En un país donde la política ha estado marcada por la constante polarización y la exaltación de sus líderes, al menos en las dos últimas décadas, Venezuela ha encontrado un nuevo formato para difundir los valores del chavismo: la animación. Figuras como Hugo Chávez y Nicolás Maduro han sido retratadas como héroes en caricaturas que buscan posicionarlos como defensores del pueblo frente a los embates de sus enemigos externos e internos.
Un ejemplo de esta curiosa estrategia es “Súper Bigote”, una serie animada que retrata a Maduro como un superhéroe indestructible, enfrentándose a amenazas que, en la narrativa oficial, son causadas por potencias extranjeras y sectores opositores.
Los inicios de Súper Bigote
Según Infobae, en el año 2019, el entonces presidente de Ecuador Lenin Moreno acusó al régimen de Maduro por estar “detrás de una serie de manifestaciones en su nación”. Maduro rechazó estas declaraciones con una curiosa respuesta: “Ayer salió el presidente Lenin Moreno a decir que lo que está pasando allá es culpa mía, que yo muevo mis bigotes y tumbo gobiernos. Yo estoy pensando qué próximo gobierno puedo tumbar con los bigotes”. “Yo no soy Supermán, soy Súper Bigote”, concluyó de manera jocosa.
“Ayer salió el presidente Lenin Moreno a decir que lo que está pasando allá es culpa mía, que yo muevo mis bigotes y tumbo gobiernos. Yo estoy pensando qué próximo gobierno puedo tumbar con los bigotes. Yo no soy Supermán, soy Súper Bigote”
Tiempo después, productores de televisión venezolana tomaron estas declaraciones como la idea creativa para crear una serie inspirada en su mandatario. Recrearon a Maduro como una figura atlética y esbelta, con un ajustado traje rojo -el color característico del chavismo-, una capa azul, ropa interior fuera del traje y un logo que resalta en su torso ‘SB’. Sin embargo, su rasgo más característico es su prominente bigote.
Apareció por primera vez en noviembre de 2021 en el canal VTV, la televisión estatal, y rápidamente se convirtió en un símbolo propagandístico. No obstante, no se sabe quiénes son los creadores del cómic animado ni si es una producción financiada con dinero público.
La serie animada presenta a Maduro como un superhéroe que lucha contra villanos que representan las amenazas políticas y económicas que enfrenta Venezuela, como el imperialismo estadounidense, las sanciones internacionales y supuestos enemigos internos que buscan desestabilizar al país.
Este tipo de dibujos animados se enmarca dentro de una estrategia propagandística del gobierno venezolano para reforzar la figura de Maduro como un líder fuerte y resiliente frente a las adversidades.
Para sus defensores, el personaje es una representación alegórica de la resistencia bolivariana, y ha llegado a conseguir apoyo en los medios oficiales y en las redes sociales afines al Gobierno. En cambio, para la oposición y los sectores críticos con el régimen, han considerado a Súper Bigote como una herramienta de propaganda burda, que banaliza la realidad que enfrenta la población y diseñada para distraer de los problemas graves que enfrenta el país, como la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, y la crisis de derechos humanos.
Aunque el país mostró signos de recuperación en 2022, Venezuela entró nueve años antes en una severa crisis económica que provocó una contracción de 80% del PIB y una hiperinflación que diluyó el poder adquisitivo y llevó a unos 7 de los 30 millones de habitantes del país a migrar.
La narrativa de Súper Bigote también busca movilizar el apoyo interno y fortalecer la identidad chavista, presentando a Maduro como el legítimo sucesor de Hugo Chávez y como un defensor del proyecto revolucionario.
Los primeros episodios
Los episodios suelen durar, en promedio, unos dos minutos. En febrero de 2022, dos meses después de su estreno, la serie constaba de seis episodios. Ahora, cuenta con dos temporadas y un total de 32 episodios.
A lo largo de la serie, Súper Bigote lucha contra un topo mecánico que priva al país de electricidad, o contra un monstruo que impide la llegada de vacunas contra el covid-19. Está un Frankenstein creado por la CIA o extraterrestres infiltrados, todo con la complicidad de caras conocidas de la oposición caricaturizadas con mofa.
En el primer episodio de la serie, dos personajes representados como gallinas, con claros rasgos que los identifican con opositores como Julio Borges y Henry Ramos Allup, traman con un supuesto villano que despacha desde la Casa Blanca tumbar “al simple chofer de autobús”. Los secuaces hacen recuento de todo lo intentado hasta que dan con la idea de provocar un apagón general en el país. El episodio vuelve sobre la tesis del gran blackout sufrido en Venezuela en marzo de 2019, en el que gran parte del país estuvo sin electricidad tres días, y en algunas localidades hasta 10, un parteaguas en la aguda crisis venezolana.
El supuesto villano del cómic aprieta un botón rojo en su escritorio y el país queda a oscuras. El Gobierno recurre a ese caricaturesco argumento para asegurar que los apagones, y casi cualquier cosa que no funcione en Venezuela, son provocados por agentes externos que buscan desestabilizar el régimen.
Súper Bigote aparece al grito de auxilio de un paciente postrado en un quirófano en medio del apagón. El héroe sin máscara convoca a un grupo de personas y les dice que juntos enfrentarán lo que está ocurriendo. Luego se despliega un casco de obrero y sale disparado con su puño de hierro —a lo Stalin o a lo Marvel— para destruir un dron enviado desde Estados Unidos para generar un supuesto efecto electromagnético con el que hackear el Guri, la principal central hidroeléctrica del país.
Como en toda ficción de propaganda, tras la hazaña de Súper Bigote la luz vuelve y todos lo celebran. El superhéroe aterriza con su puño de hierro y se escucha el “indestructible” que Maduro ha convertido en su eslogan personal, robado del tema de mismo nombre del maestro salsero Ray Barreto, que ha bailado más de una vez en cadena nacional con su esposa. El villano derrotado cierra el episodio expresando su furibundo odio a Súper Bigote, para anunciar una vendetta eterna como la del coyote y el correcaminos.
Un año más tarde del estreno del primer episodio, el régimen venezolano entregó muñecos de Maduro a los niños afectados por los trágicos deslaves en el país. Según confirmó la propia vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, se vendieron más de 12 millones de juguetes.
El último episodio: Maduro vs. Elon Musk
El enfrentamiento entre Elon Musk y Nicolás Maduro sumó un insólito capítulo en los últimos días, que también fue representado en la serie de animación. Luego de que el líder chavista restringiera en el país el acceso a X, se conoció un nuevo episodio de la serie animada Súper Bigote, en la que Maduro lucha contra el magnate tecnológico, retratado como un villano demoníaco que pretende apoderarse de las riquezas del país latinoamericano. “Sus riquezas serán mías”, dice Musk en la ficción.
Sin embargo, el plan del villano no se puede llevar a cabo porque aparece en escena el personaje de Maduro. Con una Biblia en una mano y un crucifijo en la otra, Maduro, que viste traje y la banda presidencial, exclama: “Te voy a demostrar frente al pueblo venezolano, que soy David contra Goliat”. Tras estas palabras, el magnate pierde poder y es expulsado de la Tierra por Dios, que lo envía de un golpe a Marte.
Para mostrar este nuevo capítulo, Maduro ordenó instalar pantallas en las calles del país, una acción que no ha sido bien recibida por los internautas, que señalaban con ironía la propaganda que se proyecta en el país. Muchos usuarios han cuestionado las prioridades del gobierno de Maduro, que parece más interesado en mejorar su imagen a través de este tipo de contenido en lugar de abordar las necesidades urgentes de Venezuela.
Los antecedentes: Hugo Chávez llega al cielo en la animación
En el año 2013, VIVE TV emitió un vídeo de animación sobre la llegada de Hugo Chávez, el reciente fallecido líder bolivariano, a un supuesto ‘cielo’ donde lo recibían Simón Bolívar, Che Guevara, Salvador Allende, Evita Perón y su abuela Rosa Inés. La grabación, titulada Hasta siempre comandante, dura apenas un minuto y es muda, solo lleva una música de fondo. Chávez, con su chándal de bandera nacional y sus sandalias campesinas con los dedos al aire, se acerca al grupo de diez personas que le esperan y sonríen bajo la sombra de unos árboles, en un prado verde y cerca de un bohío.
Su sonrisa final pretende trasladar la idea de que está feliz de haber ascendido a esa especie de Olimpo latinoamericano.