Miguel Frontera y su abogada, Polonia Castellanos, el día del juicio, Alberto Ortega / Europa Press
El juzgado de lo penal de Madrid ha decidido absolver a Miguel Frontera de las múltiples acusaciones tras haber acosado durante meses a Pablo Iglesias, Irene Montero y sus hijos a lo largo de 2020 en su casa de Galapagar. ElDiario.es ha tenido acceso a la sentencia, que explica que no hay pruebas suficientes de que la intención de Frontera fuera “vigilar” a los dos políticos ni “buscar su cercanía física”. Según la sentencia, otras acusaciones como las de injurias, habrían quedado prescritas, aunque se haya quedado probado que delinquió.
Frontera fue juzgado el mes pasado bajo la acusación de haber encabezado las multitudinarias manifestaciones de protesta que decenas de personas protagonizaron frente al domicilio de los políticos durante la pandemia. Tanto Iglesias como Montero relataron a la magistrada lo que había supuesto para ellos y su familia mientras que Frontera, protagonista el pasado mes de noviembre en las manifestaciones de la calle Ferraz, se presentó como víctima de acoso por parte de los denunciantes.
Manifestaciones contra el Gobierno
El juzgado, en su sentencia, asume los argumentos de la defensa de Frontera, ejercida por Polonia Castellanos, presidenta de Abogados Cristianos. Reconoce que existió “un ruido constante con megafonía altamente molesto” y que “altera la vida familiar y personal de cualquier persona”, pero añade que el ruido alrededor de su casa ocurría “antes y después de que el acusado acudiera a las concentraciones”. Según la jueza, en el lugar había “simpatizantes” de Pablo Iglesias que también hacían ruido.
La resolución también justifica que, en ese momento, se dieron numerosas manifestaciones contra el Gobierno como protesta contra la gestión de la crisis del coronavirus. “Se trataba de concentraciones molestas, reiteradas y ruidosas pero políticas”, zanja la sentencia, que todavía es recurrible. Aquello, dice la magistrada acudiendo a la RAE, fue un escrache. “Hay que tener en cuenta el contexto temporal y político en que se produjeron”, afirma. Y el miedo que Iglesias y Montero dijeron que tenían no era por lo que Frontera hiciera efectivamente sino por lo que los policías y escoltas les iban contando.
Tampoco le condenan por grabar a Iglesias dentro de su casa subido a una roca cercana a la valla del jardín. “Las imágenes no tienen nada de relevante, tampoco colocó una cámara que grabara de forma continuada, se trata de una única grabación de 10 segundos de duración”, justifica. Tampoco incurrió en coacciones: “Desde el punto de vista familiar solo consta acreditado que vio a los denunciantes un día, separado por una valla, y la vivienda tenía seguridad 24 horas diarias”, explica. Y remata asegurando que los que se manifestaron durante meses, a diario, en la casa de la pareja, lo único que buscaban era “mostrar su malestar, disconformidad y su crítica a la gestión política que se hizo en pandemia”.