su lema, o ‘sarkha’, es un reflejo de esta postura: «Dios es grande, muerte a América, muerte a Israel, maldición sobre los judíos y victoria del islam». Su objetivo primordial es establecer un Estado islámico en Yemen bajo la ley de la Sharía en las zonas que controlan.
El ascenso de los hutíes en Yemen se aceleró en 2014 cuando se rebelaron contra el entonces presidente Abd-Rabbu Mansur Hadi, sucesor de Salé. En 2015, lograron tomar el control de Saná, la capital del país, lo que obligó a Hadi a huir al extranjero. En respuesta, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos intervinieron militarmente en un intento por restaurar el gobierno de Hadi. Desde entonces, los hutíes han mantenido su dominio en varias regiones del país, y en diciembre de 2017, asesinaron al expresidente Salé cuando intentaba escapar de Saná tras romper su alianza con ellos y acercarse a Arabia Saudí.
La actuación de los hutíes ha sido objeto de duras críticas por parte de organizaciones internacionales. Tanto Amnistía Internacional como Naciones Unidas han acusado al grupo de cometer graves violaciones de derechos humanos contra la población civil en las áreas bajo su control.
La estrecha relación con Irán se fundamenta en su defensa del islam chií y su oposición a Arabia Saudí. Irán es visto como un importante proveedor de armas, inteligencia y entrenamiento para los hutíes, lo que ha llevado a comparaciones con otras milicias como Hezbollah. Con el inicio del conflicto en Gaza el 7 de octubre, los hutíes han expresado su apoyo a Hamás. Abdul Malik, su líder, ha declarado que están «listos para movilizar a cientos de miles para unirse al pueblo palestino y enfrentar al enemigo».
La relación e influencia de Irán e Irak
De una u otra forma, Irán siempre ha estado involucrado en la creación de grupos armados tanto dentro como fuera de sus propias fronteras, por lo que cuenta con el apoyo de la mayoría de ellos. Así, en esta región encontramos:
- Organización Badr: fundada en 1982 por exiliados iraquíes para oponerse al régimen de Saddam Hussein, la Organización Badr tuvo sus orígenes bajo la dirección del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC), que la equipó, entrenó y lideró, según informes de expertos como Nada y Rowan. Tras la invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003, la milicia se trasladó a territorio iraquí, y desde 2014 se ha convertido en una de las principales facciones de las Fuerzas de Movilización Popular (PMF), manteniendo su coordinación con las Fuerzas Quds del IRGC. Su influencia ha crecido significativamente en las operaciones militares en Tikrit, Faluja y Mosul. Además, el grupo tiene un profundo arraigo en la política iraquí como el brazo armado de la coalición Fatah en el Parlamento, según reportes de The Washington Post. Liderada por Hadi al-Amiri, quien fue ministro de Transporte bajo el gobierno de Nouri al-Maliki, la milicia también ha enviado combatientes a Siria para apoyar al régimen de Bashar al-Assad.
- Kataib Hizbulá: conocida también como las Brigadas del Partido de Dios, la 45ª brigada de las PMF, Kataib Hizbulá, tiene sus raíces en 2004, cuando surgieron las milicias chiitas que comenzaron a atacar a la coalición liderada por Estados Unidos en Irak. Tras la retirada de las tropas estadounidenses en 2011, la milicia, bajo la dirección de Abu Mahdi al-Muhandis, envió combatientes a Siria para defender al régimen de Assad, siguiendo las órdenes de Qasem Soleimani. Kataib Hizbulá ha sido clave en diversas operaciones contra el Estado Islámico, participando en combates en Ramadi, Karmah, Amerli y Mosul.
- Asaib Ahl al-Haq: establecida en 2006, Asaib Ahl al-Haq, o la Liga de los Justos, es la tercera milicia chiita más grande de Irak. Fundada por Qais al-Khazali, un exestudiante del Gran Ayatolá Mohammed Sadiq al-Sadr, la milicia recibió apoyo en sus inicios de la Fuerza Quds del IRGC y de Hizbulá en campamentos iraníes. Asaib Ahl al-Haq no solo ha establecido una fuerte presencia militar, sino también una red de oficinas políticas, escuelas religiosas y servicios sociales, principalmente en el sur de Irak y en Bagdad. Además, cuenta con su propio canal de televisión, al Ahed.
- Brigadas del Imam Ali: establecida en junio de 2014, esta milicia opera principalmente en Irak, aunque también ha desplegado combatientes en Siria. Sus miembros han recibido entrenamiento tanto en Irán como en Líbano, con Hezbollah. Desde su integración en las PMF como la 40ª brigada, las Brigadas del Imam Ali han combatido al Estado Islámico en varias regiones, incluyendo Amerli, Tuz, Diyala, Mosul y Tikrit. Shebl al-Zaidi ha servido como secretario general de la milicia desde su fundación.
Lazos históricos con Rusia
Las relaciones oficiales entre Rusia e Irán se establecieron en 1521, durante el mandato de los safávidas. Desde entonces, la interacción entre estas dos naciones ha sido compleja y multifacética, caracterizada por períodos alternados de cooperación y rivalidad. La geografía, la economía y las dinámicas sociopolíticas han tejido una historia compartida que ha influido en sus relaciones a lo largo de los siglos. En la actualidad, con Irán bajo estrictas sanciones impuestas por gran parte del mundo occidental, Rusia se ha consolidado como un socio económico clave para el país persa.
Desde el colapso de la Unión Soviética, las relaciones entre Irán y Rusia han sido generalmente cercanas y cordiales. Estas dos naciones no solo son vecinos, sino que también son aliados estratégicos, formando un eje junto a Armenia en la región del Cáucaso. Las sanciones económicas impuestas por Occidente a Irán han fortalecido aún más los lazos comerciales entre ambos países, especialmente en el sector petrolero. En el ámbito militar, aunque gran parte del arsenal iraní es de fabricación nacional, el país sigue adquiriendo ciertos sistemas de armamento de Rusia. Además, Irán ha contribuido con su tecnología de drones y otros avances militares a las capacidades rusas. Cabe destacar que Irán es el único país de Asia Occidental invitado a unirse a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza militar liderada por Rusia en respuesta a la OTAN.
En cuanto a la presencia diplomática, Irán cuenta con una embajada en Moscú y consulados en las ciudades rusas de Astracán y Kazán. Por su parte, Rusia tiene su embajada en Teherán y consulados en las ciudades iraníes de Rasht e Isfahán. Estas representaciones diplomáticas subrayan la importancia de los vínculos bilaterales en una región marcada por desafíos geopolíticos.
Refuerzo de vínculos entre ambos países
Ante el aumento de la confrontación entre Estados Unidos e Irán, Teherán ha fortalecido sus vínculos con China y Rusia. Al igual que Moscú, Irán observa con recelo las ambiciones regionales de Turquía y la posible expansión de la ideología panturca. Esta desconfianza compartida ha impulsado a ambos países a colaborar en diversas áreas estratégicas, consolidando una alianza que se ha vuelto cada vez más crucial en el escenario global.
Irán y Rusia comparten un interés común en frenar la influencia política de Estados Unidos en Asia Central. Este objetivo conjunto llevó a que la Organización de Cooperación de Shanghái otorgara a Irán el estatus de observador en 2005, con una oferta de membresía plena en 2006. Para Irán, esta relación con la organización, dominada por Rusia y China, representa los lazos diplomáticos más amplios que ha mantenido desde la revolución islámica de 1979. Además, Irán y Rusia cofundaron el Foro de Países Exportadores de Gas, junto con Catar, lo que subraya la importancia de su colaboración en el sector energético.
Por otro lado, la relación militar entre ambos países ha evolucionado significativamente en los últimos años. Mientras que en el pasado la flota aérea iraní dependía en gran medida de equipos occidentales, hoy en día se basa cada vez más en manufacturas rusas y nacionales, debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa.
Además, las relaciones comerciales han experimentado un crecimiento notable, especialmente en los sectores de hidrocarburos, agricultura y telecomunicaciones. En 2010, ambos países firmaron un acuerdo para aumentar la cooperación en el desarrollo energético, que incluyó la creación de un mercado de intercambio de petróleo con el potencial de convertirse en uno de los principales a nivel global. Este acuerdo histórico, valorado en 20 mil millones de dólares, refleja la importancia estratégica de la colaboración entre ambos países, especialmente en un contexto donde ambos enfrentan sanciones económicas por parte de Estados Unidos.
Mejora de relaciones con Arabia Saudita
Arabia Saudita ha consolidado su posición como líder del mundo árabe, desplazando el centro de gravedad desde Egipto. Con su economía de hidrocarburos y el respaldo de Estados Unidos durante la presidencia de Trump, el príncipe heredero Mohammed bin Salman ha transformado el país y su influencia regional. En Yemen, Arabia Saudita apoya al gobierno en su lucha contra los hutíes, y acusa a Irán de interferir en el Líbano e Irak. Sin embargo, en 2023, las relaciones entre Arabia Saudita e Irán mejoraron gracias a la mediación de China. Este acercamiento es visto como un intento estratégico para reducir las tensiones y enfocarse en el desarrollo económico y las reformas internas, según la analista política Karen Young del Middle East Institute. Además, la Iniciativa Visión 2030 de bin Salman busca diversificar la economía saudita y reducir la dependencia del petróleo, lo cual requiere un entorno regional más estable.
En todo esto Qatar, a pesar de su alineación con el bloque saudí, ha jugado un papel único como mediador en la región. Ha negociado con Israel y Hamás, y ha mantenido relaciones con Irán. Este pequeño pero rico país del Golfo busca múltiples alianzas para asegurar su posición y seguridad. Aunque fue bloqueado por sus vecinos en 2017 debido a sus ambiciones políticas, el embargo se levantó en 2021, y sus relaciones con Arabia Saudita han mejorado. La política exterior de Qatar, según el politólogo Mehran Kamrava en su libro «Qatar: Small State, Big Politics», se caracteriza por su capacidad para mantener una política de «hedging» o cobertura, equilibrando relaciones con múltiples actores para preservar su seguridad y aumentar su influencia en la escena internacional. Qatar ha utilizado su riqueza y su canal de medios Al Jazeera para ejercer un poder blando significativo en la región.