Esta semana se dará el pistoletazo de salida a los Juegos Olímpicos en París. Su fase antigua duró desde el 776 a.C. hasta el 393 Teodosio I el Grande, cuando este emperador decretó la prohibición de los cultos paganos. No obstante, el barón Pierre de Coubertin los recuperó a finales del siglo XIX con continuación en el mundo contemporáneo, de manera que ha despertado de nuevo el sentimiento deportivo clásico.
Mente y cuerpo sanos
El deporte fue un aspecto que el mundo grecorromano cuidaba mucho, ya que implicaba un buen estado de salud tanto a nivel físico como mental. Por ello, era de vital importancia que formara parte de su educación desde los 12 a los 18 años, entrenando en la palestra y en los gimnasios (palabra constituida del adjetivo gymnós “desnudo”, pues así se ejercitaban).
En los Juegos, únicamente podían participar los griegos de condición libre, ni extranjeros ni esclavos ni las mujeres, aunque ellas tenían unos juegos propios llamados Juegos de Hera o Hereos. Asimismo, los jueces que velaban por el cumplimiento de las leyes se llamaban helanódicas.
Se desconoce cómo surgieron exactamente estos Juegos, pero contamos con varias teorías mitológicas: o bien fue Heracles, tras los Doce trabajos en honor a su padre, Zeus; o Zeus cuando ganó a su padre Cronos; o Heracles Ideo, uno de los seres míticos que conformaron los Dáctilos, organizando una carrera en homenaje a Zeus.
Eso sí, el fin de estas competiciones o “agones” era demostrar una unión panhelénica de todos los pueblos griegos. Incluso, si existía una guerra entre sí, se emitía una “tregua olímpica”, para evitar problemáticas en el desplazamiento a Olimpia y en la vuelta a su patria.
¿Preparados? ¿Listos? ¡Ya!
Se realizaban cada cuatro años y, pese a que el programa de los Juegos actualmente dura más tiempo, en la antigua Grecia no superaban los 5-6 días, variaba según el año. Normalmente, se estructuraba de la siguiente manera:
- El primer día: inauguración religiosa con procesiones y sacrificios a Zeus.
- El segundo día: competiciones de carrera y luctatorias de los jóvenes.
- El tercer y cuarto día: actividades atléticas (carreras, salto de longitud, lanzamientos de disco y jabalina), luctatorias (lucha, pugilato -como nuestro boxeo- y pancracio -combinación de los dos primeros), ecuestres y pentatlón.
- El quinto día: ceremonia de clausura y entrega de premios.
También, cada prueba tenía sus instalaciones: el estadio para la carrera a pie; la palestra para el salto y la lucha; el hipódromo para carreras de caballos y carros; el gimnasio para carreras, disco y jabalina.
Y los ganadores son…
Los helanócidas mencionados anteriormente se encargaban de entregar los premios, entre los que podemos citar: una corona de olivo, cintas de lana para el pelo, una rama de palmera, estatuas, comida y alojamiento gratis en su polis, además de que los poetas como Píndaro les honraban en los llamados “epinicios” que glorificaban sus hazañas deportivas. Ahora bien, sin duda, la recompensa suprema que se obtenía de todos estos galardones era la de una fama imperecedera.
Por último, recordamos el lema de los Juegos Olímpicos que Pierre de Coubertin pronunció en la inauguración en 1896 en Atenas y deseamos mucha fortuna a los participantes: citius, altius, fortius (“más rápido, más alto, más fuerte”).
