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19 Ene 2025
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Las divisiones internas del feminismo en el PSOE: entre lo clásico y lo ‘queer’

La urgencia que marcó el Gobierno hace dos años para tramitar la ley trans provocó que sus detractores también acelerasen sus posiciones. Desde entonces, es lo que ha generado debate, tensión y rechazo dentro del PSOE
Carmen Calvo en el Ateneo de Madrid. Nando Ochando

Imagen: Carmen Calvo en el Ateneo de Madrid. Nando Ochando

En la introducción de su libro sobre feminismo, Nosotras, la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo empieza así: “Quiero revisar los avances conseguidos por el movimiento feminista, la actividad desarrollada por los distintos partidos políticos y su responsabilidad en conseguir la igualdad”. Sin embargo, en ese repaso hay una ausencia notoria: la de la actual eurodiputada de Podemos y exministra de Igualdad Irene Montero. Los casi cuatro años de Podemos al frente del Ministerio de Igualdad son un vacío en el ensayo de Calvo quien, todo lo contrario, no duda en alardear de su propia etapa al frente de esa cartera (2018-2020), aunque sin rango de Ministerio entonces.

La que fuera mano derecha de Pedro Sánchez salió del Gobierno de coalición en 2021 en plena disputa por la ley del solo sí es sí y con el PSOE decantado hacia la ley trans en contra de su criterio. Carmen Calvo se saltó la disciplina de partido en aquella votación, negándose a aceptar la autodeterminación de género, y esto terminó costándole el puesto en lo que se entendió como una victoria de Irene Montero.

De hecho, Calvo califica en su libro de “fatídico” el día que se aprobó la Ley Trans, aunque evita entrar en detalles sobre el porqué de su decisión: “No pude apoyar una ley de mi partido porque mi doble militancia (socialista y feminista) me obligaba a elegir, y me elegí a mí». 

“No hubo reconsideración posible, desde mi mirada éramos nosotras”, es la reflexión de la que surge el título del libro y con la que Calvo justifica su postura, que aboga por vincular el concepto de mujer con el sexo biológico y no con el género. En su ensayo -y así lo ha dejado claro en declaraciones posteriores- la exvicepresidenta carga contra la doctrina queer, acusándola de “apuntalar el patriarcado”, y defiende la eliminación del género, pues sostiene que este es el que “encarcela, transforma y construye sin libertad” a las mujeres.

Existían otras enmiendas a la ponencia, que no se han aprobado, y que iban mucho más allá, como quitar la “T” del acrónimo del colectivo, que es la letra que engloba a las personas trans, porque “había quien defendía que era antifeminista y misógino y ultraliberal y barbaridades en este sentido”, ha explicado una fuente socialista a El País.

De hecho, este miércoles, Calvo ha defendido la enmienda que ha puesto patas arriba el discurso sobre los derechos LGTBIQ+ del PSOE. “Es que no sé de dónde viene la polémica”, ha asegurado. “Alguien, o alguienes, me da igual, ha querido abrir una polémica que no existe”, ha asegurado Calvo en una entrevista para Espejo Público. “El Q+ responde a una teoría y a una ideología neoconservadora en la que no está el partido socialista”, ha afirmado. “Nuestras resoluciones las tenemos que cumplir todas, porque es lo que ha se querido desde la democracia interna del partido”, ha añadido.

“En el 40º Congreso en Valencia no sale LGTBIQ+. Sale LGTBI, con la T de trans. Y en el 41º se ha mantenido igual”, ha indicado Calvo. La que fuera exvicepresidenta del Gobierno se ha declarado “muy contenta” al señalar que el PSOE “no es queer: “Porque nuestro partido ha vuelto a decir que estamos en la defensa de la integridad de nuestro cuerpo y de los derechos de las mujeres. Queremos ser mujeres, no queremos estar encarceladas en la feminidad, queremos ser libres sin estereotipos sobre nosotras”, ha dicho.

La Plataforma Trans ha mostrado su “repulsa e indignación” por las dos enmiendas aprobadas. Desde la organización, critican que el PSOE “a través de su amplio sector de mujeres contrarias a los derechos de las personas trans ya inició una campaña criminal de desinformación, bulos y estigmatización de las vidas de las personas trans en su intento de menoscabar la Ley Trans”.

Según han indicado fuentes socialistas a elDiario.es, la gran mayoría de los 1.101 delegados y delegadas acreditados por el PSOE para su congreso federal de Sevilla no participó en las votaciones del plenario a las que estaban convocados. Por eso, la propuesta para excluir las siglas Q y + del colectivo LGTBI salió adelante con tan solo 218 votos. Hubo otros 176 en contra y 5 abstenciones. Lo que significa que solo participaron 399 de los 1.101 delegados acreditados.

De hecho, la clave para que se aprobara esa enmienda, que va en contra no solo del propio camino señalado por el partido en su ponencia marco sino de la propia acción del Gobierno, fue precisamente la ausencia generalizada de delegados en la votación clave, que dejó el camino libre y sin contrapesos a las militantes organizadas y alineadas en torno a figuras como Carmen Calvo o Ángeles Álvarez.

La “Q”, un término que comenzó siendo un insulto pero que apropió la comunidad LGTBIQ+

La Q procede del término anglosajón Queer, que comenzó siendo un insulto (desviado, raro) y que la comunidad LGTBI terminó apropiándose para referirse a las ideas y prácticas que rechazan el género, la identidad o la orientación sexual como etiquetas fijas y cuestionar el sistema binario. El símbolo + representa la ampliación a todas las identidades y diversidades sexuales, afectivas, corporales o de identidad.

El término está asentado en organizaciones y documentos internacionales, desde la ONU hasta la Unión Europea. El Ministerio de Igualdad, en manos socialistas, cuenta con una “Dirección general para la igualdad real y efectiva de las personas LGTBI+”.

La Ley Trans profundizó las divisiones entre las socialistas

Desde el PSOE, advierten de que la decisión de que el “Q+” no aparezca a partir de ahora en su ideario “no representa a la mayoría del PSOE”, pero que el grupo de feministas que estaba en contra se había organizado bien y tenía poder como para mover esa votación a su favor. No es ningún secreto que esa parte de los socialistas “pequeña” ha estado liderada por Carmen Calvo. La exvicepresidenta siempre ha mantenido esta postura desde que comenzaron las tensiones en el socialismo después de que Pedro Sánchez entregara el Ministerio de Igualdad a Unidas Podemos, una bandera históricamente socialista.

También fue la tramitación de urgencia de la llamada ley trans la que dejó al descubierto la tirantez que generaba haber perdido la exclusividad del feminismo en el ámbito político. La cuestión clave es la autodeterminación de género incluida en la ley: que una persona pueda cambiar el nombre y el sexo en el DNI solo con su voluntad.

Irene Montero la defendió a capa y espada, pero hubo varias organizaciones feministas que argumentaron que esta norma “borra a las mujeres”. De esta postura nació la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, que llegó a presentar 24 enmiendas a la redacción de la ley trans. Ángeles Álvarez, exportavoz de Igualdad del PSOE y portavoz de Alianza apareció reclamando que se explicasen “cuáles son las consecuencias prácticas de esa norma”.

También Calvo vertió varias acusaciones en unas jornadas sobre feminismo en Valencia y, posteriormente, en una entrevista a El Mundo: “Hay que distinguir entre la necesidad de que el Estado dé respuesta a las personas trans de una teoría queer que viene a destrozar todo lo que de progresista han tenido las leyes de igualdad entre hombres y mujeres”.

Ante las declaraciones de Álvarez y Calvo, salieron otras feministas cercanas al PSOE para contrariarlas. Entre ellas, la entonces consejera de Justicia de la Comunidad Valenciana Gabriela Bravo y las filósofas Amelia Valcárcel y Alicia Miyares. “El PSOE a través de su secretaria federal #LGTBI quiere señalar que: estas personas no representan la posición del PSOE, que se representan a ellas mismas [y] que lamenta que este tipo de espacios de debate sean tan poco plurales y que no acojan posiciones diversas”, respondieron desde la cuenta oficial de Twitter de la Secretaría de Políticas LGTBI socialista.

También Víctor Gutiérrez, quien ostentaba el cargo de esa secretaría: “Ni el acoso ni el ruido ni las mentiras de much@s me afectan en absoluto, porque sé que las feministas socialistas y el partido están exactamente en el mismo lugar que yo. Respetando las resoluciones del 40 Congreso y trabajando por sacar adelante la ley LGTBI y trans”.

Esta división entre las feministas socialistas, solo un año antes de la aprobación de la ley trans, no parecía tan candente. En el 40º Congreso del PSOE, celebrado en Valencia en octubre de 2021, el partido se posicionó a favor del texto, que tenía exactamente la misma redacción que cuando se aprobó.

¿Qué ha ocurrido? Según apuntaron en su momento fuentes socialistas a El País, en el origen de las tensiones está la renuncia al Ministerio de Igualdad y su concesión a Unidas Podemos dentro del reparto de carteras que Sánchez y Pablo Iglesias acordaron para el Gobierno de coalición. Y es que un sector del PSOE no terminaba de digerir aquel reparto en lo que consideraban, hasta entonces, una bandera exclusiva del partido.

Las discrepancias -que al principio solo eran eso- fueron elevándose hasta momentos en los que estuvo a punto de peligrar la coalición. Ahora, esa constante es parte de un posicionamiento político que, desde que Montero salió y entró Ana Redondo, la cartera de ese ministerio ya no fractura la coalición, pero sí las decisiones del PSOE junto a su actual socio, Sumar.

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